“Quedate tranquila, el bebé va a nacer en la cama, no hay problema. Va a nacer sí o sí”, le decía Ana Salomone a Macarena, madre primeriza de 21 años, que entre gritos y llantos le pedía ayuda.
A las 9:50 del miércoles 26 de enero, Helena se adelantó 20 días a la fecha que habían estimado para su nacimiento mientras su mamá estaba sola en casa. Una contracción la puso en alerta, pero perder el tapón mucoso y los dolores que la dejaron doblada en la cama, la hicieron notar que el momento tan esperado había llegado.
Como pudo, la joven madre tomó el teléfono y llamó a la línea 107, de emergencias de Córdoba, y allí comenzó la asistencia. Primero, fue el telefonista que atendió, y ante el llanto buscó calmarla mientras intentaba entender qué pasaba del otro lado de la línea ante la desesperación de la chica.
“Estoy por tener un bebé, no llego al hospital. Estoy en mi casa”, dijo como pudo la joven que desde hacía poco más de una hora había comenzado con fuertes contracciones. En ese momento, tomó la posta Ana, médica emergentóloga y coordinadora médica del 107. “Escuchame, mamá ¿puedo confiar en vos? Quedate tranquila, la bebé va a nacer solita”, le llevó calma.
La conversación entre las mujeres duró cerca de 23 minutos. Cuando la cabecita de la pequeña asomaba (coronaba, en términos médicos) llegó la mamá de Macarena que, presa de los nervios, pasó de ser una abuela flamante a la partera de su nieta. Ana sin perder templanza, las guiaba:
—Cada vez que venga una contracción, respirá. ¡Respirá, mi amor!— le indica cómo hacerlo.
—¡Ahí sale, ahí sale! —dice Macarena.
—Por favor, no corten el cordón (umbilical). Limpien el bebé, límpienle la vía aérea. Pónganlo sobre el pecho de la mamá. No corten el cordón, cúbranlo y flexiónenle la espalda para estimularlo. Límpienle la naricita y la boca. ¿Respira el bebé?
De fondo, se escucha el llanto de la beba recién nacida.
—¡Te felicito, les mando un beso inmenso! — dice antes de cortar la comunicación.
El llamado y las indicaciones de Ana
Ana Salomone es nacida y criada en Córdoba. Allí estudió medicina, siguiendo su deseo de ayudar a los demás. Es mamá de Sabrina, de 30; Kiara, de 23 y Martín, de 21.
Para ella, el miércoles 26 de enero, había comenzado a las 7.00 y terminó a las 19.00. “Luego del parto, atendí otras emergencias. No hay mucho tiempo para descansar o caer en la cuenta de lo que pasó cuando se trabaja con la intensidad de las emergencias en la calle”, dice la médica también especializada en traumatología.
La comunicación ingresó antes de las 10 de la mañana a la central de llamados y fue atendida por uno de los telefonistas que se encontró con los gritos de Macarena por el dolor de una contracción. Le llevó unos segundos entender frente a qué situación estaba. Cuando pudo hablar, la joven le indicó que estaba por dar a luz, que su novio se había ido a trabajar y estaba sola cuando comenzó el trabajo de parto.
“Inmediatamente, él me pide asistencia. Tomo su lugar, hablo con Macarena, intento calmarla y recabar datos como su número telefónico, por si la comunicación se cortaba y la dirección exacta para enviarle la ayuda. Apenas me los facilita, se despacha el móvil de emergencia. De ahí en más, establecimos el contacto para lograr lo que se logró: que tuviera tranquila su parto”, le dice Ana Salomone (50) a Infobae sobre el llamado que para ella no le significa uno más. “Escuchar a Macarena, que tiene 21 años, fue como pensar que ella pudo haber sido mi hija”, reconoce quien en varias oportunidades de la conversación llamó “hija” a la parturienta.
“Fue un momento un emotivo, tenso... Todos nos contracturamos en la central, pero fue muy emocionante escuchar a la beba llorar y saber que todo había salido bien, porque la mamá estaba muy asustada. Todos lo vivimos de tal manera que cuando corté, mis compañeros aplaudieron. Todos, sin dejar sus labores, estaban atentos a lo que pasaba en aquella casa”, reconoce.
En ese momento, destaca la labor del equipo: “El primer eslabón de la emergencia es la comunicación telefónica, por eso debe ser correcta y adecuada. Detrás hay alguien que pide ayuda sabiendo que quien contesta el teléfono tiene la solución”.
En los 25 años que lleva como médica de emergencias y de los 22 años en el 107, Ana vivió muchas situaciones al límite que necesitaron de esa primera atención brindada por el grupo de pre arribo, tarea que se da desde la central por personal capacitado para contener, asistir y ayudar a los pacientes. Son, remarca, “el primer eslabón que une a la línea con las necesidades de la población, requiere un trabajo permanente y atención las 24 horas”.
En gran medidas, esos llamados, explica, “suelen darse por obstrucciones de las vías aéreas, paros cardiorrespiratorios o infartos y en esos casos las indicaciones que se reciben desde la línea telefónica cambian el final de la historia o lo intentan. Lo que se busca es que cuando un recurso profesional llegue se encuentre con las condiciones óptimas para poder realizar el traslado. En este caso fue todo tan rápido que cuando la ambulancia llegó solo tuvo que hacer el corte del cordón umbilical”.
“No corten el cordón umbilical”
El pedido reiterado por Ana luego de que Helena nació fue que no cortaran el cordón umbilical. Por momentos, los sonidos confusos en el llamado no daban cuenta si del otro lado la seguían escuchando, pero ella continuaba acompañando a la joven madre y a su bebita mientras esperaban a la ambulancia que la asistió y trasladó a un sanatorio.
“Cortar el cordón con material que no es aséptico haría que la beba tenga que recibir antibióticos para prevenir una posible infección. Mientras mantiene el conectado con la placenta, es indispensable poner al bebé sobre el pecho de la madre para que sienta los latidos de su corazón de su mamá, como cuando estaba en la panza. También tiene que sentir la temperatura de ella en su cuerpito para templarse y debe estar tapado de la temperatura exterior”, dice repitiendo lo que explicaba durante el llamado que marcó su vida.
También recomendó que le masajearan suavemente la espalda a la beba a fin de estimularla y que cuando la pusieran en el pecho de su mamá intentaran hacerla succionar el pezón para empezar a alimentarse. “Se está amamantando”, le informó uno de los policías que llegaron a dar asistencia en el lugar.
Luego llegó la ambulancia y el personal médico cortó el cordón y las trasladó al sanatorio.
Ana siguió en contacto con Macarena y su mamá. “Me mandaron fotos de la beba, que es hermosa. Aún no la conozco porque estoy esperando que pasen los siete días recomendados para los casos de partos caseros, cuando lo mejor es que los recién nacidos no tengan contacto con las personas fuera de su entorno. Pero iré, porque me va a dar mucha felicidad conocerlas”, finaliza.
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