Periodista y diputada. Lectora y feminista. Gisela Marziotta amalgamó sus inquietudes y sus pasiones en su nuevo libro. Se trata de “Las primeras”, editado por Planeta: un repaso por las vidas de las “mujeres que hicieron historia” por ser, precisamente, las primeras en romper la veda que les imponía el machismo, el patriarcado, la tradición o los mandatos.
Lineal, “Las primeras” junta las vidas de 26 mujeres argentinas que dejaron su huella por ir contra el destino. Una médica, una sindicalista, una pilota de autos de carrera, la primera pareja de mujeres que pudo casarse, una directora de cine, deportistas, académicas, científicas y religiosas. Marziotta traza pequeñas biografías esenciales para que, como analiza en esta charla con Infobae, sirvan a las mujeres de la actualidad de inspiración y fuente de energía. De Elvira López a Victoria Ocampo, de Maca Sánchez a Tránsito Cabanillas, la periodista incluye también, en lo que probablemente es la selección más interesante, el rol de María Estela Martínez de Perón, célebre como Isabelita.
-¿Qué te llevó a escribir un libro sobre las mujeres que hicieron historia?
-Tiene que ver primero con el contexto en el que estamos viviendo, que estamos transitando, que hay una agenda muy instalada con nosotras como protagonistas, o no tanto protagonistas o queriendo serlo. Tiene que ver con esa agenda, que está en los medios, en la agenda política, que está está en la conversación. Tiene que ver con un movimiento feminista que viene desde hace muchísimos años peleándola para instalar precisamente esa agenda. Y con la búsqueda de cómo arrancó la cosa.
-En base a las historias que investigaste, ¿cómo nace el movimiento feminista? ¿de dónde vienen? ¿quiénes son?
-El libro cuenta la historia de mujeres que se animaron a incursionar en ese lugar donde no había espacio para nosotras y que tenía que ver básicamente con una vocación que las trascendía, que las llevaba a tener que moverse de esa manera en ese lugar tan incómodo, como ocupar ese espacio o intentar ocuparlo, ¿no? Empezaron a hacer lo que no estaba previsto que hicieran. No necesariamente son ni las mejores en lo que hicieron, o sea ser las primeras no quiere decir que hayan sido las mejores y tampoco quiere decir que sean feministas, digo, feministas declaradas. Creo que no sabían que lo eran. Era una época donde no existía esta organización y el motor de ellas es otro, empezar a incursionar donde no había espacio.
-Lo que te da la pauta de que los grandes cambios suceden paulatinamente.
-Sí, es un proceso. Y estamos en ese tránsito todavía. Y tampoco hay un lugar, un punto donde decís “bueno, llegamos”. Me parece que es un continuado, que estamos en un momento mucho mejor, que tenemos leyes que nos están acompañando, siempre digo que son leyes que tenemos y que son hoy necesarias para un día dejar de serlo. Ese es el recorrido hacia el que vamos.
-¿Cuántas mujeres integran las historias de tus libros y quiénes son?
-Hay de todo. Son 26 mujeres. Yo traté de ser lo más amplia posible. Y mostrar que en algún momento hubo una mujer que fue la primera en algún rubro y en algún aspecto de esta vida afuera de la casa. Y entonces busqué para representar desde una religiosa, varias deportistas, fútbol, la que conduce automóviles, políticas también... por eso incluí a Isabel Perón. Traté de que sea muy amplio porque en todos estos aspectos siempre hay una mujer que es primera. En un cargo público, en todos los aspectos traté de ser lo más transversal posible. Hay para hacer un tomo, dos, tres, cuatro. Sigue habiendo primeras, no es que ya no hay lugar para ocupar. Seguimos como con esa cuenta pendiente de espacios que todavía nos son inaccesibles.
-¿Cuáles son las primeras que faltan?
-Faltan en la actualidad, por ejemplo, muchos ministerios que no llegamos a conducir. Faltan muchas primeras en le mundo académico. Faltan muchas primeras en lo que es la ciencia.
-¿Cuáles son las historias que más te llegaron, las historias que más te conmovieron?
-Bueno, la muerte de la pilota de acrobacia (Carola Lorenzini) con su hermano testigo en el momento en que se viene abajo ese avión es una de las más impactantes y fuertes, porque es llegar hasta la muerte por lo que ella estaba peleando y por lo que quería y disfrutaba. Pero perdió su vida con todos los testigos ahí diciendo “se viene abajo, se viene abajo, se viene abajo”. Y fue una falla del avión, no una falla de ella como pilota. Impactante por esto, por la muerte y por el escenario de muerte. Después todas son conmovedoras en realidad por lo que sentía con cada una de las historias, era como ese motor de “yo quiero esto, este es mi deseo y voy por eso, más allá”, como que nunca se plantean ellas la adversidad. Es impresionante. No está contemplado en ellas la posibilidad de no hacerlo. Eso es lo que me impacta de todas las historias y es el común denominador. Ninguna se plantea “bueno, esto va a ser difícil, voy a ver si puedo”. Es como una energía de fuerza más allá de lo racional, de lo que está planteado y estipulado y se prevé. Es un libro para leer y contagiarse de esa energía.
-En la introducción del libro hablás de mujeres que “asumen el deseo”.
-Sí, de asumir el deseo y de no tenerle miedo. Porque siento que a veces tenemos ese deseo pero pensamos demasiado. Y cuando pensamos demasiado aparece el miedo y el miedo nunca es un buen consejero. Y nos paraliza. Y entonces a lo mejor postergamos y dejamos ese deseo a un costado y seguimos en un lugar quizás de comodidad y supuesto confort. Me parece que este libro, estas mujeres, rompen con esa zona de confort. Salen, se animan. Y no especulan.
