Buenos Aires puede describirse a través de su historia, de sus barrios y gastronomía, del fútbol, el tango y el rock, de sus librerías, museos y pizzerías, y también a través de sus árboles icónicos, hitos visuales que fortalecen la identidad de la ciudad. Del aguaribay del Perito Moreno a los palos borrachos de Plaza San Martín, centenares de ejemplares destacan en el paisaje urbano por su valor medioambiental, simbólico y cultural.
Imponentes, fueron testigos del paso del tiempo, de la historia y de la transformación urbana, los árboles de múltiples especies conviven con la arquitectura local y para ellos la Dirección General de Espacios Verdes y Arbolado de la Ciudad, dependiente de la Secretaría de Atención Ciudadana y Gestión Comunal, mantiene un registro de los ejemplares más singulares del trazado citadino: más de 600 árboles tienen protección especial y están catalogados como históricos o notables. Algunos se destacan por las historias que los acompañan y otros por sus características botánicas, monumentalidad, edad extraordinaria o porte.
Uno de ellos es un aguaribay, aún en pie en Parque Patricios, a cuya sombra el Perito Moreno pudo dar forma a las ideas que colaboraron con el progreso de Argentina o cómo bajo la copa de un magnífico algarrobo (del que se conserva un retoño en el barrio de Flores), Juan Martín de Pueyrredón y José de San Martín debatieron sobre las campañas libertadoras.
Árboles en la historia
El inventario de la Ciudad sobre el arbolado histórico repasa datos como el plan que ideó el paisajista Carlos Thays para implantar una doble alineación de palos borrachos en Plaza San Martín o las hipótesis sobre el origen del Gomero de la Recoleta: ¿fueron los Padres Recoletos los responsables de su plantación en 1718 o el ingeniero agrónomo Martín José de Altolaguirre? El interrogante aún no ha sido revelado.
Otro hito histórico es el que se vincula al Parque 3 de febrero y tiene como protagonista al centenario corredor de las palmas que fue inaugurado por el ex presidente Domingo Faustino Sarmiento a finales del siglo XIX y que se sitúa sobre la actual avenida Sarmiento, entre las avenidas Figueroa Alcorta y Libertador.
Más cerca en nuestro tiempo, otras iniciativas también sembraron raíces en la geografía porteña como aquel olivo plantado por entonces cardenal Jorge Bergoglio como un llamado a “paz entre los pueblos”, en el año 2000, en Plaza de Mayo.
“El patrimonio histórico, cultural y botánico constituido por este grupo de árboles amerita todos los esfuerzos que nuestro equipo de especialistas provee a diario. Realizamos un tratamiento diferenciado y un monitoreo permanente con tecnologías de diagnóstico de avanzada como tomógrafos, nuestro objetivo es mejorar la condición de estos árboles y preservar su vida, ya que constituyen un testimonio vivo de nuestro pasado y de nuestra identidad”, aseguró Julia Domeniconi, secretaria de Atención Ciudadana y Gestión Comunal.
Así, la ciudad de Buenos Aires mantiene una añosa arboleda implantada desde finales del siglo XIX que es protegida por el Registro de Árboles Históricos y Notables, con marco legal y herramientas de gestión, diseñadas por un plan específico incorporado al “Plan Maestro de Arbolado Público Lineal”.
Su clasificación fue iniciada por el historiador Enrique Udaondo en el libro Árboles Históricos de la República Argentina (1913) en el que distingue los ejemplares asociados a acontecimientos relevantes. Junto a la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, el autor promovió el cultivo de retoños y fomentó acciones educativas y la declaración de celebraciones como el Día del Árbol (29 de agosto) propuesta por Estanislao Zeballos en 1900.
El primer catálogo de árboles históricos de la Ciudad de Buenos Aires fue publicado en 1962 y tres años después quedó establecido como marco de protección legal la ordenanza Nº 20.745 que dio lugar a la creación del Registro de Árboles Históricos y Notables, que incorporó dos categorías de protección: las de árboles históricos y notables. A lo largo de los años, se formularon subcategorías para una mejor organización del inventario.
