Cuando la Cuba comunista rompió relaciones con los países de América Latina, la herramienta fundamental del Servicio de Inteligencia castrista fue su par de Checoslovaquia: la Administración 1ª. Este dato sirve para entender la importancia que tenían los espías de Praga dentro del Pacto de Varsovia, la alianza de países comunistas que comandaba Moscú en contraposición a la OTAN occidental. Por supuesto, la KGB soviética monitoreaba la actividad de los agentes de sus naciones satélites. Su importancia fue vital durante la Guerra Fría, que se extendió entre 1945 y 1989.
Otro detalle a tener en cuenta es que previo a 1962, los grandes jefes del castrismo, por casos los comandantes Raúl Castro, Ramiro Valdés y Manuel “Barbarroja” Piñeiro Lozada se instruyeron en Praga. Solo así se entiende que los checoslovacos estuvieran al tanto de la intromisión cubana en Oran, Salta, en 1964 (encabezada por Jorge Masetti) o que junto con La Habana instrumentara la “Operación Manuel” que no era otra cosa que el tráfico clandestino de latinoamericanos que pasaban por Praga rumbo a los campos de entrenamiento militar cubanos, los tristemente famosos PETI (Preparación de Tropas Insurgentes). En pocas palabras, como lo demostré en mi libro “Fue Cuba”, no se llegaba a Cuba sin pasar por Praga.
Ambos servicios trabajaban a la par bajo la atenta mirada de Moscú, de allí que cuando tuve acceso al archivo del StB (Seguridad del Estado) me encontré con muchos cables con instrucciones llegados desde “la Central” de la KGB a “la Central” de Praga y retransmitidos a La Habana. Tan sólidos fueron esos vínculos que en 1968, cuando las tropas del Pacto de Varsovia ahogaron en sangre “la primavera de Praga”, Cuba apoyó la invasión y nada se conmovió. Como dato anecdótico digamos que en el mundo cultural se provocó una escisión y muchos grandes exponentes de la época se apartaron definitivamente de sus simpatías por el castrismo. Mario Vargas Llosa por caso, aunque ya antes transitaba el camino del “desencanto”. Las tropas invasoras continuaron en Checoslovaquia hasta la “Revolución de Terciopelo” de 1989; el colapso de la Unión Soviética y la caída del Muro de Berlín como un signo de los tiempos. El 1° de enero de 1993 Checoslovaquia se dividió en las repúblicas Checa y Eslovaca.
Varios años más tarde tuve acceso al archivo la Administración 1ª del StB y, a través de sus miles y miles de microfilms, pude sumergirme en la tragedia de la violencia en América Latina. Ahí, en parte, está la historia de los sesenta y setenta en la Argentina con nombres y apellidos. Fue como hundirme en el infierno del Dante. Así nació “Fue Cuba”, ya que entré por la ventana informativa no prevista porque el resto de la tragedia esta en los archivos del Departamento América del Partido Comunista Cubano, en La Habana.
El archivo de la “Central” de Praga es más extenso porque abarca desde la caída de Perón en 1955 hasta la asunción de Carlos Saúl Menem el 8 de julio de 1989. Ya es hora de que “algo” cuente de la etapa de Menem, porque cuando él entró en la Casa Rosada, la República (comunista) de Checoslovaquia seguía en pie, aunque el servicio de Inteligencia castrista se había independizado tras el restablecimiento de relaciones argentino-cubanas de mayo de 1973. Esto bien podría explicar que la eficiencia del servicio no era el de otras décadas. Para entender lo que sucedía en la Argentina tuvieron que “nutrirse” de colaboradores “nativos” y afines. En síntesis, es la contracara de lo que sucede actualmente: no es un servicio de inteligencia que le da información a un periodista sino un periodista que brinda información a un servicio de inteligencia (extranjero).
El “colaborador” o “informante” se llama Luis Sicilia, un periodista argentino que se ubicaba en la izquierda “nacional”, conocido por su libro “Un cronista recorre América-Del Che Guevara a la Guerra de Malvinas”. Busqué dentro del peronismo ortodoxo y lo sintetizan como un apparatchik de la FSM (Federación Sindical Mundial) que se encargaba de llevar periodistas a Moscú. En la época de Menem, cuando salió la revista “Tres Puntos”, Sicilia acompañaba al medio junto con otros profesionales del mismo costado ideológico. En ese tiempo la campaña anti Menem fue feroz. Apoyaban a Chacho Álvarez, y terminaron cuando perdió la Alianza.
Antes de asumir Menem el “colaborador” cuenta a Praga que se está en vísperas de una reunión en Rosario, Santa Fe, entre el general Isidro Cáceres (jefe del Segundo Cuerpo) y representantes de los “carapintada” “para debatir la situación futura de la Fuerza”. En la ocasión, “los carapintada le pedirían a Cáceres una definición acerca de su interés en reemplazarlo al general ( Francisco) Gassino como comandante del Ejército. En realidad, dicen las fuentes, las relaciones de Cáceres con los carapintada pararían por un mal momento.” A renglón seguido, el informante Luis Sicilia le cuenta a los checos que “en las últimas horas se habrían profundizado las diferencias entre Mohamed Seineldín y Aldo Rico. El primero tiene un proyecto político-militar, en tanto el segundo, se dice, opera como un factor de choque, teniendo como objetivo central el desplazamiento de los llamados liberales de la jefatura del arma. Además, se dice, existen problemas de gravitación personal, de liderazgo, entre los dos comandos rebeldes.”
