Comenzó la temporada de escalada en el Aconcagua (6.960,8 metros sobre el nivel del mar) y el COVID ya hace estragos entre los montañistas. El primer grupo en ser evacuado fue el del prestigioso guía Pablo Pilotta, el mismo hombre que el año pasado había contraído el virus a menos de 2000 metros de llegar a la cumbre del Everest y debió ser internado en una clínica de Katmandú, la capital de Nepal. Ahora le vuelve a pasar y mastica bronca como nunca. El marplatense, que ya lleva organizadas 50 expediciones a la montaña más alta de América y logró 17 cumbres a lo largo de 27 años de trabajo, está indignado por la “imprevisión, incompetencia e incoherencia” de los funcionarios del gobierno de la provincia de Mendoza para organizar la temporada. “Esto es un descontrol total”, asegura el andinista, que debió ser evacuado en helicóptero junto a un sudafricano desde el campamento de Plaza de Mulas, a 4350 metros de altura.
Hacía ocho días que estaban en la montaña pero todo hacía presagiar que el virus se iba a expandir muy rápido. “A los expedicionarios a la cumbre o quienes hacen trekking largo nos exigen un testeo 72 horas antes, pero a los que van a pasar el día no les piden nada. Cuando llegamos a Los Horcones, que es el Mirador del Aconcagua, había un montón de gente en el Centro de Informes. Nos mezclaban a los que íbamos a presentar los permisos de ascenso con el público en general que iba a caminar y no estaba testeado. Todo era un caos. Los baños públicos eran de uso masivo, y encima no estaban en las mejores condiciones”, se queja.
“Esto no es nada”, agrega. “En el primer campamento, llamado Confluencia, que está a 3.400 metros de altura, llega la gente que va por el día o que duerme una noche, y a esos no se les exige ningún testeo de nada. Comparten los baños, los mozos que sirven la comida, todo. Te los cruzás todo el tiempo y muchos no usan barbijo. Además, en los domos de lonas donde comemos no hay ventilación y estamos con otro grupo que, como van por sólo dos días, no se hisopan. ¿Por qué no se puede separar la gente? No entiendo. Se mezcla un montón que no tiene testeos y no sabemos en qué estado están con otros que cumplimos todos los requisitos que nos pidió el parque, que hicimos las cosas bien. No sé porque dejan esta brecha para que el virus entre tan fácilmente. Está todo descontrolado”, advierte. “Me da bronca haber hecho todas las cosas bien y sentir la desprotección desde el lado oficial que nunca tuvimos”, se lamenta.
“Si eso es así el andinista debe denunciarlo”, se defiende el director de Recursos Naturales Renovables de Mendoza, Sebastián Melchor, ante la consulta de Infobae. “Nosotros estamos trabajando seriamente, no estamos haciendo algo a las apuradas. Hacemos un esfuerzo grande, si alguien incumple un protocolo nosotros solicitamos que nos informen correctamente y de manera oficial para tomar cartas en el asunto. Si a mí me dicen que mezclan la gente en la carpa comedor nosotros vamos a ir rápidamente, no vamos a esperar mucho más y vamos a hacer los controles necesarios”, insiste el funcionario. “Sé que Pilotta es un guía muy prestigioso pero si tiene una denuncia tiene que hacerla en forma oficial, me sorprende que si hay una denuncia de esas características no se haya hecho con la formalidad del caso”, agrega.
Pilotta llevaba esta vez una expedición internacional integrada por una pareja de sudafricanos, un rumano, tres uruguayos, una mexicana y cuatro argentinos. Ahora están todos aislados por 10 días en una quinta de Chacras de Coria, que ellos mismos desde la montaña y con casi nada de internet lograron alquilar por 100 dólares diarios. “La pareja de Ciudad de Cabo, cuando llegó, hizo cuarentena en Buenos Aires. Hace 30 días que están en la Argentina. Todos cumplimos los requisitos para minimizar riesgos. Nosotros nos la pasamos firmando ordenanzas, protocolos, declaraciones juradas, para que no haya ningún problema. Con decirte que uno de los expedicionarios llegó a decirme que firmó más autógrafos que Messi para entrar al Aconcagua”, cuenta a Infobae riéndose de la propia desgracia.
El marplatense, a medida que lee las declaraciones de los funcionarios mendocinos, se indigna cada vez más. “Ellos dicen que hacen testeos rutinarios, y no testean a nadie adentro del parque. Eso es una burrada. Los testeos los tienen que hacer en la entrada, en Los Horcones, en el momento que uno entra, no 72 horas antes. Deberían llegar a Confluencia todos testeados y si te tienen que bajar, te bajan de ahí cerquita”.
