No hay día sin medialuna en Mar del Plata. Es un ritual casi obligado de locales y turistas que vienen a comprobar el mito de que las facturas marplatenses son las más ricas del país. Durante todo el año, y en especial con la llegada de los veraneantes, es común ver largas filas para degustar las aclamadas preparaciones recién horneadas. Con orgullo los especialistas aseguran que hacen las mejores y que el secreto está en la selección de las materia prima y la ejecución de recetas que se trasladaron de generación y en generación.
“Me preguntan por las medialunas. Les dejo un listado para que hagan su propia ruta de la medialuna. La font D’ oro, la Boston, Sao, Baguette, Tio Curzio, Vía Appia, Chill out, Grinder y El Cóndor”, escribió en su cuenta de Twitter, la periodista influencer Sol Rizzo. Es palabra autorizada: como catadora apasionada del croissant se ganó el título de “Santa Patrona de la Medialuna Marplatense”.
-¿Qué tiene de especial la medialuna marplatense?
-Primero son dulces o saladas. Se suele decir que la diferencia de las medialunas marplatenses está dada por el agua. Y eso es un mito, porque se elaboran con leche y algo de miel.
Para Rizzo, declarada también Embajadora Turística de Mar del Plata, por el Emtur, “las medialunas más ricas de Mar del Plata marcan la diferencia, porque quienes las elaboran son muy respetuosos con el producto, las materias primas y los tiempos”.
Resulta ineludible mencionar a las más conocidas, aquellas que continúan en lo más alto de las preferencias del público, como son las de la Confitería Boston. En 1958, la primera sucursal de la confitería se ubicó en la calle Buenos Aires 1927, entre Belgrano y Moreno. Las crisis económicas la golpearon y la mayoría de sus negocios tuvo que cerrar. Pero siguen siendo un clásico y hoy cuenta con un gran local en la zona de Constitución.
La premisa : la calidad del producto tiene que ser la mejor. Y lo lograron. “La receta es la original. Lleva un gran trabajo: se amasa el pastón hoy para que salga en dos días”, detallan desde el local. “Se hace con leche, algo de miel, manteca y harina cuatro ceros”, revelan. Luego de dejarla reposar y refrigerar, “se le da la forma y entra al horno por siete minutos”. Aún caliente se “pinta” con el almíbar 100% casero.
La ruta de la medialuna sigue en SAO, fundada en 1952 por Don Ángel Garcia, un inmigrante español que también dio vida al parador rutero Atalaya, famoso por su producto. Hoy la empresa sigue siendo familiar y tiene distintas sucursales que funcionan como lugar de despacho donde todos los que están en La Feliz vienen a buscar boxes para acompañar el mate.
La clásica medialuna dulce sigue siendo la más popular y dicen los expertos que el gran sabor es por la manteca. Pero también evolucionan con medialunas de autor que tiene rellenos de Nutella, Chocolate Bariloche o manzana con canela.
El italiano Don Curzio Benedetti, junto con su esposa Franca, inició el espacio que lleva su nombre, allá por 1965. Con vista a la popular Bahía Varesse, sigue siendo elegido por sus elaboraciones artesanales. Su sello distintivo es el tamaño y la sensación de aire al morderlas.
La Fonte D’Oro ya acumula cinco décadas de historia en pastelería tradicional, desde que se estableció en la clásica esquina de San Martín y Córdoba. Si bien hoy ofrece servicio de almuerzo y cena, la parada obligada es la hora del té o desayuno. Venden más de 1.200 docenas al día.
La principal característica de esta medialuna es el almíbar, un factor determinante en su sabor y aroma. Con un nivel de producción importante están frescas y crocantes a toda hora.
La historia de Dov es reciente. Fernando Gagliardo, su creador, se propuso en 2015 revivir la medialuna marplatense. “Percibimos que había perdido su esencia y la excelencia”, relata. Arrancaron en la zona de Punta Mogotes y hoy se expandieron con seis locales. “Siempre mantuvimos el perfil bajo, y la aceptación fue inmediata. Los que las probaron dicen que son más dulces y húmedas”, dice con orgullo.
El recorrido finaliza en Vía Appia, un negocio familiar que mantuvo su espíritu. Pedro Montes, uno de los maestros pasteleros de Mar del Plata, fue el encargado de transmitir el oficio a las siguientes generaciones. Las facturas salen a toda hora, aunque la gran estrella es la medialuna clásica que se cocina de la misma manera desde hace más tres décadas.
Fotos: Mey Romero
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