“Todas las clasificaciones se aúnan en una característica general entre los ejemplares, la edad avanzada de estos viejos habitantes de la ciudad. Los árboles más añosos rondan los 150 años y pertenecen en su mayoría a especies exóticas como gomeros, olivos, magnolias, y a especies autóctonas como tipas, jacarandás o palos borrachos”, explican desde el área de Arbolado, Marcela Palermo Arce, investigadora y experta en la conservación del arbolado histórico patrimonial.
Las características técnicas, históricas y localización de estos árboles pueden consultarse en Arbopedia, el nuevo portal de la Secretaría que aporta cuantiosa información sobre los árboles de la ciudad y sus cuidados.
Los principales árboles históricos y notables de Buenos Aires: dónde verlos
Históricos
-Aguaribay de Perito Moreno: primer árbol histórico declarado por Decreto. Al ser rematada la propiedad de la familia Moreno, el árbol pasó a formar parte de los jardines del actual Instituto Bernasconi, en Parque Patricios, donde se encuentra dentro de un área protegida. Un monumento y una placa acompañan al centenario ejemplar.
-Retoño del Árbol de Guernica: frente al flanco norte de la Casa de Gobierno se ubica este ejemplar de roble de Eslavonia (Quercus robur). Es un retoño del árbol de Guernica, símbolo de la libertad vizcaína, a cuya sombra juraban los reyes respetar sus fueros.
-Las Palmeras de Sarmiento fueron inauguradas por el ex presidente Domingo Faustino Sarmiento a fines del siglo XIX. La Ciudad plantó 32 palmeras para restaurar su diseño original. Ubicado sobre la actual avenida Sarmiento (entre Figueroa Alcorta y Libertador) fue conocido antiguamente como “las escobas de Sarmiento”.
-Algarrobo de Pueyrredón: retoño de árbol histórico, ubicado en Plaza Pueyrredón. El original, declarado histórico en 1946, se encuentra en la Quinta Pueyrredón, en las Barrancas de San Isidro. El retoño fue plantado en 1966 dentro de los festejos por el 150° aniversario de la Independencia.
-Retoño de la higuera de Sarmiento: los retoños de higuera de la casa que habitó Sarmiento fueron plantados en el Jardín Botánico. Sobre el árbol original se sabe que ya existía en 1801, cuando Paula Albarracín compró la finca, y que sobrevivió en el patio central de la casa hasta que sus hijas resolvieron derribarlo para modernizar el inmueble.
-Retoño del Pino de San Lorenzo: se ubica en las Barrancas de Belgrano. El original se encontraba en el huerto del convento de los Padres de la Compañía de Jesús, en San Lorenzo, provincia de Santa Fe. A su sombra, San Martín firmó el parte de la victoria de la batalla de San Lorenzo en 1813.
Notables
-Olivo del Papa Francisco: está ubicado en Plaza de Mayo. El 29 de marzo de 2000, en un gesto simbólico de compromiso por la paz entre los pueblos, el por entonces cardenal Bergoglio plantó un pequeño olivo en un acto en el que participaron representantes de diferentes religiones. La iniciativa imitó el gesto de Juan Pablo II al plantar un olivo en Tierra Santa junto a jóvenes palestinos y judíos como símbolo del esfuerzo por la paz.
-Palmera de Avellaneda: se encuentra en la Plazoleta San Martín de Tours. La original se situaba en un patio de la casa colonial que habitaba Nicolás Avellaneda. Por la enfermedad que padecía el ex presidente, debió retirarse y se donó a la Ciudad con destino a los nuevos jardines de Recoleta.
-Magnolias del Protomedicato: se trata de dos magníficas magnolias situadas en el frente de la Escuela Nº 22 Guillermo Rawson, en San Telmo. Se presume que podrían ser los ejemplares de mayor edad de la ciudad.