“Nosotros, lo que hemos detectado es falencias en el cumplimiento del protocolo”, agrega el director de Rercursos Renovables, organismo del que depende la operatividad del Aconcagua. “Y los hechos que hemos detectado los hemos sancionado”, agregó. “Además estamos haciendo los testeos en Plaza de Mulas”, asevera.
Pilotta le responde: “Acá nadie hizo nada. El hisopado del grupo fue gestionado por mi. Nada por gestión oficial”, aclara con bronca desde la quinta donde están aislados. Y recuerda que arriba en la montaña nadie los ayudó. “Yo conseguí el helicóptero. Nos buscaron al sudafricano Gorlach Vsevolod y a mí en Plaza de Mulas. La empresa de Horacio Pedro Freschi -mas conocido como el Duro-, es excelente. Ellos desarrollaron algo fantástico y muy simple. Es una camilla con una burbuja casera hecha con caños de plástico y un nylon grueso que cubre a la persona hasta la mitad del cuerpo para aislarlo. Se saca el asiento del copiloto y allí se pone la camilla. Además es lavable y reutilizable”. Y sigue con el listado que quejas. “Abajo no había nada para hacer traslados, ambulancias, nada. Tuve que manejar con mi camioneta 170 km, él en el asiento de atrás y yo en el de adelante. Lo llevé a la Clínica Luján de Cuyo en la Ciudad de Mendoza, donde sí nos atendieron muy bien”.
Pablo Pilotta desde su confinamiento ahora en Chacras de Coria destila bronca. “En el puesto sanitario arriba tampoco están en las mejores condiciones de limpieza los elementos con que se controlan las personas. El oxímetro donde uno pone el dedo para medir la saturación de oxígeno en sangre y ver si estás aclimatado no se desinfecta entre paciente y paciente ni tampoco el estetoscopio para escuchar los pulmones”. Además se queja porque no hay ni alcohol en gel.
“Hay muchas formas más de implementar las cosas y no es una inversión tan grande. La responsabilidad es de la Provincia. Yo soy de Mar del Plata y entiendo la importancia del turismo pero las cosas hay que flexibilizarlas usando la cabeza”, sentenció el decano de los guías del Aconcagua. “Cuál es el costo de poner a trabajar a un bioquímico 8 horas en el ingreso al parque? Cómo puede ser que la Provincia no lo pueda solventar en pos de la seguridad de la gente?, se pregunta Pilotta.
En mayo del 2021 Pilotta, junto a los montañistas de Necochea Martín Migueles y Luciano Ancia debieron ser evacuados del Everest porque se habían contagiado de Covid. Cuando llegó a la Argentina el guía se puso en contacto con el Director del Servicio Médico del Aconcagua, Ignacio Roge y juntos elaboraron un protocolo para nadie tuviera que vivir en la montaña mas alta de América el infierno que pasaron ellos en el Everest. “Pasaron los meses y los protocolos presentados por el médico nunca llegaban a oficializarse llegando al extremo que con la temporada abierta el 15 de noviembre recién se aprobó el 17 de diciembre cuando la gente empezaba a escalar el 2 de enero. “Acá estamos con mucha bronca, amargura , llanto y mucho más”, remarca. “Hay mil exigencias pero son solo eso un papel firmado sin valor alguno ni sustento real de alguna planificación Solo apuntan a deslindar responsabilidades del Parque o la Provincia. Lejos están de tener el objetivo de cuidar a la gente. Si vos te llevás el virus para arriba esta montaña explota. Yo ya lo viví en Everest y es impresionante porque vi morir a mucha gente”, describe.
Pablo Pilotta aún tiene latente la expedición “Seven Summits” del año pasado al pico más alto del mundo, cuando perdieron la vida dos de sus compañeros, el paquistaní suizo Abdul Wareich y el montañista chino nacionalizado norteamericano Puwei Liu por intentar llegar a la cumbre con COVID. “Yo soy guía, hablaba con ellos de esto, pero enseguida tomaban medicinas y no reaccionaban ante el tema del coronavirus”, contó a Infobae sobre lo que ocurrió en el Everest.
Pilota no reniega de no haber podido llegar por décimoctava vez a la cumbre del Aconcagua o por primera vez a la cima del Everest “porque las montañas se quedan ahí”. Sabe que alguna vez va a tocar el techo del mundo. “Lo que me da impotencia es la cátedra de falta de planificación y prevención que dan. Y en este sentido el Everest muchas veces me hizo sentir en el corazón de la Argentina. Pasa todo igual, burocracias, ocultamiento de información y por sobre todas las cosas, negación de la realidad”, concluye indignado.
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