Durante noviembre de 1980 en los diarios de Mar del Plata se publicó un rumor. Sostenía que Queen, la banda liderada por Freddie Mercury se presentaría durante febrero en la ciudad. Los más jóvenes se entusiasmaron. Algunos empezaron a ahorrar, otros le pidieron dinero a sus padres. Hubo, también, muchos, en especial adultos, que descreyeron. “¿Cómo una banda del tamaño y la jerarquía de Queen tocaría en el país? ¿Cómo llegarían a Mar del Plata?”.
Pero el trascendido se confirmó muy rápidamente. Una ola de fervor se instaló en la ciudad entre los fanáticos del rock. Otros, desde distintos puntos del país, planearon pasar unos días en la ciudad balnearia para armar un gran programa: sol, playa, casino y, como enorme e inusual atractivo, Queen.
Aunque al principio se anunció para los últimos días de febrero, la presentación de la banda inglesa fue el 4 de marzo de 1981. No importó que fuera miércoles. El estadio mundialista José María Minella explotaba. El encargado de la producción fue el empresario marplatense Ricardo Pollera. “En los ochenta yo trabajaba con mi papá. Estaba a cargo de su parque de diversiones, Play Land Park. Una noche mientras estaba en la ciudad de Corrientes me llamó al locutorio, como lo hacía de forma habitual. Entonces me comentó: ‘¿Qué te parece Genesis?’. Yo era disc jockey y tenía 20 años. … ‘¿Y Queen te gusta? ¿Qué te parece que los traiga el 4 de marzo?’. No podía creer lo que me estaba comunicando”, recuerda frente Infobae Ricardo Pollera.
Pasaron más de cuatro décadas y Pollera no puede borrar ningún detalle de esa vorágine de adrenalina. “Después del show de Queen, nunca más hubo una presentación igual en Mar del Plata”, dice. “Marcó un antes y un después en toda la industria”. Aunque hoy, a la distancia, parezca un negocio infalible, el riesgo era muy grande. Por un lado era algo que no se había intentado antes en la ciudad (tampoco en el país). Por el otro, las condiciones económicas del país y su inestabilidad habitual lo convertían en un negocio de un riesgo enorme. Basta recordar la experiencia de Palito Ortega y Frank Sinatra que ocurrió poco después del arribo de Queen y que le provocó un doloroso quebranto financiero al cantante tucumano.
Días después del anuncio se puso en marcha la venta de entradas. El año empezó con largas filas en varios locales que Pollera Producciones alquiló en el centro de la ciudad. El 1 de enero las colas llamaron la atención de los turistas que preguntaban qué sucedía. La expectativa era enorme. “En total fueron 25.000 aunque entre las invitaciones, y otros “colados”, la cifra fue bastante superior”, relata Pollera.
Después de tocar en Vélez el 28 de febrero, Queen viajó a Mar del Plata. La banda y el resto de la delegación se hospedó en el icónico Hotel Provincial, diseñado por Alejandro Bustillo. “Como era de esperar la lista de preferencias, por no decir de caprichos, era muy grande”, recuerda Pollera. “Pedían productos de ciertas marcas internacionales que era difíciles de conseguir. Igual mi viejo logró satisfacer cada uno de sus requerimientos”.
Freddie casi no salía de su habitación por temor al acoso de la prensa. Según relatos de varios testigos, su pareja de entonces, Peter Morgan, le ofreció salir de compras por la ciudad. Pero Freddie se negó, prefirió permanecer en el hotel. Un par de horas después, el artista vio desde la ventana de su habitación a su pareja hablando con un joven por la Rambla. Los celos fueron inmediatos y la ruptura también.
Ricardo confiesa que el vocalista pidió un lugar tranquilo para descansar “así que mi papá le cedió la Quinta que tenía en Batámuy cerca de donde hoy está la cárcel, para evitar el contacto con los fans y posibles paparazzi”.
