Cerca de las 18 en pleno atardecer cambia la dinámica de Playa Grande, se abren las heladeritas cargadas de bebidas y hielo, se encienden los parlantes y se da comienzo al ritual de la tarde: el after beach, un clásico entre los jóvenes durante la temporada.
El aumento de casos de COVID-19 -más de 5.328 activos- no frenó las fiestas sobre la arena. Un centenar de jóvenes se reunieron sin barbijos, ni distanciamiento social para festejar el fin de tarde. Una postal bien distinta a la que se vivía en el playón de arriba donde está dispuesto el centro de testeos de hisopados gratuitos y la gente hacía cola esperando su turno. Lo cierto es que en Mar del Plata este verano conviven ambas realidades. No hay aforos ni restricciones en las playas por lo que la actividad recreativa está permitida.
“Llegamos a las 15, y nos instalamos acá, ya sabíamos que iba haber un after”, le cuenta a Infobae un grupo de viajeras de Tucumán, sentadas sobre sus pareos justo a metros de la casilla del guardavidas.
Con una vista privilegiada en altura, los vigiladores del mar explican: “Es la primera vez desde que arrancó la temporada que veo tanta gente reunida bailando y tomando. Trajeron parlantes de pie y bengalas de colores”.
Si bien hubo controles por parte de la Inspección General en los accesos dispuestos por el Municipio de General Pueyrredon para evitar el ingreso con bebidas alcohólicas y equipos de música, en la orilla predominan los vasos con trago y la música fuerte.
Existe una norma que prohíbe el consumo de bebidas alcohólicas en espacios públicos y es la ordenanza 15743, vigente desde fines de 2003. La iniciativa fija multas, y tiene como objetivo asegurar el disfrute de todos los visitantes.
El lunes el personal a cargo del operativo sustrajo 150 litros de alcohol de distinto tipo, como botellas de vino tinto y blanco, gin, aperitivos, fernet, vodka y cerca de 50 latas de cerveza. Todo queda al resguardo del Departamento Operativo.
A pesar de las intervenciones hay quienes se las ingenian para filtrar botellas de alcohol sin problemas. En las heladeritas predominan el Fernet, el Gin, Vodka, cerveza, aperitivos, mucho hielo y otras bebidas para hacer tragos. Todo se mezcla en los vasos térmicos, y cuando faltan se preparan los “viajeros” a partir del recorte de los envases de gaseosas.
“Bajamos por la escalera del inicio de Playa Grande cruzamos la escollera y así entramos sin problemas “, cuenta un grupo de rosarinos que vinieron a pasar fin de año en La Feliz, y extienden su estadía hasta el 15 de enero. “Yo escondí todo entre el pareo, así que no tuve problema. Ya sabía que iban estar revisando porque lo hacen todas las temporadas”, comenta otra veraneante.
“La joda está ahí en el medio”, dice Rosario sentada en en ronda junto a sus amigas en las rocas de escollera. “¿Ves donde están los buffers y las bengalas de color? Ahí no podes ni caminar y mucho menos moverte”, agrega.
“Ayer se armó una fiesta como la de hoy”, dice Catalina (21), estudiante de Tucumán. “La diferencia es que cuando se largó a llover tuvimos que salir corriendo. Hoy creo que seguimos el festejo en Ananá, el after más conocido de Playa Grande”.
Cerca de las 20 la música se v¡baja el volumen de la música y ya se escucha la del parador vecino: Ananá. Cuando los chicos empiezan a salir de la plata, están los relacionistas públicos ofreciendo entradas para el boliche. “En la puerta cuesta $1500, anticipadas $1000. Esto dura hasta las 23, y vuelve a abrir a la una″, explican desde el lugar.
El panorama fue distinto al norte. El bar Hops ya abrió esta temporada su versión playera en Avenida Félix U. Camet 1500 y la postal es similar. El parador ofrece todos los días a partir de las 17 música en vivo con DJ. “No hacemos convocatorias por el contexto, sino que se arman espacios de baile de forma espontánea”, explican desde el lugar. No se cobra entrada, y el público generalmente es local.
En Samsara Beach, al sur, la entrada para la propuesta de tarde cuesta $1000 para los mujeres y $1500 para los hombres. Los jóvenes tienen que ser mayores de 21. “Encuentran un escenario ideal para bailar sobre la arena con el mar de fondo, y así recibir la noche”, dicen los organizadores. El público lo confirma. “Venimos todos los verano porque si bien es convocante no explota como otras playas”, dice Ramiro (25), que llegó el 1 de enero y se queda en Mar del Plata hasta el día de Reyes.
Fotos: Mey Romero
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