Los conjuntos de especies de grandes mamíferos desempeñan un papel fundamental en la estructura y composición de los hábitats naturales. Reinsertar 20 especies de grandes mamíferos a sus hábitats históricos podría impulsar la biodiversidad en vastas zonas del planeta, ayudando a estabilizar el clima, según indica un nuevo estudio publicado en la revista científica Ecography.
De esas veinte especies prioritarias para restaurar los ecosistemas del mundo, seis habitan en Argentina: el yaguareté, el puma, el huemul, el ciervo de los pantanos, el venado de las pampas y el pecarí labiado.
“Resolver la crisis de la biodiversidad y la crisis climática no sólo es necesario, sino que se refuerzan mutuamente”, dijo Carly Vynne, bióloga conservacionista y principal autora del artículo publicado hace unas semanas en la revista Ecography.
Esto se debe a que los ecosistemas biodiversos son más resistentes al cambio climático y almacenan más dióxido de carbono de la atmósfera, detalla la investigación. Sin embargo, el cambio climático está exacerbando lo que algunos científicos llaman “la sexta extinción masiva”. En 2019, el reporte de biodiversidad de Naciones Unidas (IPBES) advirtió que la naturaleza “está disminuyendo a un ritmo sin precedentes en la historia de la humanidad” y que existe un millón de especies en riesgo de desaparecer.
La investigación detalla que “los conjuntos de mamíferos intactos se encuentran en más de un tercio de las 730 ecorregiones terrestres en las que los grandes mamíferos estaban históricamente presentes, y el 22% de estas ecorregiones conservan conjuntos completos en más del 20% de la superficie de la ecorregión”.
“Con las cinco primeras especies (yaguareté, puma, huemul, ciervo de los pantanos y venado de las pampas) estamos llevando adelante proyectos de rewilding en nuestro país, mientras que esperamos comenzar a trabajar en el futuro cercano con el pecarí labiado”, indicaron a Infobae en la ONG Rewilding Argentina.
“El trabajo establece que si las veinte especies identificadas fueran restituidas en los ambientes que alguna vez habitaron se restaurarían los conjuntos de grandes mamíferos en el 54% de la superficie terrestre. Esto resulta fundamental ya que los ecosistemas completos y funcionales tienen un gran valor para conservar la biodiversidad, hacer frente a la crisis climática, producir servicios necesarios para la vida y sostener las economías de las poblaciones locales. La publicación menciona, además, que las iniciativas de rewilding como las que llevamos adelante en Rewilding Argentina resultan esenciales para mitigar la crisis climática que actualmente padecemos.”, agregaron los expertos locales.
Vynne y un equipo de investigadores identificaron 298 especies de mamíferos grandes y sus hábitats, analizando datos satelitales para determinar la presencia de un hábitat adecuado en 730 ecorregiones terrestres. Una ecorregión es una herramienta de planificación de la conservación que identifica comunidades similares de plantas y animales en un área en particular.
“Centrándose en la restauración de un subconjunto numéricamente pequeño de especies -20 de las 298 especies de grandes mamíferos- se podría aumentar el área del mundo que contiene conjuntos de grandes mamíferos intactos en un 54% (11.116.000 km2). Estos siete depredadores y 13 herbívoros -cuya reintroducción puede restablecer conjuntos intactos de grandes mamíferos en las mayores áreas potenciales en las que sólo falta una especie- se dan en los cinco continentes y podrían devolver conjuntos faunísticos intactos a 97 ecorregiones y ampliar las áreas de distribución de nueve especies amenazadas a nivel mundial”, dice el estudio.
En Europa, por caso, la reintroducción o recolonización del bisonte europeo, el castor euroasiático, el reno, el lobo y el lince podría ampliar la presencia de conjuntos de grandes mamíferos históricamente intactos a otras 35 ecorregiones. En Asia, los esfuerzos de restauración centrados en el caballo salvaje y el lobo en las ecorregiones del Himalaya podrían aumentar en un 89% la superficie con conjuntos de mamíferos intactos en estas 10 ecorregiones.
“Nuestros resultados muestran que grandes áreas del reino terrestre tienen un hábitat adecuado y una oportunidad de restauración. También hay que matizar. En primer lugar, las evaluaciones nacionales y regionales de la viabilidad de la repoblación deberían tener en cuenta tanto las causas como las consecuencias de las extirpaciones. Por ejemplo, en los lugares en los que sigue habiendo presiones de caza, éstas deben mitigarse antes de iniciar los programas de rewilding”, aclara la investigación.
Sin embargo, los esfuerzos y las políticas de reintroducción de especies no son algo sencillo y que debe ser abordado de manera sistémica. Los esfuerzos de reintroducción deben promover la coexistencia entre los seres humanos y la vida silvestre, en particular para las especies propensas a los conflictos, como los osos pardos y los lobos. “Para los principales depredadores, como los tigres o los jaguares, es vital garantizar una base de presas adecuada antes de la reintroducción. Muchos herbívoros requerirán una mejora del hábitat, que puede combinarse con los esfuerzos de rewilding para lograr múltiples beneficios de restauración. Además, la protección de las macrorrefugios y la restauración de los corredores climáticos también son esenciales para la restauración de los grandes mamíferos. Reconocemos que nuestro enfoque que utiliza un menor número de especies (1-3) como indicador de viabilidad es simplista: la función ecológica, el tamaño del área de distribución y la calidad del hábitat deberán tenerse en cuenta a la hora de planificar las reintroducciones. También reconocemos que, en algunos casos, la restauración de una especie donde hay muchas ausentes puede aportar más beneficios ecológicos que la restauración de un conjunto de fauna intacto”, sostiene el estudio.
En la práctica, los patrones de propiedad de la tierra pueden ser un gran impedimento para la restauración de las poblaciones de grandes mamíferos. Esto es especialmente cierto en el caso de las especies con áreas de distribución de gran tamaño. Los modelos y esfuerzos regionales, como los que se están llevando a cabo en “Cascadia” del Estado de Washington (EE.UU.) y la Columbia Británica (Canadá), están permitiendo a los gestores de la fauna silvestre evaluar el potencial de recuperación a través de una frontera internacional y entre jurisdicciones de gestión de la tierra. En este caso, la gestión del territorio puede basarse en un conjunto de herramientas a escala regional recientemente publicado que ofrece modelos de hábitat y conectividad constantemente actualizados para la recuperación de grandes mamíferos como el lince, el glotón y el oso pardo (www.cascadia.terradapt.org). Los gestores regionales pueden evaluar las estrategias que serán necesarias en función de los patrones de propiedad de la tierra, y cómo es probable que cambie el hábitat de estas especies debido al cambio climático.
“Estas herramientas se están creando para que sean fácilmente exportables a otras regiones del mundo. En el ámbito afrotropical, las comunidades tribales y de pastores de África Oriental han coexistido con la vida silvestre durante siglos; muchas de las zonas más ricas en vida silvestre se encuentran hoy en día en las tierras de los masai y los samburu . En el Neotrópico, el Cerrado brasileño -un mosaico de hábitats de pastizales, sabanas, bosques y parches de bosque denso- es un ejemplo de ley federal que ordena la conservación en tierras privadas y que permite la persistencia de faunas completas en paisajes agrícolas que limitan con áreas protegidas estrictas . También en América del Sur, se han producido extraordinarias historias de éxito de rewilding tanto de especies individuales a través de grandes y antiguas áreas de su área de distribución como con esfuerzos multiespecíficos como el Programa de Rewilding del Iberá en Argentina”, enumera la investigación.
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