Más allá de la vida: el argentino que creó una plataforma gratuita que permite interactuar con los que ya no están

Martín Kogan tiene 41 años y creó una nueva red social privada en la que podés grabar tus memorias, responder preguntas de tus seres queridos y construir un legado en vida, para que en el futuro aquellas personas que elegimos puedan conocernos. Se llama Almaya, acaba de lanzarse y busca “cambiar la relación que tenemos con la muerte”

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Martín Kogan tiene 41 años
Martín Kogan tiene 41 años y creó Almaya luego de ver películas y series como Coco, Star Wars o Black Mirror, donde se discute la idea de la muerte. Esta es la segunda compañia que lanza

A veces quiero hablar con mi abuela. Me pasa sobre todo por las tardes, cuando comienza a terminar el día: paso por el frente de un café cualquiera y me acuerdo de nuestras charlas. Ya no puedo llamarla por teléfono y preguntarle el nombre de aquel actor, o cuál es la traducción buena de algún libro. Murió en el año 2019 y no recuerdo haber llorado nunca tanto como ese día. La importancia de las abuelas, dirán los que tuvieron una especial. Pero no se trata solo de ellas. Todos, cada tanto, queremos hablar con nuestros muertos.

Mi amigo Matías despidió a su padre demasiado pronto. Cuando nos lo contó, nos quedamos anonadados, nadie sabía que estaba enfermo. Era un hombre entero, que nos hacía felices a todos los amigos del grupo con solo sonreírnos. Era además un gran abuelo, pero sus nietos no pudieron disfrutarlo lo suficiente. Me pregunto cómo harán ellos cuando tengan veinte años y quieran recordarlo. La muerte asusta porque viene con el terror del olvido. Mi amigo Matías, cada tanto, vuelve a escuchar el audio que le mandó su papá para una Navidad. Llora, porque lo encuentra, pero dice que también lo reconforta.

Hablar de los que se fueron es, todavía, una materia pesada. Pienso que algo de eso remueve el fenómeno This Is Us, la serie de Star+: durante muchísimos capítulos vemos a personajes entrañables extrañando, y para que la operación sea completa vemos también esas imágenes idílicas que extrañan: la constitución de una familia.

Y además, claro, la pandemia: el COVID-19 y su vinculación íntima con la muerte de algún ser querido. Todos, desde el 2020, sabemos de qué se trata ese miedo.

En medio de de este contexto es que surge Almaya, una nueva plataforma que propone ayudar a nuestros seres queridos a crear un legado digital. Creada por Martín Kogan, un emprendedor de 41 años nacido en Buenos Aires y dedicado al mundo digital, Almaya es una especie de red social privada que nos permite construir perfiles personales en los cuales podemos ir grabando contenido en video o audio, e ir respondiendo una serie de preguntas que construyan algo parecido a nuestra visión del mundo.

Así, puedo grabar un video contando qué pienso del amor, o cuál es la mejor forma de hacer una sopa de tomates, o por qué soy fanático de Boca, o lo que sea. Ese contenido queda almacenado en la nube y solo tienen acceso mis seres queridos a quienes les comparto una clave personal. Ellos pueden entrar y mirar mis mensajes, mis ideas, mis dudas. Del mismo modo, si algún familiar comienza a construir su legado y me habilita, yo puedo acceder a sus grabaciones.

Almaya se lanzó en enero
Almaya se lanzó en enero del 2022. Pretende ser, además de una plataforma para crear "Legados", una forma divertida de recaudar anécdotas, sabiduría e historias famliares en vida. Puede descargarse de manera gratuita.
La propuesta de la aplicación
La propuesta de la aplicación es ir registrando material original en video y audio sobre las cosas que pensamos o sabemos de la vida, para que cada familia atesore ese contenido, y luego de la muerte exista un registro extenso de los pensamientos y emociones de cada persona

De este modo, cada familia puede construir una constelación propia y armando su propio universo -su propio guión de This Is Us, me digo-, que durará para siempre, o al menos eso propone la plataforma. No solo podemos ver en tiempo presente qué piensa, por ejemplo, nuestro hermano sobre algo, sino que también podremos hacerlo en treinta años (cuando probablemente ni siquiera lo veamos en una pantalla sino a través de la realidad aumentada, como si fuera un holograma del ser querido que viene a conversarnos, y todo lo que dice es lo que en efecto alguna vez dijo, porque lo grabó).

