Cuando la guerra tiene rostro de mujer: la fotógrafa que busca retratar a las veteranas de Malvinas

Invisibilizadas por mucho tiempo, la documentalista Ivy Perrando Schaller se propuso retratar a las 16 mujeres formalmente reconocidas por su participación en el conflicto del Atlántico Sur. A través de la imagen, muchas saldrán del anonimato para dejar su testimonio en primera persona

Ivy Perrando Schaller con algunas de las mujeres que participaron del conflicto del Atlántico Sur.

Nacida en 1982 y criada en Río Gallegos, ciudad especialmente cruzada por ese crisol conformado por aquellos que “vienen del norte” de chilenos y malvinenses, Ivy Perrando Schaller, se enojó con ella misma cuando cayó en la cuenta de que en la guerra de Malvinas habían participado mujeres. Ella, que reparte su día como oficial principal de justicia y como fotógrafa documental, estaba en plena elaboración de un proyecto de retratar a personal de las fuerzas armadas con y sin uniforme, cuando le propusieron registrar en imágenes a aquellas mujeres por años invisibilizadas de la historia del conflicto del Atlántico Sur.

Uno de los primeros acercamientos que tuvo con sus historias fue a través de Infobae (“La sorprendente historia de las 6 instrumentadoras que salvaron cientos de vidas en Malvinas”). La movilizó la vida de esas seis mujeres que habían llegado a Río Gallegos a comienzos de junio, vestidas con uniforme de verano, y nadie las había ido a recibir. Las que fueron reclutadas por Ejército, que aún no contaba con mujeres en sus filas, los pantalones se les caían, los cinturones daban dos vueltas a sus cinturas, debían arremangarse las mangas de la camisa y era una misión imposible conseguir borceguíes número 37. Mujeres que habían ido con una misión pero que supieron multiplicarse en cientos de tareas.

Hace tres años decidió rastrearlas para retratarlas y reflejar “sus vidas comunes que pasaron por situaciones límites”, como define.

El grupo de las seis instrumentadoras, fotografía tomada con la cámara de Silvia Barrera.

A Ivy -su nombre completo es Ivana Belén, pero ella se lo cambió porque así la llamaba su mamá cuando se enojaba, y así le dice cuando le pide que, por consideración a esas mujeres, no las persiga tanto- el trabajo no le resultaría sencillo. Leyó, se informó, habló con veteranos, se empapó del tema Malvinas. Partió de una copia ajada que muestra Infobae de la Resolución 1438 del 19 de noviembre de 2012 del Ministerio de Defensa que reconocía a 16.

Silvia Barrera, instrumentadora quirúrgica en la guerra, quiso ser retratada con sus condecoraciones (Gentileza Ivy Perrando Schaller)

Las veteranos que buscaba eran Susana Mazza, Silvia Barrera, María Marta Lemme, Norma Etel Navarro, María Cecilia Riccheri y María Angélica Sendes, todas instrumentadoras quirúrgicas que se anotaron como voluntarias para el Hospital Militar Malvinas de Puerto Argentino, pero que fueron finalmente destinadas al buque hospital Almirante Irízar.

Otras seis pertenecían a la Marina Mercante. Mariana Florinda Soneira, Marta Beatriz Giménez y Graciela Liliana Gerónimo estuvieron en el San Blas; Doris Renee West en el Formosa y Olga Graciela Cáceres y Marcia Noemí Marchesotti en el Río Cincel. Por su parte, María Liliana Colino participó de evacuaciones aeromédicas en el Teatro de Operaciones para la Fuerza Aérea. Cierran la lista Maureen Dolan, Silvia Storey y Cristina María Cormack, descendientes de malvinenses que fueron enviadas a las islas por la Armada luego de la recuperación.

Doris West fue una de las poquísimas mujeres que pudieron desembarcar en las islas (Gentileza Ivy Perrando Schaller)

Ivy realizó un trabajo muy paciente. Cada vez que localizó a una de ellas, se presentó, les contó su historia, intentó romper recelos, reticencias y timideces con la invitación a un café o a una cena. “Las convencí para que me dejaran hacer un retrato que guarde para siempre el rostro de cada mujer que decidió bajar a este sur lejano, éste que también existe, el que recibió hombres y mujeres de todas partes del país para defender una tierra reclamada hace cientos de años y ocupada por una bandera que no es la nuestra”.

