La antena quedó prolijamente colocada en la terraza de su propia casa. Solo unos cables bajaban de ella y había que conectarlos para tomar la señal que los pondría en el aire. Nicolás Alfaro (28), ciego de nacimiento, armó todo lo que faltaba, su voz fue la que estrenó la señal de radio que acababa de fundar y, dice, “se produjo la magia”.
“Ser ciego no tiene muchas limitaciones. ¡Lógicamente no le vas a dar a un ciego un auto para conducir!, pero creo que el 80% de las cosas cotidianas podemos hacerlas. Es uno quien se pone límites o no”, asegura el joven, que llegó al mundo con retinopatía del prematuro, un trastorno ocular causado por el crecimiento anómalo de los vasos sanguíneos en la parte sensible de la retina en los bebés. Eso significa que nunca pudo ver, pero no imagina un mundo diferente al que conoce y, feliz, hoy recuerda el momento en que su sueño comenzaba.
Cuando apenas tenía 10 años, una maestra de la escuela primaria le prestó un casete grabado con una lección para que pudiera estudiarla, como solía hacer cuando no había libros de braille. Al memorizar lo que escuchó, grabó en esa misma cinta lo aprendido, pero como si fuera un programa de radio, para hacerlo más entretenido: usó uno de esos celulares con teclas y sonidos eléctricos como consola, lo acercaba y alejaba del micrófono del radiograbador de su mamá para lograr los efectos deseados e intercalaba con su voz. Acababa de descubrir qué quería hacer el resto de su vida.
La idea creció junto con él y fue su abuelo quien lo escuchó con atención cuando reveló ese anhelo: “Con mi esposa teníamos un dinero ahorrado y ella sabía que mi sueño era tener mi propia radio, pero necesitaba ayuda para lograrlo. Y mi abuelo Raúl me prestó lo que restaba; él fue el primero en alentarme y ayudarme a cumplir el sueño de mi vida”.
Desde hace 4 años, Nicolás es el operador técnico y una de las voces de la FM 92.5 de Tupungato, Radio Eclipse, que difunde el folclore cuyano y emite una variedad de programas locales. Confiado en poder hacerla crecer, solo espera que sus tres hijos, dos de ellos ciegos, no pasen las mismas privaciones que él vivió en la infancia.
La historia
No ver es su normalidad y no cree que la ceguera sea una condición que lo haga distinto del resto de las personas. Es más, se pone metas a largo plazo (como ampliar la radio) y metas cotidianas: hace los arreglos de la casa cada vez que lo necesitan y con la ayuda de su computadora y una aplicación en el celular se mantiene informado a través de un lector de pantalla de la actualidad nacional.
“La vida aquí es tranquila. Esta es una zona bastante rural que lentamente se está poblando; con el tiempo se puso linda e interesante”, dice sobre el lugar donde vive con su esposa, Yésica Moyano —nacida con microftalmia, una enfermedad ocular hereditaria— y sus hijos Gabriel (12), Kevin (6) y Wendy (5).
—¿Cómo llega la radio a su vida?
—Cuando era chico escuchaba mucha radio y tenía un locutor favorito, con el que después tuve la suerte de trabajar. Jugaba a memorizar todas las noticias que daba y las publicidades que hacía durante su programa. En aquel primer programa de radio que jugué hacer cuando regrabé el casete que me prestó la maestra, repetía lo que él había contado en su programa, mi mamá me escuchaba y decía: ¡Dejá de hablar solo que van a creer que estás loco! Y yo le decía: ¡No, mamá! ¡Estoy practicando para cuando tenga mi radio!... Ella no me desalentaba pero se reía de mis ideas. Siendo adolescente me invitaron a un programa de radio en mi pueblo porque sabían que yo era un chico ciego que amaba ese medio y participé por primera de un programa de verdad. ¡Imaginate lo que fue para mí eso! ¡Una ilusión! Así comenzó la magia.
—¿Quedó en ese programa?
—¡Si! Iba siempre acompañado por mi hermano que me ayudaba. Yo solo hacía la conducción de los programas porque toda la parte tecnológica me era inaccesible. Después, mi hermano, dos años mayor, se puso de novio y me dejó solo en la radio. Eso me obligó a buscar una solución porque lo fácil hubiera sido quedarme en mi casa, pero quería seguir y debí arreglármelas solo.
—¿Cómo hizo?