La propuesta discute la idea de la vida eterna: si vivir es ser recordado por los otros, si existir es estar ahí cuando nos buscan, Almaya intenta hackear esa respuesta: tal vez podamos estar para nuestros nietos cuando ya no estemos para nosotros. Eso mismo que plantea Coco, la película de Disney: mientras nos recuerden, existimos.

“Dentro de diez a quince años la relación que como humanidad tenemos con los que se murieron va a cambiar totalmente, como muchas otras cosas cambiaron con la llegada de la tecnología. Y vamos a desafiar una idea que es muy tabú: el concepto de no poder hablar más con aquellos seres queridos que se murieron”. Martín Kogan. Habla sentado en un bar de Buenos Aires, donde vive con su esposa y su hijo, y donde está toda su familia (a la cual ya les creó un legado a cada uno), pero su empresa está radicada en algún lugar de California, allí en Silicon Valley, donde muchos dicen que se crea el futuro.

Una aproximación a ese futuro: es el 2032 y un chico llamado Pedro tiene 15 años. Un día empieza a hacerle preguntas a su padre sobre el abuelo, que falleció cuando Pedro tenía 5. Entonces el padre le dice a Pedro: “Vamos a hablar con el abuelo”. Se ponen un casco de realidad virtual y entran en un entorno (el metaverso, por decir) y los dos aparecen frente al abuelo de Pedro, que le puede preguntar cosas. “Abuelo, ¿cómo sé si encontré el amor?”. El abuelo responde. “Abuelo, contame la historia de la familia”. El abuelo cuenta de dónde vino su familia, quién fue el primero en llegar a la Argentina, cuándo nació él, cuándo sus hermanos, cuándo, cómo, dónde.

Ariel Mathov y su madre
Ariel Mathov y su madre Doris grabando juntos el legado de ella. Ariel es co-founder de Almaya junto a Martín Kogan

“Todo esto, que parece futurista, ya es posible, ya está la tecnología para hacerlo. Lo más importante hoy es tener un método muy divertido para generar data original, porque esto no es un invento hecho por un programador super talentoso, no es un deep fake. Es contenido real, original”, dice Martín.

Su socio y cofundador en la empresa es Ariel Mathov, con quien a comienzos del 2022 lanzaron al público la plataforma, luego de meses y meses de pruebas e investigaciones. Al día de hoy es completamente gratuita y pretende, como el mismo Kogan adelanta, desafiar la idea de muerte. O más bien, la idea de que tras la muerte todo es ausencia. Si la empresa prospera, algunas cosas podrían ser muy diferentes de acá a las próximas décadas.

-¿Cómo llegaste a dedicar tu vida a trabajar por el legado de los otros?

-Yo soy empresario tecnológico, inversor, ayudo a empresas de este ecosistema, vendí mi empresa (Headway) en 2017 a un grupo americano. Y para mi segundo proyecto no quería hacer cualquier cosa. Me tentaron mucho con hacer una fintech, hacer un banco, crypto… Un montón de opciones. Pero yo quería algo distinto, y en 2020 y 2021, después de ser padre y después de ver películas como Coco, o episodios de Black Mirror, o La Guerra de las Galaxias con Obi-Wan Kenobi aconsejando a Luke Skywalker desde su espíritu… empecé a pensar: esto tiene que existir. Y empecé a buscar, a googlear alternativas parecidas y no había, no encontré. Y entonces empecé a trabajarlo.

-¿Cómo llegaste a lo que hoy es Almaya?

-La historia de Almaya tiene varias aristas que se juntan todas en tiempos de COVID. De chico me gustaba entrevistar a mis abuelos, tengo entrevistas grabadas con mi abuelo, que ya falleció a los 94 años. Siempre tuve esa necesidad de que no se pierda, que algo quede de quién fue él, para transmitirlo de generación en generación. Y cuando vino el COVID me parece que toda la humanidad se vio enfrentada con la idea de la finitud. Casi todos perdimos a alguien conocido, o al papá de un amigo, o etcétera. Y empezamos a pensar un poco más en qué hay más allá.