“Un despliegue de locos”, tituló el diario El Atlántico el 5 de marzo. “En un escenario espectacular, con despliegue técnico nunca visto en Mar del Plata, Queen arrasó. Los que optaron por el césped, la vivieron de cerca”, señaló la crónica posterior al recital. Se debe tener en cuenta que en la época, los espectadores argentinos no estaban habituados a los shows multitudinarias en canchas de fútbol. El otro elemento excepcional era que las bandas que estaban en el pico de su rendimiento no llegaban hasta Sudamérica. Y en 1981 Queen era EL grupo para ver en vivo.
Pollera vio todo el show desde el lateral escenario: ”A pesar de estar trabajando, ver el recital fue algo inexplicable. La propuesta visual fue única, e impactaba ver a Freddie en movimiento”, recuerda.
Freddie Mercury, Brian May, John Deacon y Roger Taylor, en el pináculo de sus fuerzas, hicieron vibrar al público con las nuevas canciones de The Game, el álbum que originaba la gira, como Another One Bite The Dust y Crazy Little Thing Called Love. También tocaron sus grandes clásicos como Bohemian Rhapsody, Keep Yourself Alive, Killer Queen, Somebody to Love, Don’t Stop Me Now y Now I’m Here, entre muchas otras.
La capacidad del estadio estaba rebasada. Entre entradas de más, invitados y colados no quedaba un lugar libre. Afuera quedaron varios miles de personas que fueron para estar cerca del gran evento. Como ya habían tocado en Buenos Aires y su arribo al país había sido hacía varios días, se había generado una Queenmanía. Y nadie quería perdérselo. Pero no había lugar para todos. Los que no pudieron ingresar, vivieron la presentación desde afuera del estadio. El sonido que trajo la banda era de una potencia extraordinaria, muy novedoso para la época. “El sonido se escuchaba a casi 20 kilómetros”, destaca Pollera.
Varias nubes negras habían amenazado arruinar el gran momento durante todo el día. Pero como si hubiese estado planeado, el cielo resistió. El clima también se confabuló para que fuera una gran fiesta. El recital finalizó cerca de las 11 de la noche. Cinco minutos después se desató una gran tormenta. “Se alineó todo para que fuera una noche inolvidable. Para mi papá, el de Queen fue el mejor show que produjo. Lo más emblemático que hizo en toda su carrera”, admite Ricardo. Trascendió que Pollera ganó un millón doscientos mil dólares con ese solo recital.
No sólo hay fotos que recuerdan ese momento. También existe un registro sonoro de esa gran presentación. Fue realizada por Manuel Rodas, productor musical. Tenía apenas 20 años cuando decidió ir a ver a su banda favorita. “Nunca había ido a un recital. Compré la entrada, y fui. En esa época no había el control que hay hoy en los estadios, así que llevé mi grabador. Logré registrar todo el espectáculo, que ocupa cinco cintas”. Ese material “pirata” aún se puede escuchar y todavía circula en las redes y entre los fanáticos.
Tanto la prensa como los fans quedaron deslumbrados por la performance del grupo británico. Fue un show de una calidad e intensidad nunca vista hasta ese momento en la Argentina. No fue su última presentación en el país. La siguiente fecha fue en Rosario y todavía regresaron a la cancha de Vélez para un show más que fue televisado en directo para todo el país.
Los músicos no sabían qué les esperaba en Argentina; había incertidumbre entre ellos antes del viaje. Quedaron maravillados por la calidez y la intensidad del público. “Estaban felices e impactados por la recepción de la gente. No podían creer como en un país de habla hispana cantaran y conocieran cada uno de sus temas”, afirma Pollera.
El recital de Queen fue uno de los grandes momentos musicales en la historia de la ciudad. La primera vez de un grupo de primer nivel en la cúspide llegaba a Mar del Plata. La prueba está en cómo perduró en la memoria de cada uno de los espectadores que estuvieron presentes. Para todos se trató de un momento absolutamente inolvidable.
SEGUIR LEYENDO: