“Cómo te quiero, pendeja”: procesaron a un oficial de la PSA por el abuso sexual de una subordinada

La agente denunció que había sido sorprendida por su jefe: la tomó por la cintura, la puso cabeza abajo y colocó su cola a la altura de la cara. El acusado negó los hechos

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Un oficial de la Policía de Seguridad Aeroportuaria quedó procesado por el delito de abuso sexual. Una joven de la fuerza lo denunció por haberla sorprendido cuando estaba llevando adelante tareas de albañilería. Según la víctima, su superior la puso cabeza abajo y colocó la cola de la joven sobre su cara. Ella se quejó y le pidió que la suelte. “Cómo te quiero, pendeja”, le dijo al liberarla. La chica aseguró que después de eso el hombre le decía cuando iba a dejar a su novio, también integrante de la fuerza, pero ella no se atrevió a denunciarlo por miedo a no poder seguir en la institución. La denuncia penal finalmente llegó y el agente negó los hechos cuando fue llamado a indagatoria. Ahora, el juez federal de Lomas de Zamora Federico Villena lo procesó por el delito de abuso sexual, que tiene una pena de hasta cuatro años de prisión.

El fallo, al que accedió Infobae, indica que el acusado no podrá tener contacto con la víctima pero tampoco con ninguna otra mujer. Según se ordena, la víctima no podrá ser trasladada a otro lugar de trabajo y, en todo caso, el traslado correrá para el denunciado. Además se envió un oficio al Ministerio de Seguridad y a la Dirección de la PSA para que informe si se cumplió con las capacitaciones de la Ley Micaela para todos los agentes de la fuerza.

Todo ocurrió en la ex Base Aeronaval de Ezeiza de la PSA, cuando la joven identificada con las iniciales F.G.V. acusó a su superior, el oficial J.J.O. Según se explicó, la chica estaba colocando durlock en la pared, junto a un compañero, y fue sorprendida por la espalda por el oficial, que la tomó por la cintura y la dio vuelta dejándola boca abajo. La chica sintió que su cola quedaba a la altura de la cara del hombre. Le pidió que la bajara sacudiendo las piernas. Como si nada, su jefe la colocó en el piso y le dijo: “Cómo te quiero, pendeja”. A su lado, su compañero vio lo que pasaba. En ese momento, contó la chica, no se dio cuenta de la gravedad del hecho y sintió miedo porque quería seguir estudiando en la base.

Pero después el hombre comenzó a tener comportamientos efusivos hacia ella, según denunció. Cuando la veía, le decía “sos hermosa, cuándo vas a dejar al flaco”, en alusión a su novio, que también trabajaba en la fuerza. Según dijo, ella le hizo saber que no se sentía cómoda. Su superior -agregó- se comunicó con su novio para ofrecerle ayuda con su pase a Bariloche.

De acuerdo a la resolución firmada el 30 de diciembre, la defensa rechazó la acusación. Se hizo hincapié en el testimonio dado por el otro agente de la PSA que estaba en el momento de los hechos, quien aseguró que no vio ni escuchó nada y afirmó que la relación entre la chica y el acusadol era “buena”, y que el oficial se manejaba “de forma distante” con el personal. También contó que la joven tuvo “una crisis de nervios en la Guardia de Infantería Aeroportuaria, entre agosto y septiembre de 2018, aparentemente porque le habían informado que debía trabajar un sábado como refuerzo. Y agregó que a fines de ese año o principios del siguiente la joven fue notificada de su pase a El Palmar y no la vio más porque comenzó una licencia psiquiátrica. El testigo afirmó que “en general F.V.G. siempre tenía algún tipo de roce con alguien”.

Agentes de PSA (archivo)
Agentes de PSA (archivo)

El novio de la agente declaró en la causa. Dijo que a fines de 2018 empezó a verla distinta y pensó que estaban teniendo problemas de pareja hasta que ella le contó el episodio que había tenido con su superior. “Lloraba todo el tiempo y estaba angustiada”, afirmó.

El juez citó además a la encargada de la Dirección de Sanidad de la PSA, responsable del equipo de médicos y psicólogos que se encargan de controlar a los que están de licencia. En esas entrevistas, FVG contó que había tenido problemas con varios jefes “que interpretaba como maltrato, hostigamiento y que había transitado situaciones que indicó como humillantes y desubicadas”. Y añadió: “F.V.G. le refirió puntualmente que mientras realizaba tareas de albañilería y subida a una escalera, uno de sus jefes ‘se le acercó, le olió la cola y empezó hacerle chistes con eso”. “F.V.G. le relató situaciones que consideraba persecutorias o discriminatorias hacia su persona”, añadió.

Al agente denunciado también lo entrevistó: es que también solicitó licencia psiquiátrica porque “a raíz de la denuncia de F. V. G., éste entró en un estado de angustia que perturbó su salud, con insomnio, aislamiento, conductas evitativas, recuerda que le dijo que no podía salir de la casa y tomaba antidepresivos y pastillas para dormir”.

Sobre ese escenario, el juez llamó al acusado a indagatoria. Le imputó “haber abusado sexualmente de F.V.G. aprovechándose de una relación de autoridad que el nombrado tenía sobre la misma, en su carácter de jefe de la guardia de infantería de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, hecho ocurrido en el mes de noviembre de 2018 en la ex base aeronaval, en circunstancias en que F. V. G. se encontraba realizando trabajos de albañilería y el nombrado la habría sorprendido por la espalda, tomándola de la cintura , y al darla vuelta (…) como si fuera un paquete” colocó “los glúteos de la víctima en su rostro”.

Escudo de la PSA
Escudo de la PSA

En su indagatoria, el acusado negó los hechos. “Jamás tuve comportamientos de acoso ni con FVG ni con ninguna otra mujer”, afirmó al destacar su legajo “impecable” y su relación con superiores y subalternos. Sobre la joven, aseguró que comenzó a cumplir funciones en un grupo mixto en un momento de mucho trabajo en medio de los preparativos del G20.

Fue entonces cuando aseguró que la joven había sido reprendida por un inspector y que en ese momento tuvo un “ataque de nervios” y les advirtió: “Los voy a denunciar a todos”. Pero al mismo tiempo señaló que la oficial era “una buena trabajadora y que nunca tuvo problemas” con ella “de ninguna naturaleza”, al tiempo que también conocía a su novio y compartía “muchos momentos juntos con el grupo”. En ese contexto, a la joven le salió el pase a otra base y por ello, dijo el acusado, la joven radicó “la falsa denuncia” en su contra. Y hasta contó que el año pasado el novio de la chica lo había llamado para pedirle perdón por el daño causado, luego de subrayar que está casado hace casi 30 años y tiene tres hijos que lo apoyan frente a esta “infamia”.

A la hora de evaluar la prueba, el juez Villena dictó el procesamiento del acusado. “Los hechos ilícitos provocados en circunstancias de intimidad se cometen en soledad, sin testigos que puedan describir el acto del abusador, lo que dificulta la recolección de prueba, por lo que debe dársele especial interés a la versión de la víctima, conforme lo ha sostenido nuestro Máximo Tribunal. Así, no puede soslayarse que el hecho bajo análisis tuvo lugar en un contexto de violencia de género, lo que conmina al suscripto y a todos los operadores judiciales a ponderar todas las presunciones que se construyan a través de indicios graves, precisos y concordantes”. “Si bien no hubo testigos presenciales del hecho denunciado se observa un nexo correlativo” entre las declaraciones de las víctima y diferentes testigos, el juez entendió que se reunían los elementos para dictar su procesamiento en esta etapa.

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