-Y en cómo prepararnos para eso, sea que estemos en riesgo nosotros o los que queremos.

-Claro. A la vez yo tengo un gran amigo cuya esposa estaba embarazada -al igual y a la par que mi esposa, y de hecho su hijo nació unos días antes que el mío-. Y mi amigo falleció trágicamente en un accidente un par de meses antes del nacimiento. Y pensé mucho: su hijo, que nació a la par que el mío, ¿qué va a saber de su padre? Lo que le cuenten otros, va a ver videos… ¿Pero qué más? Y pensaba que tiene que existir una solución al alcance de toda la humanidad que permita que las familias podamos extraer y guardar la sabiduría que existe en las personas y que eso tenga una vida digital y que exista para siempre. Pensaba que tenía que haber una forma que no fuera ir con una cámara vos mismo, filmar a tu abuelo y almacenarlo como puedas. Es muy manual, ese archivo depende de uno… Entonces nació Almaya. Y ya que te conté el principio, ahora te voy a contar qué va a ser Almaya en 10 años.

-Imagino que uno de los principales obstáculos es que la gente quiere enfrentarse a la idea de la muerte, ¿no? Que grabar contenido no sea lidiar demasiado estrechamente con esa idea.

-La empresa se llama Almaya Life (de vida), no Almaya Death (de muerte). Antes de hacer el desarrollo hicimos mucha investigación de tipos de personas y usuarios, para validar la hipótesis de lo que pensábamos. Y uno de los principales usos vimos que tiene que ver con el disfrute en el presente. Y si bien hay una idea central que tiene que ver con la preservación y el armado del legado familiar, el objetivo más copado es que el viernes a la noche si lo ves a tu viejo puedas sacar la app y jueguen, como en el carrera de mente, pero armando el legado de él. Van eligiendo las preguntas, algunas de ellas muy íntimas: ¿cómo fue tu primera vez?, por ejemplo. Y te acerca en el presente a tus familiares. Es para disfrutarse, y la ventaja que tiene es que queda para siempre.

Para su creador, Martín Kogan,
Para su creador, Martín Kogan, en el futuro la realidad virtual permitirá que la interacción con quienes participan en Almaya sea a través de conversaciones, como en muchas películas futuristas. Al día de hoy, la app está disponible en todos los sistemas operativos de los teléfonos

-¿Por qué creés que nos importa tanto dejar un legado?

-Hay una necesidad humana inherente de trascender. El faraón armaba su pirámide, hay gente que hace donaciones para que se ponga su nombre a algo… la humanidad hace años busca maneras de seguir estando en el futuro. Bueno, la tecnología nos trae nuevas formas que desafían todos los tabúes de lidiar con esto mismo. Yo quiero que mis hijos sepan quiénes fueron sus abuelos, quién fui yo, su madre, qué pensábamos del mundo. Quiero que tengan eso a disposición.

-Puede tener mucho uso terapéutico, además.

-Bueno, mi mamá es consteladora familiar, no es un dato menor esto. Y mi hermana psicóloga. Y entiendo que hay muchos traumas familiares que se van pasando de generación en generación y la manera de desatar esos traumas es conociendo más sobre la historia familiar, entendiendo más. Hay mucha gente que de adulta entiende algo de su vida porque va hacia el pasado a buscar respuestas. Por eso también creo que sí, que tiene una aplicación terapéutica enorme.

-Los hijos o los nietos son uno de los mayores motivadores de los usuarios imagino.

-Sí. A mí ser padre me cambió mucho. Empezás a tener un sentido de que querés estar para siempre y protegerlo. Esta idea de un papá Obi-Wan Kenobi que se aparece cuando el hijo lo necesita, cuando el hijo la llama, sin invadir, sin romper nada. A mí eso me gusta mucho.

-¿Creés que va a pasar? ¿Imaginás un futuro donde todo esto que vislumbras se cumpla?

-Todo esto va a pasar. Nosotros queremos ser los protagonistas, y ojalá suceda, pero que va a pasar, va a pasar. Para mi el mundo lo necesita. Ojalá sea yo el que lo haga, y hablando de trascendencia me parece una buena manera de trascender. Si en el futuro esto es una tendencia global y yo fui parte, me va a gustar mucho. Pero que va a pasar, va a pasar.

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