—Ya era el nuevo siglo y para ese momento comenzaban a funcionar los lectores de pantalla, eso significaba para mi tener la posibilidad de tener dos placas de audio en una misma máquina. Por un lado, podía poner música, y por otro, abrir el lector. Comencé a investigar y a buscar más información hasta que encontré toda la que necesitaba para saber cómo manejar todo. Haberlo logrado significó un nuevo nacimiento porque comencé aprender informática escuchando tutoriales y manuales que me ayudaron a entender cómo funciona la parte técnica de la radio. Durante un par de años fui encargado de esa radio de San Carlos hasta que me casé y me mudé a Tupungato. Cuando llegué encontré trabajo en otra radio y estuve allí otros 4 años, hasta que fundé la mía.
—¿Fue muy difícil de aprender todo?
—Soy el único ciego de mi familia: mis padres ven, mis hermanos, mis abuelos y mis tíos por las dos partes, ven. Pero en mi familia somos cuatro personas ciegas: mi esposa; Gabriel, que es hijo del corazón porque no soy el papá biológico, es ciego y Wendy también. ¡En casa la luz sirve solo para prender la radio!
—En el día a día ¿los ayuda alguien con las tareas mínimas que necesitan de la visión, por ejemplo?
—En casa con mi esposa hacemos todos, desde lavar los platos y la ropa hasta pasar el lampazo o preparar la comida, pero está mi suegra con nosotros para decirnos cuando un plato quedó en una parte sucio o si una remera que nos pusimos está manchada, por ejemplo. Ella nos ayuda muchísimo.
—¿Y cómo fueron los años de escuela?
—Fui a una escuela para personas con discapacidad en Tunuyán. Esa fue una de mis más lindas etapas porque allí conocí la informática, utilicé el sistema braille para escribir con pizarra y punzón, escribí en una máquina Perkins (una máquina de escribir mecánica en sistema braille), conocí el teclado de una computadora común, aprendí la orientación y movilidad, aprendí a caminar solo y con bastón. El jardín de infantes lo hice en una escuela común; la primaria y secundaria fue en una escuela especial. Allí conocí a mi esposa y no seguí la universidad porque me junté con ella, tuvimos hijos y luego abrí la radio, pero me hubiera encantado hacer la carrera de operación técnica o locución.
—¿El impedimento pasó por la vida familiar u otra cosa?
—Fue una mezcla de las nuevas responsabilidades y de la distancia con la universidad de Mendoza, que está en la capital. Desde donde vivo hasta la terminal no hay colectivos de línea para llegar y sí o sí llegar ahí implica hacerlo en taxi o un remis, todo un gasto.
—Pese a todo, el gran sueño de tener la propia emisora está cumplido ¿qué es lo que sigue?
—Esta es una radio comercial y quienes trabajan conmigo tienen su porcentaje, y tengo una pauta municipal, pero no puedo tener la de la provincia ni Nación porque sigo buscando que la radio tenga su legalidad, pero piden una cantidad de cosas como papeles y equipos homologados que lo hacen imposible. Son demasiados trámites. Ya hice mi presentación y una nota al presidente Alberto Fernández no para que me regalen nada, porque no me gusta, pero sí para pedirle poder iniciar todo el proceso e ir pagándolo de a poco. Ya tengo un número de expediente en el Enacom (Ente Nacional de Comunicaciones), pero no hay resolución. Deseo que mi radio sea completamente legal para explotarla lo más que se pueda.
—¿Puede vivir con lo que deja la radio o recibe una pensión?
—Tengo una pensión estatal de 15 mil pesos, con la radio no vivo, pero tampoco gasto. Hay publicidad porque hoy es imposible costear todo lo que implica mantenerla sin pauta o publicidad; y las pautas no las dan si la radio no es legal. Quiero tenerla como corresponde, pero veremos qué pasa.
—Sabiendo que hay muchas personas que quizás por falta de confianza no se animan a cumplir sus sueños o personas con otras discapacidades que siente que no podrán hacer lo que se proponen ¿qué mensajes les dejaría?
—A otro ciego le diría que trate de buscar su futuro, que trate de encontrar siempre posibilidades para poder ser alguien y dejarle a sus hijos un futuro. Creo que mis hijos ya tienen esta radio para asegurarse el suyo y poder disfrutar de lo que le dejamos con mi esposa y que nosotros no tuvimos... Y hablo de algo tan simple, hoy, como tener el baño adentro de la casa y no tener que salir para hacer sus necesidades. A las personas que nacieron sin discapacidades les digo que tienen todos sus sentidos, disfrútenlos, los sueños siempre pueden cumplirse, solo basta con proponérselo. Hay que disfrutar la vida lo más que se pueda. Siempre pensé que lo importante era intentar hacer las cosas, muchas veces no salieron para nada, pero al menos lo había intentado.
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