Algunas dijeron que sí enseguida; otras no quisieron saber nada con una foto y tampoco hablar de lo que vivieron entonces. Ahí Ivy cayó en la cuenta que la empresa que se había propuesto había sido una de las cosas más complicadas que se le había ocurrido desde que, siendo niña, robaba la cámara de su papá para tomar sus propias fotos.

A la primera que contactó fue a Silvia Barrera, que participó en la guerra como instrumentadora quirúrgica. “Somos 13″, le dijo. Tres fallecieron. Ivy les dio la libertad de que ellas fueran las que escogieran dónde quieren ser fotografiadas. La única condición que puso fue que haya algo verde de fondo, “símbolo de vida, de esperanza, un color amigable”. Barrera decidió que fuera en el hospital donde trabaja.

Angélica Sendes era la mayor del grupo de las seis instrumentadoras embarcadas en el Almirante Irízar (Gentileza Ivy Perrando Schaller)

Hoy Ivy admite que con algunas “pegué onda al instante”, pero otras se mostraron distantes y cautelosas, aunque ninguna le cerró la puerta en la cara. Marta Lemme, de Ejército, le confesó que había tenido tres grandes crecimientos en su vida: ir a la guerra, criar a su hija y conocer el mundo. Le dijo que era quién era por la vida que le había tocado, pero que también había elegido vivir.

Luego llegó el encuentro con Angélica Sendes, que actualmente vive en un hogar de ancianos en Malvinas Argentinas. Como le hizo la fotografía en plena pandemia, no pudo acercarse ni hablarle como ella hubiera deseado. Por eso debió escribirle cartas contándole de su proyecto y así la convenció. Usó una lente de 300 mm para poder tomarla desde varios metros de distancia.

María Liliana Colino participó de evacuaciones aeromédicas en el teatro de operaciones (Gentileza Ivy Perrando Schaller)

Mariana Soneira, de la Marina Mercante, fue la primera que hace ya tres años le dijo que no a Ivy. Pero nunca dejó un mensaje sin responder ni una duda sin aclarar. El tiempo hizo el resto, supo de las mujeres que ya habían sido retratadas y un día la sorprendió con un mail: “A veces pienso que yo también fui responsable de que no nos conozcan porque siempre mantuve un perfil bajo y sin exposición. Ahora que veo tu trabajo sobre nosotras, ¿cuándo te venís a Ushuaia?”

De Cecilia Ricchieri aún no tiene fotos. Ella no acostumbra a hablar de la guerra y a los actos y homenajes envía a sus hijos en su representación. Pero aún no le dijo que no.

“Etel no va a querer que le tomes una foto”, le advirtieron las otras mujeres. Se referían a Norma Etel Navarro, quien se desempeñó como instrumentadora quirúrgica durante la guerra. La fotógrafa hizo un trabajo fino de seducción, que incluyó acompañarla a comprar ropa, llevarla a la peluquería y compartir varias sesiones de café.

También vivió situaciones risueñas como con la nonagenaria Doris West, que durante la guerra formaba parte de la tripulación del buque Formosa y pasó momentos dramáticos cuando fue bombardeado. Doris, una simpática y vital anciana que suele usar el colectivo, la invitó a un almuerzo que tenía con sus amigas en el Club Danés. Luego fueron a pasear y, como corolario, llegó la foto.

El trabajo de Perrando Schaller se llamará "Valientes. Una historia de mujeres" (Gentileza Ivy Perrando Schaller)

Al cierre de esta nota, Ivy recibió un mensaje de Cecilia Riccheri: “Mañana a las 16, en casa”. Otra puerta que se abre.

La fotógrafa remarca que todas las mujeres entrevistadas hablan de una conciencia, de una responsabilidad propia sobre a dónde querían ir, alejadas del discurso de la victimización.

Cuando tenga todas las fotografías, el trabajo será un libro que ya tiene título: “Valientes”.

Ivy está confiada en que tendrá finalmente registrado todos sus rostros. “Yo sé que algún día volverán a estar juntas con sus rostros, sus voces y sus historias”.

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