Agarrar la mochila, los anteojos violetas y emprender el viaje: esa es la invitación de “Mapamunda, una guía para viajar con mirada feminista. ¿Por qué? Porque suma visibilizar que las mujeres tenemos necesidades específicas y vivimos situaciones que solo nos ocurren por el hecho de ser mujeres. Acosos sexuales callejeros, códigos de vestimenta, coqueteos a cambio de rebajas en tours y hasta ingresos prohibidos por estar menstruando. Saber nos evita el shock y adelanta posibles soluciones para que cada viajera encuentre en la ruta su mejor porvenir.
“Recorriendo más de 20 países y cientos de pueblos y ciudades en cinco continentes por más de 15 años experimenté momentos de pura alegría pero también de los otros, más difíciles. Por eso sentí la necesidad de informar y de ayudar a viajeras contando lo maravilloso que es viajar y lo que llamo ‘el lado b’: aquello que está silenciado pero que nos sucede por el hecho de viajar siendo mujeres”, dice Ariana Bastos, psicóloga y una de las creadoras de este proyecto que ofrece una edición papel de peso y tamaño liviano para llevar en la valija.
Lejos de la mirada “bajonera”, para Ariana viajar con mirada feminista es asimismo una enorme oportunidad: “En 2018 pasé un mes en Barcelona. La primera semana hice dos free walking tour y todos los referentes de la historia que me contaban eran varones; los nombres de las calles, varones; los artistas, Picasso y Dalí. Parecía que lo único notable era información sobre varones. Me desanimé, me sentí sola en una ciudad hermosa que no me convocaba. Pero un día se me ocurrió googlear ‘Barcelona feminista’ y así un sitio web me llevó a otro y pude conocer la librería Próleg, grupos de debate e intercambio con otras mujeres… empecé a armar una red de actividades y de personas que me permitieron sentir mejor y descubrir una Barcelona increíble, con otros puntos de vista, otras narraciones e historias”.
Bon viatge
Mapamunda está dividida en tres secciones con recomendaciones concretas según las etapas: antes, durante y después del viaje.
Con la convicción de que la aventura comienza desde que le damos forma en nuestras cabezas, la primera parte del libro propone planificar para orientar la espontaneidad y anticipar posibles problemas.
Entre las ideas para la previa surge, entonces, investigar sobre el contexto del destino elegido ─¿cuáles son las creencias, religiones y festividades principales? ¿Es costumbre viajar a dedo? ¿A qué actividades productivas se dedican? ¿Cómo funciona el sistema de salud? ¿Qué medicamentos están disponibles? ¿Se consigue anticoncepción hormonal de emergencia?─, revisar periódicos online para ver de qué van las noticias; armar playlists con músicas de mujeres del lugar y buscar sus referentas del pasado y del presente.
El acoso sexual implica un ítem aparte. Distintos informes aseguran que entre el 40 y el 100% de las mujeres han soportado gestos o comentarios obscenos, toma de fotografías o videos no consentidos, arrinconamientos y exhibicionismos en las calles, en los transportes públicos y en centros comerciales a lo largo de sus estadías de gira.
Siguiendo la guía, prever posibles abusos en un plan de contingencias permite contar con herramientas para afrontarlos: “Pensar qué contención necesitarías en ese momento, quién podría acompañarte y brindarte asesoramiento según el caso y el destino al que vayas. Aconsejamos incluir a alguien del entorno cercano y que sepa que será a quien acudirás de ser necesario”.
Natalia está radicada en Bolonia con su novio carabinieri. Se conocieron en las ruinas de Pompeya, mientras ella recorría Italia sola. Casi cinco años después recuerda la anécdota de la primera cita: “Les conté a dos amigas de Argentina dónde iba a ser el encuentro, a qué hora y les compartí su perfil de Facebook para que tuvieran fotos. En el bar, además, le hice saber a él de esta red: quería que tuviera claro que si me pasaba algo ellas estaban al tanto de todo”.
Aunque algunos lo crean exagerado, las mujeres organizamos estrategias de cuidados no solo cuando decidimos encarar un viaje. Acompañarnos a la parada de un colectivo, whatsappear cuando bajamos de un taxi o avisar la dirección de una entrevista de trabajo son maniobras de todos los días. Estar sola lejos de los espacios de pertenencia requiere todavía un poco más de previsión.
Hace unos meses, por ejemplo, Noemí aceptó ser parte de una misión a Kabul como representante de una prestigiosa organización humanitaria. La búsqueda de información que la tuvo ocupada antes de subir al avión ayudó a empacar la joyería: “Cuando llegué al aeropuerto de Islamabad para hacer escala me puse la alianza de mi papá de separado. Sabía que tener ese anillo me podía ahorrar un montón de preguntas y de avances que no quería atravesar”.
Todo viaje es político
Ya en viaje, Mapamunda recomienda averiguar por tours feministas o guiados por mujeres que abran el juego.
“Estar atentas a información que no es tan visible pero sí enriquecedora, porque no se reduce a la historia con mayúscula que es patriarcal, hegemónica y que deja en segundo plano a mujeres que son o han sido importantes en la comunidad que visitamos”, plantea Ariana.
Dar una vuelta por alojamientos y pedir opiniones de primera mano a mujeres que se estén hospedando o utilizar aplicaciones que habiliten optar por conductoras para traslados internos son otras de las tantas sugerencias que presenta el libro.
Para Ariana cualquier travesía es política: “Viajar es increíble pero está bastante romantizado a la vez. Estar lejos y sin trama de apoyos cerca requiere cierta preparación para sortear situaciones que pueden ser shockeantes, por el hecho en sí y por no haber estado advertidas. Situaciones que son reales e importantes de visibilizar. Porque las mujeres nos merecemos tener también los mejores viajes y las mejores experiencias”.
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