Notoria e inexplicable ausencia de políticos kirchneristas en el velatorio de José Pablo Feinmann

Del gobierno, sólo asistió el ministro de Cultura, Tristán Bauer. Tampoco hubo coronas desde ese sector. Lo despidieron sus amigos, entre ellos, intelectuales y actores, ya que el filósofo fue también un destacado guionista

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(Gustavo Gavotti)
(Gustavo Gavotti)

En la tarde noche del sábado 18, los restos de José Pablo Feinmann, el filósofo y escritor que en sus últimos años adhirió con entusiasmo al kirchnerismo, fueron velados en un salón de la Biblioteca Nacional.

Los que deseaban darle el último adiós pudieron acercarse al lugar desde las 19 horas y hasta la medianoche. Pero los políticos, los representantes de la corriente y del gobierno que él defendió públicamente e incluso a costa de su prestigio -ya sabemos cómo es la grieta-, brillaron por su ausencia.

El féretro del escritor estaba rodeado por tres ofrendas florales: Argentores, Página/12 y Grupo Planeta. Punto y aparte.

Los “pibes para la Liberación”, que pocas horas antes aplaudían a Máximo Kirchner como flamante jefe del PJ provincial, no dijeron presente en el velatorio del ensayista. ¿Cómo llamaba Juan Perón al sector del cual se dicen herederos los chicos de La Cámpora? “Apresurados y desagradecidos”.

Nunca mejor dicho.

Juan Domingo Perón llamó "apresurados y desagradecidos" a los jóvenes que en los 70 cuestionaban a la vieja guardia del movimiento y pretendían disputarle el poder
Juan Domingo Perón llamó "apresurados y desagradecidos" a los jóvenes que en los 70 cuestionaban a la vieja guardia del movimiento y pretendían disputarle el poder

Los jóvenes que quizás aprendieron algo con el ciclo “Filosofía aquí y ahora” que José Pablo Feinmann conducía en el Canal Encuentro -se piense como se piense, era ameno y muy didáctico, tenía vena de profesor- tampoco parecieron conmoverse con su prematura partida.

A diferencia de lo que pasó con Diego Armando Maradona, cuando la Casa Rosada explotaba adentro y afuera, la clase política se mantuvo indiferente. Tal vez no vieron un rédito mediático a sacar.

Por el salón Cortázar de la Biblioteca Nacional pasaron Eduardo Jozami -tiene un cargo en la Secretaría de Derechos Humanos, pero no estuvo allí como funcionario sino como amigo-, Juan Sasturain, director de la Biblioteca, el historiador Hernán Brienza y el crítico literario Noé Jitrik. Además varios actores, como Luisa Kuliok, Patricio Contreras y Cecilia Rossetto.

Feinmann también fue guionista y una de sus novelas fue llevada al cine. Por otra parte, su esposa, María Julia Bertotto, es directora de teatro.

Al velatorio de Feinmann no asistieron referentes del kirchnerismo. Por el Gobierno nacional, solo estuvo Tristán Bauer, el ministro de Cultura (Gustavo Gavotti)
Al velatorio de Feinmann no asistieron referentes del kirchnerismo. Por el Gobierno nacional, solo estuvo Tristán Bauer, el ministro de Cultura (Gustavo Gavotti)

Feinmann había recibido con algarabía la llegada de Néstor Kirchner al gobierno en 2003. La saludó con una entusiasta columna de opinión titulada “Un flaco como cualquier otro”. Pertenecía a una generación que se sintió reivindicada por ese hecho, al punto de ser capaz de hacer la vista gorda sobre muchas flaquezas, por decirlo suavemente, de la administración kirchnerista. Tolerancia que no siempre fue bien retribuida.

Feinmann escribió El Flaco, un libro que retomaba el título de aquella columna que, dicen, había conmovido al matrimonio Kirchner, en el que recoge sus charlas con Néstor. El subtítulo de esta semblanza del ex presidente es Diálogos irreverentes con Néstor Kirchner, una irreverencia que no fue bien tolerada. Las malas lenguas dicen que perdió el favor de Néstor cuando se atrevió a hacerle un señalamiento. Y eso que fue en privado. Otra versión, en realidad otra cara de la moneda, señala que el entonces presidente le exigía adhesión incondicional. O acrítica, si se quiere.

Inicialmente, Néstor Kirchner lo había convocado a la Casa Rosada y también a Olivos y de esas reuniones surgió el libro posterior. Pero en 2006 el vínculo se cortó. Feinmann escribió luego el libro sobre esa relación en el cual incluye un correo electrónico enviado por Kirchner con reproches.

Equivale a decir que el filósofo fallecido guardó cierta independencia respecto de un “proyecto” político que sin embargo apoyaba. Pero eso fue imperdonable para el dogmatismo de unos y el autoritarismo de otros.

Pese a algún desencuentro menor, a Feinmann le quedó la etiqueta de “filósofo del kirchnerismo”. Pero en su partida, esa corriente se destacó por su ausencia.

Los velatorios son la ocasión para la despedida íntima y personal de parientes y amigos. Pero también el momento del reconocimiento y las honras que le tributan al fallecido aquellos que fueron bendecidos por su vida y su obra. La gratitud fue la gran ausente en la ceremonia del adiós.

El ingreso a la sala donde ubicaron el féretro del filósofo se hacía por el garaje de la Biblioteca. Una playa de estacionamiento, una puerta casi de servicio y una asistencia rala sumaban desasosiego a la lógica tristeza. El gris cemento del lugar era el tono que mejor reflejaba el clima ambiente.

Video del velatorio de Feinmann

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