Sofía tiene el fuego ahí nomás, a dos kilómetros. Dice que después de arrasar la zona del arroyo Carambola en los Esteros del Iberá -donde ella se encuentra-, las llamas tomaron dirección al norte, devastaron Ñupí, el portal San Nicolás, rotaron hacia San Lorenzo y los vientos las hicieron regresar. Así que ahora el enemigo volvió y lo tiene enfrente. Pero no se va a ir.
Desde el año 2010, Sofía Heinonen (53) es la directora general de la Fundación Rewilding Argentina. Bióloga, trabajó en Parques Nacionales y luego con el filántropo Douglas Tompkins. Cuando éste murió, asumió el mando de la Fundación, que pasó a tener el nombre actual. En el Portal Carambola -cerca de la localidad de Concepción y la ruta 6, y una de las once entradas al Parque Nacional Esteros del Iberá- tienen su base de operaciones.
“Acá se quemó todo, excepto el camping y el puerto. La situación ahora es tremenda. El núcleo del combate está ahí, en San Alonso, el corazón del Parque”, le cuenta a Infobae desde la zona del desastre. La Fundación fue noticia porque precisamente allí reintrodujeron varios ejemplares de yaguaretés en los últimos años. Por el arroyo donde se encuentra, además, se llega a las lagunas Medina y Trim.
“Yo estoy acá desde hace tres semanas. Ahora estamos haciendo una línea de cortafuego profunda, para que no pueda pasar, pero no es tan fácil cavar medio metro de tierra hacia abajo y con un ancho suficiente para que no pasen las llamas. Pero no es el único frente. Hay uno por el norte que quemó Cambyreta y otro foco nuevo en Yerbalito. Nunca se logró apagar del todo el fuego, uno trata que no afecte la infraestructura. Pero se inician nuevos focos”, describe.
Según cuenta, el inicio del fuego se debió a varios factores. El más importante, la sequía que afecta a la provincia de Corrientes desde hace por lo menos dos años. “Aquí en la zona del Iberá hay pobladores rurales que viven en casitas en islas en medio del humedal y carecen de herramientas ni tecnología para subsistir. Se manejan culturalmente desde tiempos ancestrales con el fuego para manejar las pasturas de su ganado. Con la sequía se desesperan porque no hay pasto. Y quemando piensan que sus vacas pueden entrar más adentro del parque. Pero no piensan que no hay lluvias ahora. En Corrientes hay otros focos, con diferentes orígenes. Esto que explico tiene que ver con Iberá”.
La diferencia esta vez, señala, es que “el Iberá es un humedal, y siempre está lleno de agua. Cuando prendían un fuego, podía ir como mucho 100 metros que el agua lo apagaba. Hoy la sequía extrema provocó que ya no haya islas, hay una continuidad de un millón de hectáreas y así el fuego avanzó y se hizo inmanejable. Aquí hay una cultura de agua, no de incendios”.
Lo peor, completa, es que el fuego no camina en las alturas, ni siquiera al ras del suelo: “Va por debajo de la tierra. Por arriba del suelo hay como una alfombra de materia orgánica que junta el humedal. Ahora se secó y arde. Así que por más que le tiren agua, no llega a la tierra, a las raíces. El fuego tiene vida propia y se mueve en función del viento”.
Se podría hablar de la tormenta perfecta, aunque parezca una cruel ironía: es que precisamente, una buena lluvia sería la única esperanza de cambiar la situación de sequía en que se halla la provincia. Para este domingo anuncian un aguacero. Para Sofía, no alcanza. “Dicen que serán entre 7 y 11 milímetros de agua. Se evapora casi antes de llegar al piso. Para que ésto cambie en serio y llegue un alivio se necesitan unos 50 milímetros. En general, en Corrientes hace dos años que llueve menos. El promedio en la provincia es de 1200 mm de agua. Hace dos años llegó a 1800 y eso hizo que creciera más la vegetación. Y fue contraproducente. Como en el año llovieron menos de 1000 mm, la acumulación de vegetación seca resultó una bomba de tiempo”.
