La “peligrosidad” es un termino abolido, entonces estamos en peligro. Con el argumento de no estigmatizar al delincuente se condena a todos a vivir bajo riesgo de ser víctimas de un reincidente.
Una policía no respaldada por el Estado llega tarde, no resguarda a la víctima, y esta situación empodera al victimario que sabe que sus actos no tienen consecuencias.
El relato del Estado ha llegado tan lejos que sólo puede actuar, a veces, frente al hecho consumado: el crimen evitable.
Lorena Escalente, asiste a la entrevista que convoca Usina de Justicia luego del crimen de su hijo ocurrido el 8 de marzo de 2020, en Quilmes, provincia de Buenos Aires.
El joven estaba durmiendo junto a su pareja, cuando el ex de ésta los sorprende y comienza a apuñalarla a ella; en estado de absoluta confusión, por estar dormidos y vulnerables, Lucas reacciona e intenta defenderla y es asesinado de una puñalada al corazón.
“Cuiden a mis hijos” fueron las últimas palabras de Lucas. Un buen padre, un hombre que no dudó en proteger a su mujer.
El asesino tenía perimetrales; más de una. Y denuncias por violencia de género y otras hechas por amenazas a la familia de su ex para que retirara las denuncias o algo peor sucedería.
¿Qué es lo que les impide a las autoridades entender algo tan elemental como que este sujeto era una amenaza para la víctima de violencia doméstica -su ex mujer, que si no terminó asesinada fue por la intervención de Lucas) y un potencial asesino, un peligro para la sociedad? Pareciera que la policía está desamparada en su función preventiva. Y que algo que falla en el concepto de la violencia contra la mujer, supuestamente tan encarnado por todos los responsables de evitarla, porque no hay una intervención decidida y eficaz hasta que la muerte se convierte en un número más de la estadística de femicidios.
Lorena, madre de Lucas (24 años) dice que su bébé (así lo llama) no debería estar muerto. Es una alteración del orden natural de la vida, sin embargo, se encomienda a su Dios para tener fuerza y seguir.
Pasa 9 meses sin poder salir del estado de shock, hasta que decide por sus hijas y por la memoria de Lucas, salir en busca de Justicia Justa: no quiere juicio abreviado para que no acorten la sentencia de un criminal que, con cinismo a toda prueba, dice no arrepentirse del hecho y que fue en legitima defensa por estar en su anterior domicilio, al cual llegó a las 2 de la madrugada, con perimetral incluida, “a buscar sus pertenencias”. Las perimetrales, el tiempo de separación, las denuncias por hostigamiento y violencia de género, no estaban en su registro de ceguera delictiva, y a juzgar por las tremendas consecuencias, tampoco eran algo por lo que la seguridad y la justicia debieran velar.
El homicida fue detenido por intervención de vecinos y policía eficiente en la acción, aunque penosamente no en la prevención, ya que de ser así tal vez Lucas estaría vivo.
Una puñalada en su corazón: el dato más simbólico de ser muerto por amor, por proteger, por querer una vida nueva con su pareja y sus hijos y soñar con vivir en paz.
Algo tan universal en los deseos y tan imposible en esta Argentina del relato que le quita valor a la vida.
SEGUIR LEYENDO: