Es una historia de superación. De una fuerza sobrenatural para afrontar las adversidades. Brisa Belén del Milagro Tejerina vivió un infierno, literalmente. A sus siete meses de vida fue víctima de un incendio que la sorprendió mientras dormía y que le quemó el 88 por ciento de su pequeño y frágil cuerpo. Por la gravedad de su estado, un avión sanitario tuvo que trasladarla de la provincia de Salta, donde nació, hasta el hospital pediátrico Juan Garrahan, en la ciudad de Buenos Aires. Inmediatamente entró al quirófano, donde perdió su mano izquierda y las quemaduras afectaron zonas muy sensibles de la cabeza. Prácticamente no tenía chances de sobrevivir. Ni los médicos más avezados en el tema le daban esperanzas a su familia. La terapia intensiva fue su lugar durante casi dos años.
Entró y salió del quirófano infinidad de veces, pero la expertise de los médicos y la pulsión de vida de niña la ayudaron a salir adelante.
Hoy, a sus jóvenes 21 años, Brisa está llena de vida y de proyectos. “Amo lo que soy”, escribió junto a su foto de WhatsApp. “Nunca tuve miedo de rehacer mi vida -le cuenta a Infobae-. Estoy en cuarto año del Bachillerato y mi sueño es recibirme de profesora de Educación Física especial”.
Tanto a Brisa como a su abuela-mamá Mirta Corvalán (67) les cuesta recordar aquella infancia tan traumática. “Tal vez me haría bien poder sacar toda esta angustia y dolor que me acompañan desde hace tanto tiempo, pero no puedo”, se disculpa Mirta.
Prefiere hablar de los logros que su “hija” obtuvo con gran esfuerzo. “A los 14 años empecé a hacer deportes y me encantó. Ahí decidí entrenarme para competir en distintas disciplinas, además de seguir trabajando como secretaria administrativa en el Área de Deportes de la Municipalidad salteña.
Varias veces participó en los Juegos Evita, en San Pedro de Jujuy, que además del desafío deportivo, empezó a cortar “el cordón umbilical” con su “mamá”. En los primeros días de entrenamiento, los profesores tuvieron que pedirle a Mirta que no la llamara tanto. De ahí en más, las comunicaciones sucedían solo cuando Brisa ganaba.
Y Brisa ganó una “medalla de bronce en 100 metros y una de plata en 150 y en lanzamiento de bala”, dice Brisa, orgullosa de sus triunfos. Al poco tiempo se alzó con la medalla de oro en los 200 metros, tras ganar una increíble carrera en la que no escuchó la señal de arranque y salió más tarde que sus competidoras. “Entrenaba todos los días en un Centro de Deportistas Adaptados con los profesores Claudia Trujillo y Enzo Dorado. En 2015 “competí en Mar del Plata y gané una medalla de plata y otra de bronce”, explica la joven deportista con futuro brillante.
En el 2020, en plena pandemia, Brisa incursionó en el complicado mundo del modelaje. Subió una foto a las redes y recibió un llamado donde le propusieron participar del certamen “Miss Belleza Mundial”. “Salió Miss Belleza”, se contenta Mirta. Pero también obtuvo tres reconocimientos: la foto más votada en redes sociales, como mejor compañera y por ser una mujer fuerte. Ahora forma parte de una agencia de modelos en Salta capital. “Soy modelo publicitaria y participo de desfiles”.
Tanto Brisa como Mirta saben bien que hay muchas chicas y chicos que suelen. El desafío es que puedan sobreponerse a la vergüenza y superar las miradas estigmatizantes. “Nadie es más ni menos que otra persona, todos somos iguales. Si quieren hacer algo que les gusta solo tienen que proponérselo y hacerlo. Lo que yo me propuse hacer, lo logré siempre”, enseña la modelo que no tiene ningún conflicto con su imagen: “Si existiera la posibilidad de hacerme un trasplante de cara o una cirugía estética, no lo aceptaría. Me miro al espejo y me gusta como soy”.
En un futuro Brisa desea casarse y tener hijos. “Pero más adelante, ahora tengo muchas cosas que hacer”, sentencia.
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