-Rompen un mandato, ¿no? De hecho, la mayoría no son o no fueron madres.
-No, la mayoría no.
-Porque de alguna manera asumís un deseo y postergás el otro. Y el otro es el mandato.
-Es romper con eso, con los estereotipos, con los mandatos, con la estructura. Son los ejemplos de deconstrucción. Viste cuando hablamos tanto ahora, en este tiempo, de la famosa deconstrucción, que yo creo es una deconstrucción en la que vivimos permanentemente. No es que ya estamos deconstruidos. Yo siento que soy de una generación que está en permanente deconstrucción todo el día, muy atento a ver qué decimos, qué hacemos. Estas mujeres son ese ejemplo, pero son de una deconstrucción activa, ¿no? No es teórica la deconstrucción. Estas mujeres eran práctica pura.
-Deconstructoras de campo.
-Claro, de territorio. Sí, en el terreno se deconstruían.
-Casi de manera intuitiva.
-Siguiendo ese deseo, ese motor. Por eso digo que es un libro que está bueno para contagiarnos, nosotras, nosotros, nosotres. Es un libro para que contagie entusiasmo y esto del animarse a salir de esa zona de confort y esa zona que nos viene como dada.
-Hay una pregunta muy típica que es: ¿quién te hubiera gustado ser en la historia?. Así que la hago: de estas mujeres, ¿qué vida te hubiera gustado encarnar? Porque además, son vidas difíciles, casi todas.
-Tengo más tendencia a lo que hago, que es más el periodismo o escribir, un poco de la política también porque está la historia de Isabelita y todo su rol tan silenciado. Y no se ha contado tanto la historia de ese recorrido silencioso que hizo para ser la primera vicepresidenta de la Argentina. Creo que con un poquito de cada una. Igual manejar un auto de competición me parece que está bueno.
-Sorprende la inclusión de Isabel. Es verdad que es la primera vicepresidenta. Pero es una mujer un poco ninguneada en la historia, con sus matices, obviamente, como tienen todos. ¿Tuviste dudas de incluirla?
-No, la verdad que no. Sí fue un tema de conversación de reuniones de sumario y de equipo pero coincidíamos primero en esto del ninguneo desde el género, ¿no? La verdad, es la primera vicepresidenta mujer de la historia argentina y la primera presidenta mujer de Argentina. Entonces no se puede tapar eso. Me parece que está mal que lo hagamos nosotras como mujeres, para empezar. Más allá de lo político, del análisis histórico, que eso se lo dejo claramente a los historiados y yo leo pero no voy a ponerme a juzgar. Este libro no juzga las historias de ninguna mujer. Y por eso también es amplio desde lo ideológico. Digo, está Isabelita y está Victoria Ocampo y claramente no estoy muy cerca ideológicamente de Victoria Ocampo. Y no podía no incluirla. Desde lo que es la reivindicación de género tenemos que rescatar la figura de Isabel Perón.
-¿Qué ves en la figura de Isabel?
-Una mujer que fue sumamente leal. Pero absolutamente leal hasta el último minuto. De estar a cargo de la presidencia de la Nación y después. Porque es una mujer que nunca rompió el silencio para contar absolutamente nada y mandar al frente absolutamente a nadie. Y se ha comido muchísimo que se la haya juzgado por desconocimiento porque hay muchas cosas que no sabemos, y las sabe solo ella. Entonces, es una mujer absolutamente leal y que ha hecho un trabajo muy silencioso previo a ser la vicepresidenta, la compañera de la fórmula de Perón, porque ella se preparó muchísimos años antes y es la parte que no se conoce tanto. Se pone mucho la lupa en que fue la vicepresidenta solo porque era “la mujer de”... Bueno, probablemente, pero además tuvo una preparación de muchos años previa. Mientras Perón estaba exiliado fue ella la que llevó adelante un montón de negociaciones en la Argentina, era ella la que viajaba y se reunía acá con un montón de sectores del peronismo. Toda esa parte de esa historia de preparación silenciosa y de absoluta lealtad es lo que reivindico de Isabel Perón.
-En un mundo político de hombres al 100%.
-Ciento por ciento, absolutamente. Me parece una mujer leal y valiente. Nunca renunció a la vicepresidencia. Ella nunca renunció. Sostiene su mandato. Y se mantiene emocionalmente muy sólida con todo esto que fue para quebrarla. Por eso digo que tiene características de una mujer muy firme y muy valiente.
-Una historia bastante graciosa pero también simbólica del lugar que se fueron ganando las mujeres a lo largo del tiempo es la que se cuenta en el inicio del capítulo que narra la vida de Susan Stochero, gremialista, que tiene que atravesar las oficinas de Hugo Moyano y de otros jefes de la CGT para ir al baño de mujeres.
-El tema de los baños de mujeres en espacios donde no estábamos contempladas es como medio un clásico. Lo que pasa que acá era llevado a la máxima expresión de tener que pasar por la oficina del varón para ir a un baño que te estaban prestando porque no era un baño de mujeres. Y en el Congreso ha pasado durante muchos años, con las primeras diputadas que asumieron en el gobierno de Perón que no tenían baño en el Congreso Nacional. Es como la pelea del baño femenino se da una vez que ocupamos el lugar porque antes como no estamos contempladas era como “por qué vamos a hacer un baño que no van a usar si acá no entran”. Así que es muy simbólico y muy gráfico del espacio vedado para nosotras.
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