“La Razón y Del Plata”: el curioso barrio salteño en el que las calles tienen nombres de diarios, radios y periodistas

Está ubicado en la zona sur de la ciudad capital y lleva el nombre de El Tribuno, el principal matutino de la provincia. Su particular historia

El barrio está ubicado en la zona sur de la ciudad capital y lleva el nombre de El Tribuno

Adrián Herrera tiene 59 años y dice que lleva 45 como canillita. Habla debajo de un sol de mediodía que raja la tierra, protegido por una gorra descolorida y refugiado bajo una sombrilla que dibuja en el suelo una pequeña sombra en la que apenas calza él sentado.

—Toda mi vida i’sido canillita. A lo único que me dediqué fue al diario. En 1976 yo iba a cuarto grado y ya vendía el diario.

Adrián nació en Potosí, Bolivia. Sus padres llegaron a Argentina y se instalaron en Salta, donde él se inició desde pequeño en un oficio que nunca más soltó. Su puesto está ubicado en el cruce de dos avenidas que marcan el ingreso a uno de los barrios más curiosos y conocidos de la ciudad. Levanta el dedo y señala el territorio mientras habla:

—En esta zona el primer barrio fue El Tribuno, después hicieron otros dos en frente. A toda esta zona se la conocía como Limache. Todo era descampado.

El canillita reconstruye su historia y la del lugar desde La Capital de Rosario, que si bien es el diario más antiguo de Argentina que aún se mantiene en circulación -fundado en 1867-, también es una calle salteña. En la esquina de Adrián, el Decano de la prensa argentina se cruza con La Nación, fundado apenas tres años después. La explicación es sencilla para él:

—El barrio siempre tuvo calles con nombres de diarios.

Adrián Herrera, canillita salteño

Sucede que El Tribuno es el diario más popular de la provincia, pero también es un barrio en la zona el sur de la ciudad capital, cerca del Aeropuerto Internacional General Martín Miguel de Güemes, y sus calles hacen gala de una particularidad poco vista en el país: se puede caminar a lo largo de Diario Los Principios y cruzar El Liberal, El Día de La Plata, El Litoral, El Diario de Cuyo, La Capital de Mar del Plata y Diario de San Luis, entre otras calles.

La Nación es paralela a El Clarín, nunca se conectan; y entre ambas, sobre La Gaceta, una cuadrilla de obreros trabaja en el arreglo de baches. Más adelante, desde las ventanas abiertas de una casa en la esquina de La Unión de Catamarca, una radio vieja musicaliza las primeras horas de la tarde con una chacarera de Los Chalchaleros.

Las particulares calles del barrio El Tribuno

A la vuelta, la gente hace cola para comprar en una verdulería sobre El Clarín, casi en la esquina con Los Andes de Mendoza, y una cuadra más allá, antes de llegar a La Voz del Interior de Córdoba, desde el estéreo de una vieja camioneta con el escudo del club San Martín de Tucumán en una de sus puertas, se escucha una zamba en la voz del Chaqueño Palavecino.

En sus tiempos mozos, el Rana fue futbolista profesional y jugó bajo el sol norteño, pero ahora viste un sombrero que parece de paja e invita a pasar a la sombra del hall de su casa. Tienen la puerta abierta de par en par y pega el grito para invitar a su esposa a la charla:

—¡Vení, quiere conocer cómo era antes el barrio!

Ella, amable, sale mientras se limpia las manos con el delantal: estaba cocinando. Cristina Báez (72) y Raúl Alberto “El Rana” Menéndez (75) fueron de las primeras familias que llegaron al barrio allá por 1973.

—La mayoría a la que se le adjudicaba la casa era gente que trabajaba en el diario. En algunas también vivían sus padres o hijos —recuerda la mujer.

—Esto estaba planificado. La planta del diario ya estaba y le correspondía estos terrenos. Las calles tienen nombre de diarios porque al barrio lo hizo Don Roberto Romero. Yo jugaba en Juventud Antoniana, y me dieron la casa a través del banco —detalla el Rana.

