El tango fue declarado patrimonio intangible de la Humanidad en septiembre de 2009 y une a las dos orillas del Río de la Plata, es decir que es rioplatense. Nacido en los arrabales de Montevideo y Buenos Aires, se expandió rápidamente desde las periferias hacia el centro de ambas metrópolis. Este ritmo, en principio, fue un baile solo de hombres para luego incorporar a la mujer. Podríamos decir que el tango era una danza de guerra entre compadritos. Nace con raíz multiétnica y pluricultural. Una mezcla de candombe, milonga, polka y vals, entre otros géneros musicales. Mixtura que se transformó en ese producto tan particular que hoy nos representa en todo el mundo. El primer tango entendido como tal es del compositor y pianista afro-porteño Anselmo Rosendo Cayetano Mendizábal y el tema se llamaba “El entrerriano” y fue compuesto en 1897.
Música orillera y arrabalera como describe Ángel Villoldo -que para muchos es el padre del tango canción- en su obra “El choclo”: “salió del sórdido barrial buscando el cielo…”, donde el lunfardo reinaba cual soberano absoluto. Era natural que la jerarquía católica viera con muy malos ojos esa música que poco tenía que ver con la decencia. Por su propia pertenencia a la cultura popular de las orillas, del malevaje, sumemos a esto el movimiento de los cuerpos muy entrelazados entre sí, sobre todo que en los comienzos que se bailaba entre dos hombres tomados por las manos y la cintura.
Mientras en las parroquias de los arrabales de Buenos Aires como la Boca, Barracas, Pompeya, Balvanera… (la mayoría a cargo de los padres salesianos, franciscanos o bayoneses) no molestaba en absoluto y lo veían como una expresión musical y de danza del pueblo a quienes ellos pastoreaban; en el vértice opuesto de la misma ciudad, en las parroquias de clase acomodada se indicaba como una manifestación indecorosa y obscena. Al igual que los escritores argentinos Larreta, Lugones e Ibarguren; los párrocos de los sectores acomodados consideraban al tango un baile lascivo y pecaminoso.
Cuando el tango llega a París y es aceptado por la sociedad parisina y luego por Europa, en las clases altas de nuestro país cambian las miradas abruptamente sobre la danza y su música. Villoldo lo expresa claramente en “El choclo”: “Carancanfunfa se hizo al mar con tu bandera/ Y en un perno mezcló París con Puente Alsina…”
Al punto tal llegó la controversia sobre la moralidad de esta danza que en cierta ocasión, dicen, el Papa pidió que se bailara frente a él un tango, para emitir su juicio. Las versiones de este evento se refieren a tres papas diferentes: Pío X (1903-1913), Benedicto XV (1914-1922) y Pío XI (1922-1939). No hay registro en los anales de la Santa Sede de dicho evento. No obstante, aunque no haya registro no significa que no hubiera ocurrido, porque los temas de la cotidianeidad o encuentros extra-oficiales no se registran en las actas oficiales. En cambio sí está registrado que el tango fue bailado delante de Pio XI. El hecho ocurrió el 1 de febrero de 1924 a las 9; el Papa esperaba el evento en la sala del trono del palacio apostólico. Observó la danza, dijo unas palabras; bendijo a los concurrentes, fueron repartidas estampas y medallas y se retiró sin emitir ningún juicio acerca del tango.
Mientras tanto, los compositores llenaban sus letras de temas relacionados con la religión. Son innumerables las menciones de Dios, la misa, la Virgen y demás temas religiosos en las letras de los tangos.
“Padre nuestro” de Alberto Vaccarezza, clama a Dios por el amor que se fue: “Padre nuestro, que estás en los cielos.../que todo lo sabes, que todo lo ves.../¿Por qué me abandonas en esta agonía?, /¿por qué no te acuerdas de hacerlo volver?”.
“Adiós, muchachos” de César F. Vedani y Julio C. Sanders: “Es Dios el juez supremo. No hay quien se le resista/ Ya estoy acostumbrado su ley a respetar…”
“Misa de Once” de Armando Tagini: “No sé si era pecado decirte mis ternuras…/allí, frente a la imagen divina de Jesús…”
Miguel Bonano, junto con Alfredo Bigeschi compuso “La novena”. “Al pie de la Santa Cruz” de Enrique Delfino y Mario Battistella en el cual se compara a un condenado a la prisión de Ushuaia con Jesús: “Mientras tanto/ al pie de la santa Cruz/ una anciana desolada llorando implora a Jesús: “Por tus llagas que son santas/ por mi pena y mi dolor, ten piedad de nuestro hijo/ ¡protégelo, Señor!”. “Cruz de palo” de Enrique Cadícamo; “La capilla blanca” de Héctor Marcó y Carlos Di Sarli: “En la capilla blanca de un pueblo provinciano/ muy junto a un arroyuelo de cristal/ me hincaban a rezar tus manos…Tus manos que encendían mi corazón de niño / y al pie de un santo Cristo…”. “El Milagro” de Homero Expósito. “Si volviera Jesús” fue una letra alusiva al tema, compuesta por Dante Linyera. José María Contursi incluye la imagen del Cristo en el tango “Grisel”. Eladia Blázquez, una de las mejores compositoras de tango canción, si no la mejor, evocará a Dios en casi todas sus composiciones; En “Qué buena fe”, dirá: “¡Qué buena fe…!/Que Dios me ha dao. / ¿Y para qué?… Me han estafao”.
