En New Orleans, Louisiana, el médico argentino Julián Acosta expuso su trabajo de investigación sobre medicina genómica frente a otros colegas. Si bien fue el doctor Guido Falcone -también argentino- quien lideró el proyecto en el marco del programa de la Universidad de Yale, es el joven chaqueño quién tuvo el honor de resaltar los hallazgos
La presentación se hizo en el Congreso Internacional de Accidentes Cardiovasculares, donde Acosta recibió dos distinciones otorgadas por la American Heart Association (Asociación Americana del Corazón); una por haber liderado el proyecto de investigación mejor rankeado de Estados Unidos (2022 Paul Dudley White International Scholar Award). Y la otra como investigador en entrenamiento (Mordecai Y. T. Globus New Investigator Award in Stroke)
Acosta, de 32 años, no sólo es un médico neurólogo que logró el reconocimiento. También es un curioso empedernido, que de manera temprana supo detectar que la investigación genética iba a ser el instrumento perfecto para empujar a los nuevos paradigmas.
Julián nació en Resistencia, Chaco. Desde junio de 2019 vive en New Heaven, en los Estados Unidos, donde persigue sus sueños. Ya cumplió varios: primero el formarse como médico, siguiendo los pasos de su padres: Julio, médico clínico y Lia, bioquímica. “Siempre me gustó el rol que ejerció mi padre y la relación que mantenía con sus pacientes. Y a mi madre le pedía que me llevara al laboratorio a mirar a través del microscopio”, le cuenta a Infobae desde Yale.
Todos los días, durante casi seis años, Julián cruzaba el puente que une Chaco con la provincia de Corrientes para concurrir a las clases de la Universidad Nacional del Nordeste, donde no sólo obtuvo su título universitario sino que también se acercó al universo de la investigación científica. “La institución académica tiene una fuerte inclinación hacia el trabajo de análisis y precisión”, destaca.
Título en mano, en 2014 emigró a Buenos Aires y realizó su residencia médica como neurólogo en Fleni, el prestigioso centro médico argentino. “En algún momento pensé volcarme al sector de terapia intensiva, también al del estudio de imágenes, pero finalmente seguí el camino de la neurología, un área en plena expansión. El cerebro es el órgano más fascinante y complejo. donde todavía es poco lo que se conoce, estamos en una fase temprana de investigación”.
Llegar a Yale
En un encuentro buscado en un congreso de neurología en California, Julián se contactó con su colega Guido Falcone, director del programa para el cual fue reclutado años más tarde. “Siempre tuve el anhelo de seguir mi formación en el exterior, así que me lo propuse como meta hasta lograrlo”.
El doctor Falcone no sólo convocó a Julián para liderar el programa premiado, sino que se convirtió en su mentor. El equipo está integrado por once profesionales de diferentes nacionalidades.
-¿Cómo recibe New Heaven a los extranjeros?
-Es una ciudad chiquita que es muy receptiva a extranjeros, porque hay muchos que vienen a estudiar y trabajar en Yale. Hay además una comunidad latina muy grande, mucha gente habla español.
-¿De qué se trata el proyecto?
- Durante dos años usamos la información disponible en los biobancos para encontrar la relación entre los factores de riesgo que desencadenan un ACV y un cerebro sano. Nuestro trabajo se basó en una escala de salud cardiovascular desarrollada por la American Heart Association, llamada “Life’s Simple 7″ (en español “Los 7 pasos”). Esta escala incluye 7 factores (presión arterial, niveles de colesterol, niveles de glucemia, el índice de masa corporal, actividad física, tabaquismo) que hay que controlar para mantener una buena salud cardiovascular. Sus niveles óptimos reducen significativamente el riesgo de padecer un infarto de miocardio o un ACV. Además, de desarrollar deterioro cognitivo o demencia.
Pero el equipo fue más allá. “Investigamos si mantener estos factores en niveles óptimos también se asocia a un cerebro más sano. A través de imágenes comprobamos que sí. A su vez, logramos diseñar una escala para medir la predisposición genética”.
-¿Cómo impactan los hallazgos del trabajo en la ciencia?
-Falta aún validarlo con más experimentaciones. Lo que queremos usar es la información genética, disponible desde el nacimiento en la práctica clínica para prevenir que se desarrollen los 7 factores.
-¿Cómo es trabajar en una de las mejores universidades del mundo ?
-Es muy estimulante. La gente que me rodea está muy preparada y capacitada, siempre generan debates interesantes. Otra ventaja es que siempre hay oportunidades para innovar. En Argentina hay un buen nivel científico y académico. No siento una exigencia mayor, lo que falta a nivel nacional es el financiamiento para la ciencia.
-¿Retornar a la Argentina para aplicar el conocimiento es una posibilidad?
-Aún me queda tiempo en los Estados Unidos. Extraño a los amigos, a la familia y los otros vínculos. Al igual que la comida. Soy un apasionado de la ciencia de precisión, y la tecnología.
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