Raúl Alberto “El Rana” Menéndez (75) y Cristina Báez (72) viven sobre La Voz del Interior, el diario de Córdoba

La primera edición de El Tribuno salió a las calles el 21 de agosto de 1949 y la planta editorial siempre estuvo en la zona sur de la ciudad. A principios de los ‘70, ya con otros socios, en los terrenos linderos se construyó el barrio homónimo. Roberto Romero, quien era por aquellos años uno de los principales accionistas y director, llegó luego a ser gobernador de la provincia entre 1983 y 1987. Su hijo, Juan Carlos, actualmente senador nacional, también ejerció la dirección del diario antes de sus tres gestiones como gobernador salteño en los ‘90.

—¿Sabés lo que pasó? Él hace el barrio y entonces quiso que se pusieran nombres de todos los diarios del país —cuenta Cristina apoyada en el marco de la puerta.

Y continúa relatando la vida en el barrio, que más allá de los nombres de las calles, está lejos de los titulares de los medios nacionales:

—Acá es tranquilo. Con todos los vecinos nos llevamos super bien. Lo único que necesitamos es que haya médico a la noche. Porque generalmente los viejos se enferman por la noche y no hay un médico acá. Hay que irse hasta el Intersindical y a veces ni llegás.

Los barrios que acompañan a El Tribuno de ambos lados del mapa también mantienen la particularidad, tal como lo precisa el Rana:

—El Intersindical tiene nombres de radios y en el barrio El Periodista fijate los nombres que tienen las calles: son todos periodistas.

Las calles con nombres de radios del Intersindical, el barrio vecino a El Tribuno

A unas siete cuadras, pero sobre La Nueva Provincia, vive Sergio “Ciego” Costello (72) y su familia. Él también registra un pasado como futbolista: de hecho llegó a enfrentar a Diego Armando Maradona como arquero de Central Norte. Ciego también tiene una teoría sobre la historia detrás de los nombres de las calles:

—Imagino que es un homenaje que se le hizo a todos los diarios de la Argentina y también a los periodistas, porque los que sustentan a un diario son ellos. Pienso que fue un reconocimiento a esa gente. Capaz que algunos diario ya no existen, pero la gente acá ahora sabe cuál pertenece a cada provincia.

El calor no cesa en la tarde de El Tribuno y Adrián, el canillita, sigue en su esquina. Ahora se resguarda del sol en el modesto kiosco que construyó hace unos meses en el cruce de La Capital y La Nación. Cuenta que en mayo de 1983 su hermano murió en un accidente de tránsito frente a la planta editorial: transportaba entre 400 y 500 ejemplares del día en una motocarga y fue atropellado por un colectivo durante la madrugada. Su vida está ligada al oficio tanto en el pasado, como en el futuro:

—Deberemos estar ganando un 25 por cada diario ya. La Nación y Clarín sólo llegan los sábados y domingos. Van desapareciendo todas las revistas, por eso también quedamos mal con el cliente. No sé si será porque estamos lejos de Buenos Aires. No sé cuál es el drama. No sé en qué terminará esto.

El histórico Diario La Opinión y la radio local Joaquín V. González tienen sus calles en el barrio

—Pero ustedes siguen trabajando todos los días.

—Es muy sacrificado, pero ya se pierde esto de ser canillita. Ya se pierde todo lo que es diarios y revistas. Las revistas ya no llegan y los diarios no se venden porque todo es celular ahora.

Adrián piensa que los diarios y las revistas se pierden, pero el papel sigue dando pelea para contrarrestar esa teoría que ya lleva largos años. La prueba de eso también es su oficio y su trabajo. En El Tribuno, en tanto, los que sí se pierden son los carteles que señalizan las calles: quedan pocos en pie y están en peligro de extinción.

Adrián y sus amigos canillitas en su kiosco ubicado en La Capital y La Nación

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