—Escuchá, ¿te dije que te amo? — pregunta Santiago.
—¡Yo también! — responde Lidia.
—¡Yo más! — insiste él sonriendo.
—¡Yo más! — insiste ella con mirada pícara.
Santiago Murua (40) creció muy cerca de Lidia, su abuela “mimosa”, como le dice. De sus años de infancia, la recuerda cosiendo zapatos junto a su abuelo, en la casa de campo en las afuera de Córdoba, cocinado guisos de arroz, peleándola porque él es fanático de Belgrano y ella hincha de Talleres... La recuerda con los mismos gestos que hoy muestra en las redes sociales: sonriendo, siempre sonriendo.
Hace 10 años, la abuela que emociona con su mirada y divierte con su sinceridad, sufrió un ACV que la dejó prácticamente postrada. Tiempo después, mientras hacía terapia física para recuperar un poco de movilidad de su cuerpo, se cayó y quebró la cadera.
“Si antes tenía miedo de caminar, imaginate ahora... Hoy su vida pasa por su cama y su tele”, cuenta el nieto de Ana Lidia Carrasco, nacida en España en 1929 y llegada a la Argentina en brazos de su madre y con pocos meses de vida. Tiempo después, arribó su padre y la familia se radicó definitivamente en una casa de campo de Villa Retiro, en Córdoba. Allí forjó sus raíces.
“Se crió en el campo, allí pasó toda su infancia. Tuvo cuatro hermanas y siempre nos decía que soñaba con volver a su tierra natal aunque no sabe si aún tiene familia. Ya no podrá porque no tiene fuerzas para caminar”, lamenta el nieto y cuenta que gracias a la viralización de sus videos al lado de su abuela, muchas personas se ofrecieron a donar dinero para que Lidia realice el viaje de sus sueños.
La historia
Desde hace cinco años, Lidia vive con los padres de Santiago en Río Ceballos y la miman a tiempo completo, devolviéndole el amor que sembró. Para animarla, cuando comenzó a recuperarse de las secuelas motrices que le dejó el ACV, su nieto Santiago decidió filmar videos con ella y mostrarla tal cual es: “ocurrente y sincera”, asegura.
Los primeros contenidos los compartió en su cuenta de Facebook, pero no tuvieron éxito. “¡Con TikTok explotaron! La gente la ama y cuando me cruzan por la calle mandan saludos para ella”, dice quien pasó de tener unos pocos seguidores en Instagram a más de 22 mil y otros 408 mil en TikTok en poco tiempo. En esas redes recibe miles de mensajes diarios felicitándolo por su abuela.
“Los abuelos no son descartables, son nuestro tesoro; y si mis videos sirven para que los mas jóvenes vean eso estoy hecho”, reflexiona Santiago y cuenta que sus tres hijos varones, apenas llegan a la casa corren a saludar a la bisabuela Lidia. “Les enseño que todos vamos a llegar a viejitos y que hay que cuidar a los abuelos”. Lidia tiene 11 bisnietos, 24 nietos y cuatro hijas. “Está rodeada de amor. Somos muy unidos, siempre nos reunimos en la casa de mi vieja y ella es la estrella de la familia”, reconoce emocionado.
Entre lamentando e indignado cuenta que “cuando se rompió la cadera estaba acompañada de un profesional que la hizo parar y apoyarse contra la pared y se cayó”. Antes de eso, dice, que podía caminar dentro de la casa con ayuda. ”Ahora no, solo se siente segura en la cama y con su tele. ¡Ah, pero está muy lúcida! Mira el noticiero todo el día y comenta las noticias, le gusta estar bien informada y hablar de fútbol aunque parece que le gusta Talleres, tiene ese ‘problemita’ -bromea- pero yo le pongo encima la camiseta de Belgrano para molestarla”, cuenta sobre los chascarrillos a su abuela.
Admirado por la devoción de su propia madre, sigue: “Es increíble lo que hace mi mamá todos los días por mi abuela. Imaginate que está casi postrada en la cama, no camina, la tiene que cambiar, cocinar, bañarla. La tiene como una reina y no se cansa de ayudarla todo el tiempo. ¡Mi abuela es todo para mi vieja! Mi viejo también se ocupa de ella y yo los visito tres veces por semana”, cuenta el joven, que vive a 28 kilómetros de su abuela.
Sorprendido, reconoce que aunque tenía la esperanza de que sus videos traspasaran el océano, aún no lo contactaron familiares de España. “No pierdo las esperanzas, no sé quiénes quedan allá, pero sería bueno que la conocieran”, pide.
Volviendo a su infancia, recuerda: “De chico siempre iba a visitarla a ella y a mi abuelo; y ella, que fue ama de casa, siempre cocinaba, amasaba... Vivía caminando, yendo y viniendo de un lado al otro. Construimos una relación hermosa, tanto así que cuando yo tenía unos 15 años, quería salir con mis amigos y no tenía plata, iba a la casa, le cortaba el pasto ¡y me daba $ 35! Vivíamos a cinco cuadras de distancia y todas las tardes la visitaba para tomar el té, nunca dejé de verla. Toda mi vida me acompañó, creo que como soy el nieto preferido, por eso tenemos esta relación y dinámica”.
Lidia sabe que miles de personas la ven a diario, que los videos que Santiago comparte con ella son conocidos en todo el país y eso le gusta. Quiere que le lea los mensajes le dejan. “Me pregunta qué saluditos hay para ella, qué le dicen... Y a mi me hace feliz porque para mi ella es todo, la amo y no sé qué voy a hacer cuando no la tenga más. No lo quiero imaginar, por eso la disfruto cada vez que nos vemos y no dejo de decirle cuánto la amo”, termina.
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