-Ceibo de Jujuy: situado en Plaza Lavalle, fue plantado en la reinauguración de la actual Plaza Lavalle (hasta entonces Plaza del Parque) por Don Torcuato de Alvear en 1878, cuando éste era miembro de la Comisión de Fomento. Se desconocen los motivos de su inclinación, pero se observa ya en ese estado en fotografías de mediados del siglo XX. Fructifica todos los veranos. El actual sistema de apuntalamiento fue diseñado para ofrecer soporte mecánico al árbol en función de la gestión del arbolado patrimonial.
-Esterculia de Plaza Lavalle: es una especie exótica de origen tropical de la cual se conocen sólo dos ejemplares en la Ciudad.
-Gomero de la Recoleta: está ubicado en la Plaza Juan XXIII, fue incorporado en el siglo XVII, pero ante la falta de documentos sobre su origen, se mantiene la historia contada por tradición oral que reunieron distintos autores que atribuyen a los franciscanos, y a otros referentes de la época, su presencia. Hay gomeros similares en la Plaza San Martín de Tours.
-Magnolia de Avellaneda: está situada en la Avenida Berro Adolfo 241, cercano al Jardín Japonés. El ejemplar fue plantado durante la presidencia de Nicolás Avellaneda con motivo del inicio de las obras del Parque Tres de Febrero.
-Palos borrachos de Plaza San Martín: alineación doble que se desarrolla en la parte alta de la barranca y en el bajo, plantada dentro del proyecto de ampliación y remodelación propuesto por Carlos León Thays en 1936.
-Retoño del árbol de Artigas: situado en la Plaza 25 de Mayo, el retoño proviene del árbol que según los relatos históricos compartió los últimos años de vida del “Protector de los Pueblos Libres” durante su exilio en Villa de San Isidro de Curuguaty, en Asunción del Paraguay.
-Grupo de taxodium del Lago Regatas: en el Parque Tres de Febrero, destacan ejemplares de gran porte alineados sobre el borde del lago. Son ejemplares de ciprés calvo (Taxodium distichum) y de la especie Taxodium huegelii, ambas variedades adaptadas a las zonas húmedas.
Cuidado y mantenimiento de los ejemplares
La preservación y mantenimiento de los árboles históricos y notables está regulada a través del “Plan Maestro de gestión del arbolado urbano” mediante el cual equipos especializados se encargan de la inspección y evaluación del estado de estos ejemplares, así como de las acciones para su conservación, seguimiento biológico, aplicación de tratamientos fitoterapéuticos, restauración y mejora del entorno.
Desde hace unos años, los procedimientos de protección del arbolado han incorporado el sistema de diagnóstico por tomografías, que permite observar el estado interno de la madera en fustes y ramas.
“Este conocimiento detallado facilita la elección de acciones terapéuticas específicas a adoptar. En muchos casos, los añosos ejemplares se ven afectados por pudriciones producidas por hongos y bacterias que deben controlarse acompañando el proceso natural de senescencia que, como en todos los organismos vivos, va desequilibrando el flujo energético del sistema con el paso de los años”, agregó Palermo Arce.
Además, señaló: “en casos específicos, se realizan tareas de apuntalamiento o sujeción de ramas o fustes, o el aislamiento del ejemplar para evitar la compactación del suelo y promover la conservación de sus sistemas de raíces o impedir el vandalismo, la trepa o los accidentes provocados por la caída espontánea de ramas que se producen en algunas especies” señaló la investigadora.
En las imágenes, los resultados están reflejados a través de gráficos por tonalidades, que indican un buen estado de la madera o, según el caso, la presencia de zonas en descomposición. Todas las acciones de conservación se diseñan y ejecutan de acuerdo a las normas internacionales y nacionales vigentes con el fin de garantizar la salud del ejemplar y minimizar cualquier riesgo para los usuarios y la fauna del sitio.
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