Debbie Hayton, que se define a sí misma como trans, docente y periodista, celebra la decisión de la Corte Suprema de su país porque, afirma, “si se hubiera admitido una tercera categoría”, el pasaporte “indicaría la identidad de género de su poseedor antes que su sexo, cambiando un descriptor objetivo por una mera etiqueta subjetiva”.
El 15 de diciembre pasado, la Corte Suprema del Reino Unido falló en contra de la emisión de pasaportes de género neutro, en respuesta a la demanda impulsada por la activista no binaria Christie Elan-Cane.
Para el alto tribunal británico, cuyo fallo fue unánime, el género de las personas es un “detalle biográfico que puede usarse para confirmar la identidad”. Lord Reed, presidente del cuerpo, dijo a la BBC: “No hay legislación en Reino Unido que reconozca una categoría de individuos sin género”. Un argumento muy lógico ya que, de aceptar el reclamo de no consignación del género, ello obligaría a modificar todo el marco normativo del país.
Debbie Hayton milita en el Partido Laborista. Pese a ser trans, se opone al dogmatismo militante de algunas corrientes que niegan la biología.
En 2012 decidió cambiar de identidad -siempre se sintió mujer en un cuerpo de hombre- y comenzó su cirugía de cambio de sexo. Sin embargo, tiene posiciones moderadas que la llevan a intervenir con frecuencia en los medios para criticar lo que considera desviaciones del militantismo transgénero que con frecuencia cae en ataques a la libertad de expresión e incluso llega a usurpar los derechos de las mujeres.
Ahora, escribió una nueva entrada en su blog celebrando el rechazo al pasaporte no binario, bajo el título “A welcome judgement from the UK’s highest court” (Un fallo bienvenido de la Suprema Corte del Reino Unido).
Hayton recuerda que “hasta hace poco no era motivo de controversia” el hecho de que el pasaporte llevara una marca de sexo: F (female, mujer) o M (male, varón). “Indica el sexo biológico. Hay dos sexos y por ende dos marcas”, agrega.
Esto es lo que cuestionó Christie Elan-Cane, quien nació mujer pero se identifica como “sin género” y que en el año 1995 solicitó a las autoridades del Reino Unido que se le concediera un pasaporte sin indicación de sexo. La respuesta fue negativa. A partir de ese momento el caso fue objeto de varias apelaciones hasta que la Suprema Corte desestimó la demanda, el pasado 15 de diciembre.
“Este es un fallo bienvenido -escribió Debbie Hayton-, pero su importancia va mucho más allá que los pasaportes”. Y siguió: “El sexo -y uso deliberadamente esta palabra- es fundamental para nuestra especie. Es la razón por la cual estamos aquí. Tristemente, también lleva a la opresión y cosificación de las mujeres. El género, por otra parte, está lejos de estar bien definido. A veces es sinónimo de sexo, pero también puede aludir a la identidad de género”, un concepto que en su opinión es “nebuloso”.
En la Corte, la asociación Fair Play for Women argumentó en contra de las pretensiones de Christie Elan-Cane: “Con la finalidad de garantizar los derechos y la protección de las mujeres en función de su sexo, la administración y las leyes del Reino Unido deben seguir distinguiendo el sexo de nacimiento o sexo legal de la identidad de género autoelegida”.
Esto alude a ciertas consecuencias de un activismo transgénero radicalizado que lleva por ejemplo a que una trans compita en la categoría femenina en deportes ya que, aun habiendo sido sometida a cirugías, sigue siendo biológicamente un varón.
En varios países están surgiendo corrientes feministas que denuncian un “borrado de las mujeres” por parte de ciertas corrientes transgénero que, por ejemplo, sustituyen la palabra mujer por “persona menstruante” o “persona gestante”.
Hayton se aplica estos razonamientos a sí misma. “El sexo es inmutable. Puede que yo haya hecho la transición social, médica y quirúrgica, pero ahora soy tan masculino como el día en que nací y los días en que engendré a cada uno de mis tres hijos”, dijo en una ocasión. “Como científica (es profesora de física), sé que esto es un hecho”, agregó. Géneros hay muchos, reitera ahora (“la lista está abierta”, acota), “pero sólo hay dos sexos”. “El sexo es binario”, insiste.
“Por lo tanto, admitir una tercera categoría [una equis, por ejemplo], significa que el pasaporte estaría indicando la identidad de género del portador antes que su sexo. En realidad, la marca significaría lo que el portador quiera que signifique, convirtiendo un descriptor objetivo en una mera etiqueta subjetiva. Esto concierne a todos”, advierte.