“Frente al mar” de Mariano Mores y Rodolfo Taboada nos dice sin reparos que esta “frente a Dios”. Horacio Ferrer y Astor Piazzolla escribieron varias obras en conjunto, en las cuales la liturgia religiosa está muy presente, como en “Balada para un loco”, “Chiquilín de Bachín”, “La bicicleta blanca”, o “Milonga del trovador”.
Pero si en el tango la madre, la viejita, es omnipresente, no podía faltar la mención a la Virgen María en sus letras. Ferrer y Piazzolla compondrán “María de Buenos Aires”, una ópera-tango en dos partes. Obra bastante surrealista pero llega, entre líneas; (o no tanto) el mensaje es claro: hablan de la Virgen María. De esta ópera se extrae la milonga “Anunciación”.
Enrique P. Marino y Félix Scolati Aimeyda “Medallita de los pobres (Virgencita de Pompeya)”: “Medallita de los pobres/ Virgencita de Pompeya nacida en el barrio turbio, como una flor del suburbio que embelleció el arrabal / te llevo siempre en mi pecho de malevo y de compadre / porque te colgó mi madre pa’ defenderme del mal…”. Muchas otras advocaciones de la Virgen harán su aparición tanguera, como ser “Virgencita de Luján” de Juan M. Velich y Francisco Álvarez; “Virgen de Guadalupe”, de Luis Rubinstein y Francisco Pracánico. Alfonso Casini escribió “Virgen de Lourdes” la cual fue interpretada muchas veces por Agustín Magaldi: “Virgen, Virgen de Lourdes a que me ayudes vengo con fe / Quiero con tus milagros, poder cuidarlo en su niñez. / Virgen no me abandones. Hace pa’ mi hijo que viva yo…/ Porque jamás lo podré dejar sin madre y sin hogar”. El mismo Agustín Magaldi profesaba gran devoción a la Virgen de Lourdes y concurrió en varias oportunidades a la gruta de Santos Lugares, dado la enfermedad que padecía y el nombre de su familia figura en uno de los bloques de mármol donados para la construcción del templo.
Pero sin duda, el compositor y poeta que más alusión hace a Dios es Enrique Santos Discépolo. De sus cuarenta y cuatro tangos compuestos en veinte menciona a Dios. Por ejemplo en “Malevaje”: “Decí, por Dios, qué me has dao/ que estoy tan cambiao/ no sé más quién soy…”; y culmina el tango diciendo: “… Ya no me falta, pa’ completar/ más que ir a misa e hincarme a rezar”.
Pero es el tango “Tormenta” donde Discépolo logra plasmar mayor dramatismo religioso. No hay otro tango que trate el tema de la fe como este. Un grito desgarrador que Discépolo, al igual que Job del Antiguo Testamento, le hace al mismo Dios. Un rugido ante el silencio de Dios frente a la maldad del hombre. El autor expresa que se siente estafado por ser bueno y por seguir la enseñanza de la fe; observando cómo a su alrededor los malos viven mejor que él, que intenta seguir los pasos que la fe en Cristo y sus mandamientos sobre la decencia y amor al prójimo. Este tango, como todos los de Discépolo, posee una actualidad increíble. Como decían los latinos Corruptio optimi pessima. Veamos algunos de sus versos: “…Yo siento que mi fe se tambalea, Que la gente mala, vive / ¡Dios! mejor que yo... / Si la vida es el infierno y el honrao vive entre lágrimas, / ¿Cuál es el bien...del que lucha en nombre tuyo, / Limpio, puro?... ¿para qué?...Si hoy la infamia da el sendero / Y el amor mata en tu nombre, ¡Dios!, lo que has besao... / El seguirte es dar ventaja y el amarte sucumbir al mal.” Y clama a la justicia de Dios diciendo: “Demuestra una vez sola que el traidor no vive impune, / ¡Dios! para besarte... Enséñame una flor / Que haya nacido / del esfuerzo de seguirte.” Terrible grito de gran actualidad. A Discépolo habría que ponerlo en las currículas de los colegios para ser leído, por su poesía actual.
El tango no es pecado bailarlo ni cantarlo. Los sacerdotes Antonio Osvaldo Catena, Alejandro Mayol y Jesús Gabriel Segade compusieron la “misa tango” casi al mismo tiempo que Ariel Ramírez compuso la “Misa Criolla”. Iba a contar con el apoyo del Maestro Osvaldo Pugliese, pero falleció.
Más tarde se escribirá la “Misa Argentina”, también con ritmo de 2x4, compuesta por Francisco Frank Valiente. Dura 30 minutos y puede ser tocada tanto por un piano solo como por una orquesta sinfónica.
Hoy el tango es revalorizado por los jóvenes y también son los que componen nuevas letras. Ya sin tanta mención a la religión, dado que se nota una gran disociación entre la fe y su práctica, sobre todo a nivel de la sociedad en su conjunto.
En este tiempo en el cual muchos están de vacaciones, podemos rever las letras de los tangos y veremos cómo la religión influyó en ellos.
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