Meta: renunciar a la rutina. Destino final: México. Punto y fecha de partida: 12 de febrero de 2020 desde Rosario. Pasajeros: Sebastián Nuñez (32), Silvina (28), Lourdes (2) más Alex, un ovejero alemán, y Lautaro, un labrador. Medio de transporte: un micro escolar.
“Hace más de un año que cambiamos de vida, y fue la mejor decisión que tomamos”, le cuenta Sebastián a Infobae. Es técnico en electromecánica y habla desde Mendoza, Argentina, su domicilio por estos días.
Sebastian conoció a Silvina en la ciudad de Santa Fe. Se cruzaron en un boliche y ocurrió el flechazo. Desde ese día jamás se separaron. Formalizaron su relación con una boda. Y coronaron la celebración con una luna de miel en México. “Era nuestra primera vez en ese país”, recuerda. Además de descubrir la cultura y las paradisíacas playas de la Riviera Maya se toparon con una realidad diferente: la comunidad rutera que adopta como estilo de vida vivir de viaje. “Se nos abrió la cabeza…quedamos fascinados”.
De vuelta en Buenos Aires, a Sebastián se le hizo complicado retomar su rutina de lunes a viernes con apenas quince días de vacaciones. “Estaba harto del taller mecánico, y Sil cansada de trabajar en empresas por poco dinero. Entonces empezamos a investigar en blogs y videos cómo sería animarse…”
En 24 meses planearon la gran aventura. “La decisión nos llevó casi tres años. Había que renunciar a los trabajos, desmantelar el galpón y no sólo eso: convivir con el prejuicio de amigos y familiares que no entendían nuestra decisión. Además de los miedos propios, ya que todo era incierto”.
La primera pregunta que se les presentó fue: ¿cómo se sostiene económicamente un proyecto de este tipo?
Los Núñez se desprendieron de los bienes materiales y alquilaron su casa, lo que les genera un ingreso fijo de 20.000 pesos mensuales. También evaluaron los otros gastos: la cuota de obra social , la luz, el gas, el teléfono y la tarjeta de crédito. ”Dejamos de tener esas responsabilidades económicas. Este estilo de vida te hace consumir poco: combustible, comida y una cuenta de teléfono, porque no estamos de vacaciones”.
En medio de este gran paso vino otro, la llegada de Lourdes. “Queríamos ser padres, y aunque para otros esto complicaría el proyecto, para nosotros fue un gran impulsor. Pensamos que una crianza libre, en contacto directo con la naturaleza, sería la mejor opción para ella”.
Salieron de Rosario días antes de que se declarara la pandemia del coronavirus, y al poco tiempo llegó la cuarentena obligatoria al país. “Compramos un furgón Mercedes MD 180 equipado para vivir. Tomamos la Ruta 3 y solo pudimos alcanzar Viedma”.
A pesar de las restricciones no quisieron volver a casa. Se quedaron en Comodoro Rivadavia. “Vivimos los cinco en un espacio reducido durante casi seis meses. Fue inolvidable”. Recién en noviembre del 2020 retomaron el itinerario, pasaron por Las Grutas y continuaron bajando por la ruta 3 hasta llegar a Ushuaia. “Estacionamos donde nos gusta. No tenemos horarios ni tampoco grandes pretensiones…”
Si bien la pandemia frustró parte de su travesía, jamás abandonaron su meta final. “Una vez que estás en la ruta no querés volver atrás”. Eso sí, en pleno viaje recibieron una propuesta que no pudieron rechazar: “Nos ofrecieron comprar la camioneta”. Al principio lo dudaron pero finalmente aceptaron. “Con la plata de la venta buscamos algo más amplio”. Al mes apareció un micro escolar.
Viajaron hasta Lanús, en el sur del Conurbano bonaerense, lo vieron en persona y confirmaron la transacción. Tardaron casi un mes en convertirlo en un hogar con todas las comodidades. Le instalaron una cocina completa con hornallas, heladera e incluso lavarropas. La parte trasera es la habitación de ambos. Luli tiene su cuarto con cama cucheta y lugar para guardar sus juguetes. El ambiente que más usan es el living comedor. “Todavía sigue pintado de naranja y blanco. Le agregamos Libertad en la fachada. Tenemos todo lo que necesitamos en 30 metros cuadrados”. Es el espacio de un monoambiente chico.
El itinerario sigue sin rumbo, pasarán fin de año en La Patagoni y tomarán la Ruta 40. “Por mes recorremos mil kilómetros de distancia. No tenemos ningún tipo de apuro. Estamos disfrutando del presente”.
La filosofía de vida es clara. “Estamos enfocados en la crianza de Luli. El tiempo lo invertimos en ella. Cuando sea el momento de escolarizarla tenemos en vista varias propuestas de educación a distancia. Vivir viajando es el mejor legado que le podemos dejar.”
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