Según Hayton, un fallo a favor del reclamo ni siquiera hubiera beneficiado a Elan-Cane y otros que se identifican como no binarios: “Los potenciales beneficios son inciertos. Aunque puedan encontrar algo de satisfacción en quitar su sexo de los registros, no podrán cambiar la forma en que los demás piensan sobre ellos. Nuestros cuerpos no son sólo aparatos para ambular; todos somos capaces de identificar el sexo del cuerpo de otras personas. Negarlo es negar la realidad”.
En el mismo sentido, Debbie Hayton cuestionó la respuesta que darán ciertas activistas transgénero en el próximo censo poblacional del Reino Unido, que incluirá dos preguntas sobre el tema: “¿Cuál es su sexo?” y “¿Tiene usted una identidad de género diferente a la de su sexo de nacimiento?” Ella responderá: “sexo masculino, género femenino”. No está de acuerdo con quienes anunciaron que “indicarán el sexo en conformidad con su género”, porque eso privará al Estado y al público “de una información valiosa”.
En mayo de 2020, Hayton había publicado una columna de opinión con el título: “La agenda trans no es para mí. Y soy trans”. Resumiendo, además de cuestionar que se niegue el sexo biológico, ella critica las transiciones de género sin una debida evaluación psicológica, la hormonización de menores de edad o que haya trans compitiendo en deportes femeninos. También rechaza las exigencias de cambios de lenguaje, como decir “persona gestante” o “persona menstruante”, porque eso implica borrar a las mujeres.
Sobre todas estas cuestiones, Hayton se pronuncia en su página web debbiehayton.com y siempre con una perspectiva original y profunda.
El fallo de la Corte británica, que pone fin a una campaña de 25 años de la activista no binaria Elan-Cane, fue unánime. El presidente de la Corte dijo que el género de nacimiento, que es “el género reconocido a efectos legales y registrado en los documentos, es el relevante”.
Elan-Cane sostuvo en su apelación que el actual pasaporte es “degradante e ilógico” y que exigirle a una persona que defina su género es contrario a los derechos humanos.
Lord Reed también recordó que toda la legislación británica está basada en el postulado de que “todos los individuos pueden ser reconocidos como pertenecientes a uno de los dos sexos o géneros, términos que han sido usado de modo intercambiable”.
Elan-Cane anunció que apelará el fallo ante la Corte Europea de Derechos Humanos de Estrasburgo.
Argumentos análogos a los de la Corte británica fueron evocados en Argentina cuando una primera iniciativa de este tipo fue presentada ante el Renaper en 2018. En aquella ocasión, los departamentos jurídicos del Registro y del Ministro del Interior del que éste depende señalaron que “el plexo no permite otro modo de identificación que no sea el binario”.
En efecto, toda la normativa argentina -civil, previsional, penal, etc- está basada en esas dos categorías y la concesión de un DNI sin género colisiona con otras leyes y normas y generar situaciones de desigualdad.
¿Cómo cuenta para la Ley de cupo femenino una persona con DNI sin sexo consignado? Cuando llegue el momento, ¿se jubilará a los 60 o a los 65 años? También surgen cuestiones penales, como la figura del femicidio. Sin ir tan lejos, ¿qué pasaría si la persona portadora de tal DNI tuviera que cumplir pena de prisión? ¿A qué cárcel iría? Y, previamente, ¿a qué personal de las fuerzas de seguridad le corresponde hacer un eventual “cacheo” en un procedimiento o, más simplemente, al cruzar una frontera? ¿Podría viajar por el mundo una persona con un DNI o un pasaporte sin género?
Son muchos desafíos para el país y el mundo a partir de una simple resolución administrativa.
Y, sin embargo, intempestivamente, el 21 de julio pasado, el presidente Alberto Fernández decidió por decreto, sin el menor debate público y hasta donde se sabe sin consulta a especialistas, anunciar que las personas que lo desearan podían tramitar el DNI no binario.
Eso sí, el Gobierno se encargó luego de advertir que no podían garantizar la libre circulación por el mundo de las personas no binarias y que ellas mismas deberían encargarse de averiguar la normativa de los países a los que desearan viajar. Un nivel de improvisación notable. Eran tiempos en los que la administración kirchnerista hacía gala de un notable activismo “de género”, algo distante de las urgencias que se vivían.
El Presidente no explicó cómo se resolverán los conflictos que se irán presentando entre esa decisión y las normas vigentes en el país que le toca circunstancialmente gobernar.
Hasta ahora, el tema no se ha judicializado, pero tarde o temprano sucederá.
Veremos entonces si en nuestra Corte Suprema de Justicia prima el sentido común.
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