La festividad de ocho días consecutivos, y quizás la celebración judía más conocida, Janucá, tuvo su origen en el año 165 a.C., hace más de 2000 años, después de que los macabeos lograran derrocar a Antíoco IV Epífanes, y gracias a ello obtener su independencia, lo que les permitió recuperar el Templo de Jerusalén. Esta festividad comporta un rito que consiste en encender una vela por día en un candelabro, desde el inicio de la celebración, hasta su fin, durante ocho días.
Este domingo 5 se enciende la última vela y la festividad concluye el 6 por la tarde.
El rabino del Gran Templo De Paso, Yosi Baugmarten, manifiesta que el mensaje es que “podemos aumentar luz”. “Cada ser humano es un ser de luz y las acciones de bien hacen que este mundo con un poquito más de luz esté un poco mejor”. “También es el mensaje de que todo se puede cuando una persona quiere. El candelabro tiene muchos brazos. Hay muchas maneras en que las personas podemos sentir, podemos pensar, podemos iluminar y podemos brillar”, agregó.
Todas las maneras son buenas, siempre que apunten a esa meta, sostuvo. “Por eso quería desearnos un feliz Janucá y que en el mérito de Janucá podamos brillar, podamos juntos hacer, que podamos respetarnos un poco más, valorarnos un poco más, y que Dios elimine esta pandemia y podamos seguir con más fuerza trayendo luz a este mundo”, fue el deseo que expresó.
Las velas de Janucá, su luz, nos dicen que somos nosotros los generadores de luz, que podemos brillar e iluminar a través de actos de bien, de buenas palabras y buenos pensamientos. No todos sentimos ni opinamos igual, señala, pero si partimos de la base primordial que es el respeto mutuo, entendiendo que somos humanos, que habitamos en este mundo con el propósito de cambiar y transformarlo con amor y alegría, lograremos comprender el mensaje poderoso de Janucá.
Para finalizar, el rabino Baugmarten pide que, con toda nuestra fuerza, siguiendo el ejemplo de los macabeos, que eran pocos y débiles pero que con una fe inquebrantable lograron su victoria, restaurando el templo para hacer brillar la luz desde el candelabro, seamos cada uno de nosotros un candelabro e iluminemos al mundo, a nuestras familias y a nuestro entorno, para que esta luz traiga la pronta salvación, curación y bendición ilimitada junto a la llegada del Mashiaj, es decir, el Mesías.
La también llamada “fiesta de las luminarias” se inició el 28 de noviembre. La tradición judía de Janucá consiste en que durante ocho noches se debe encender una vela del candelabro (Janukiá) como motivo de la celebración del milagro de la luz.
Como se señaló más arriba, Janucá conmemora el coraje de un pequeño grupo hebreo que se rebeló contra un poderoso ejército cuando la autoridad les prohibió la observancia del judaísmo. Su triunfo fue un verdadero milagro. Y a éte le siguió otro: que el aceite usado para encender la menorá (candelabro ritual), del recuperado Templo Sagrado de Jerusalén, y que debía durar una jornada fue suficiente para iluminar durante 8 días.
De ahí viene la costumbre de encender velas durante ese lapso de tiempo, comenzando por una vela el primer día a y completando la janukiá, el candelabro de ocho velas, la última noche. Se enciende la luz para poner fin a los días oscuros y recordar que los milagros son posibles. Cada vela debe ser encendida al anochecer de cada día y no pueden ser utilizadas con otro fin que no sea la reflexión y la contemplación.
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