“La Frontera” de Pinamar está localizada en el Norte de la ciudad, limita con el Partido de la Costa y se extiende a lo largo de más de siete kilómetros. Se trata de una zona de médanos con pocos paradores, donde suelen repetirse incidentes con cuatriciclos y UTV y donde el control público es limitado, ya que parte de la zona donde circulan los rodados es propiedad privada, lugares a los que el Estado no puede llegar. Allí se accidentó y murió Agustina Queirel, la turista correntina de 34 años.
Infobae recorrió el lugar y registró imágenes muy preocupantes, en las que se observan distintas irregularidades, maniobras riesgosas y decisiones de mayores sumamente peligrosas, como por ejemplo darle el volante a menores de edad o conducir sosteniendo a un bebé con un brazo. Eso al margen del escaso uso de cascos -lo más frecuente- o de vehículos que circulan sin patente.
Los ingresos a La Frontera están a la altura de los paradores Kota Beach y El Más Allá. Desde allí en adelante los mediodías de sol se copan de familias que se escapan de las playas concurridas y populares y vacacionan lejos de todo. Con parrillas para el asado o la conservadora llena con sandwiches, arriban a la zona en camionetas 4x4, UTV o cuatriciclos, que se estacionan -por orden de llegada- frente al mar. Y luego, antes y después el almuerzo, mientras unos se adentran al agua, otros aprovechan el tiempo para traccionar sus vehículos por los médanos.
En una mirada a lo largo de la costa se repiten los gazebos, las reposeras o sillas, alguna mesa plegable y los vehículos. Pegados unos a otros. Salvo en un sector de 80 metros entre los paradores El Más Allá y Nómade. Ese lugar no está ocupado por la intervención de dos guardavidas -los únicos en esa playa- desde una de las cuatro casillas azules. Sucede que los vehículos estacionados al borde del agua salieron del corredor seguro y están en infracción.
“En este momento estamos brindando una falsa sensación de seguridad. Tenemos casillas cerradas, gente en el agua, sin cobertura médica, sin asistencia de RCP”, lamenta la pareja de guardavidas en diálogo con Infobae, mientras ambos hacen sonar sus silbatos en reiteradas ocasiones para indicarles a los conductores que no pueden estacionar en el lugar que vigilan.
Como casi todos los que viven o veranean en Pinamar, los guardavidas coinciden con que “está lleno de gente”, más de lo habitual para esta altura de la temporada. Eso, sumado a las casillas sin servicio, hace más dificultoso su trabajo. “Estamos tratando de controlar nuestra zona aunque no tiene mucho sentido. Esto es un desastre”, dicen con resignación. Los otros puestos estarán cubiertos desde el sábado.
En la zona hay un puesto de Prefectura que hace su estreno este verano. Allí hay dos efectivos que todos los días llegan en moto de agua desde la base ubicada en el centro de la ciudad, en la zona del muelle. Custodian el lugar de 10 a 18 y tienen la orden de controlar sólo lo que sucede en el mar. Más adelante de este puesto se ubica el último parador. “A partir de ahí la gente hace lo que quiere”, dice otro guardavidas.
Los carriles y/o corredores seguros son aquellas zonas de la calzada determinadas por la autoridad jurisdiccional competente, que pertenecen al ejido urbano, en la cual circulan los cuatriciclos y UTV. En Pinamar se encuentran tanto en el norte como en la frontera sur de la localidad, en sus accesos a la playa, y en bajada náutica de Valeria del Mar hacia el sur.
El área está delimitada por postes de madera de alrededor de un metro sobre la superficie. Los vehículos no pueden circular más allá. Pero a pesar de que la Municipalidad de Pinamar estableció estos carriles para la utilización de los vehículos, suelen encontrarse algunas acciones ilegales que escapan del control de las autoridades.
“El accidente típico acá es la famosa cortada. Vos venís y de repente desaparece el médano sin que te des cuenta, y del otro lado hay acantilados de medio metro o un metro. Se te caen los cuatri encima”, cuenta alguien que visita el lugar todos los veranos.
Las familias levantan campamento al caer la tarde. Sólo algunos grupos de jóvenes llegan a esa hora y escuchan música que se pierde entre el ruido de los motores, como las 4x4 que “juegan” a atravesar subidas de médanos muy pronunciadas, quedando algunos estancados en la arena. Esto sucede en los sectores que los lugareños reconocen como “ollas” por sus características: son un gran pozo rodeado de altas cumbres de arena.
Se calcula que cada temporada de verano circulan en Pinamar no menos de 50 mil vehículos entre motos, UTV’s y cuatriciclos.
En el partido costero, cada conductor debe llevar puesto el casco, tener la licencia de conducir con la categoría respectiva (existe desde el 2 de enero de 2019 y los conductores deben realizar una prueba de manejo en las pistas habilitadas), comprobante de titularidad de dominio (mediante cédula o título y/o factura de compra conjuntamente con certificado de importación en el caso de corresponder por el tipo de vehículo), comprobante de seguro vigente y al día.
Además, todos los cuatriciclos y UTV deben portar una antena de dos metros de largo con un banderín en la parte superior que sirva para que los conductores puedan identificarse entre las subidas y bajadas de los médanos. Sólo unos pocos la tienen.
Los artículos 38, 40, 77 y concordantes de la Ley Nacional de Tránsito 24.449 establecen multas por “falta o suspensión de licencias, falta de seguros, falta de casco, conducción en estado de intoxicación alcohólica, escapes no permitidos, menores conduciendo, exceso de ocupantes permitidos, circulación por áreas no permitidas, conducción o maniobras peligrosas y/o cualquier conducta que ponga en riesgo la salud de conductores y peatones”.
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