Sofía asegura que si llueve, el ecosistema del Iberá se va a recuperar relativamente rápido. “Con este calor, si caen 50 mm en menos de 20 días volverá a estar cubierto de pasto. Los árboles sí tardarán más, entre 4 y 5 años. Pero el grueso del ecosistema son pastizales y pajonales. Lo que no sabemos, porque nunca se quemó como ahora, es cómo va a responder el suelo. Probablemente cambie la composición de las especies”, augura.
La Fundación Rewilding Argentina se dedica, básicamente, a la protección de la fauna silvestre del Iberá. La directora general explica el drama que viven los animales: “Hay dos situaciones, este parque tiene 700 mil hectáreas. Como fueron bien protegidos, algunas especies como los carpinchos, los ciervos y los yacarés se reprodujeron mucho. Ante el fuego buscan refugio en el agua y los montes. El problema es que hay muy pocos cuerpos de agua para que se puedan refugiar. Entonces tratan de meterse dentro del barro. Hay amontonamientos de animales y lamentablemente muchos quedan atrapados y son rodeados por las llamas sin poder escapar. Es que en el pastizal el fuego corre muy rápido. Encima es tal el calor que produce que arrasa con bosques enteros. Cuando esto pase habrá que ver la situación a gran escala y si hiciera falta fortalecer las poblaciones de osos hormigueros y venados de las pampas. Por suerte, los yacarés y carpinchos son especies que lograron recuperar sus poblaciones originales. Se van a ver afectados, por supuesto, pero están bien distribuidos”.
Sobre el destino de los yaguaretés que regresaron a su hábitat, tiene cierta esperanza: “Están en la isla San Alonso, con el fuego a dos kilómetros. Estamos tratando que no se queme porque ahí tienen su territorio. Detrás de la isla está el Estero Grande, que tiene agua, y es la parte más profunda. Si se ven en peligro, es probable que corran hacia ahí. El yaguareté es muy acuático y rápido”.
Con respecto a los demás animales que monitorean, Sofía sorprende: “Tengo, en medio de este drama, una buena noticia para contar. En Yerbalito, donde lamentablemente se quemaron 1.000 hectáreas de bosque, estamos reintroduciendo especies: pecaríes, osos hormigueros, guacamayos moitúes (pava de monte), que estaban justo haciendo nido para sus pichones. Hace poco llevamos un oso hormiguero hembra, Sarita, que había sido atropellada por un auto, la salvamos y volvió a caminar. Todos tienen un radio transmisor que usamos para ver cómo están. Los monitoreamos y están refugiados dentro del monte. Milagrosamente no murió ninguno. Por lo que vemos, evolutivamente tienen una habilidad para escapar de las llamar mayor a la que uno espera”.
Pero no todo parece tener un final feliz para esta tragedia. Ella advierte un peligro que hasta el momento pasó casi inadvertido: “A la par de combatir el fuego y tratar de salvar lo mayor, pedimos donaciones para recuperar los alambrados quemados, para evitar que el ganado vecino que entre al parque. Los animales van a estar restringidos y si entran vacas, por ejemplo, va a ser una doble catástrofe para la fauna que necesita protección, porque ocuparán su lugar. Los parques son como un arca de Noé para la vida silvestre, y si lo invaden las vacas vecinas, que no son presas ni para carpinchos ni yacarés, sería dramático. Así que lo primero es tratar de asegurar que el espacio no sea ocupado por animales domésticos. Y esto lleva a otro problema: los postes de los alambrados que se quemaron, que son miles de kilómetros, son de quebracho y algarrobo, y se colocan cada 10 metros. Esto será un volumen tremendo que va a necesitar mucha tala e impactará sobre los bosques chaqueños. Y puede ser un problema irreversible, mayor al de los incendios”.
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