En el mundo de la Inteligencia una cosa es analizar diarios y otra buscar opiniones personales. En el primer caso no es problema, el segundo es más conflictivo porque el “reporteado” no sabe para quién habla. Y, expone Octavio “Pilo” Bordón, el que se imaginaba ser canciller y luego declinó el Ministerio de Obras Públicas porque Menem le nombró a Julio “Chiche” Araoz como Secretario de Energía. El ex gobernador de Mendoza –que había prometido a Menem solidarizarse públicamente en la interna de 1988—contó que “a la Embajada de los Estados Unidos le preocupa lo siguiente: 1°) La casi segura cercanía de los elementos montoneros junto a Rico, empeñados en alentar el perfil nacionalista del jefe rebelde, sobre todo su rencor por el asunto Malvinas. 2°) La existencia de un eje nacionalista de argentinos-Panamá…hace semanas hablando con periodistas el ex embajador Gildred (fue embajador hasta mayo de 1989 y lo reemplazo Terence Todman) hizo saber que cuando se produjo la reciente crisis entre EE.UU. y Noriega (previa a la invasión), el nacionalismo militar argentino hizo llegar su solidaridad al jefe militar panameño.”
Entre otras acechanzas de esos días, Luis Sicilia adelanta que sus fuentes militares predicen la posibilidad de “un movimiento militar no deseado”. Y cuenta que Rico le hizo llegar una carta a Ítalo Luder en la que dice que “si Menem margina al Ejército Nacional, los liberales una vez que queden dueños de la situación iniciarán una conspiración frontal contra el gobierno peronista, para tirarlo mediante un golpe.”
Para este reporte, Sicilia consulta a Nicolás Tozzer, jefe del área internacional del Buenos Aires Herald, quien le cuenta que Theodore Gildred le dijo que “es importante que Menem no fracase en su gestión, aunque la realidad indica que las dificultades van a ser inimaginables, sobre todo y en primer lugar en el plano económico.” Nada nuevo bajo el sol: Gildred era testigo que Menem se hacía cargo del gobierno seis meses antes y que la administración de Raúl Alfonsín dejó 90 millones de dólares de reservas en el Banco Central. El desprestigio argentino era mayúsculo y con un solo ejemplo se demuestra: al 8 de julio de 1989, la Argentina estaba inhabilitada para sufragar en los organismos multilaterales más importantes por falta de pagos de sus cuotas… al mismo tiempo que se dilapidaron cientos de miles de dólares para que el ex canciller Dante Caputo pudiese acceder a la jefatura de la Asamblea General de las Naciones Unidas y así poder lanzar su (nonata) candidatura presidencial contraria a la del cordobés Eduardo Angeloz.
Y, por las dudas, Gildred opinó que si Menem no consigue financiación “la Argentina no tiene salida y la situación podría desembocar no en una guerra civil sino en algo peor (sic), como ser una lucha cruzada entre las distintas facciones del Ejército y el resto de las FF.AA. y la sociedad. El caos generalizado –dijo—que conduciría a la disgregación nacional.”
El informante “progresista” también puso en boca de Gildred ponderaciones a Luder porque manifestó “la necesidad de que las FF.AA. hagan inteligencia interior y que la Argentina debe salir del Tercer Mundo”, el bloque de Países No Alineados. Luis Sicilia y el propio Gildred se olvidaron de contar a “La Central” de Praga que durante la campaña electoral gran parte del gobierno americano y un sector del Pentágono se inclinaban por Eduardo César Angeloz, el candidato radical. Las pruebas están en otro archivo.
El informe a “la Central” comunista de Praga habla de las resistencias que genera el plan económico del gobierno y que “Menem y su entorno no está dispuesto a ceder, aunque ello signifique posibilitar la ruptura de la CGT… la fisura demuestra que un sector importante del gremialismo peronista no acepta las reglas de juego tal cual las ha establecido el Ministro Néstor Rapanelli […] Por razones parecidas, el llamado peronismo renovador que pilotea el gobernador bonaerense y presidente del Partido Justicialista Antonio Cafiero también ofrece resistencia al Plan BB. El peronismo renovador cree que no es aconsejable atar la suerte del peronismo el Plan BB y prefiere alentar ciertas formas independientes, para despegar al movimiento fundado hace más de cuatro décadas por el General Perón, en caso de que el citado Plan BB naufrague. Además son conocidas las diferencias sustanciales existentes entre el peronismo menemista y la corriente renovadora. Por ejemplo, y esto lo acaba de subrayar el propio Cafiero, en el tema del indulto a los militares del proceso. Cafiero está de acuerdo con indultarlos, pero reclama de los uniformados un acto de arrepentimiento, poniéndose al lado del reclamo que en ese sentido formula la Iglesia argentina.”
En el siguiente informe del 14 de septiembre Luis Sicilia traza una mirada sobre la SIDE y su conducción, es decir de mí persona. Aquí se equivoca porque la gente con la que trabajaba sabe que no me iba del edificio antes de las 22 horas, aunque tomaba el desayuno con el Presidente de la Nación alrededor de las 8 de la mañana. Si vale recordarlo, en los seis meses en 25 de Mayo 11 baje alrededor de siete kilos. Pero no es esto lo importante. El “aportante” Sicilia cuenta que podría ser reemplazado por un hombre de “carrera” para ir a ocupar la Secretaría de Información Pública (SIP) y lo cierto fue que en enero de 1990, ante algunos consejos que se inclinaban por un ignoto coronel (RE) se nombró a Hugo Alfredo Anzorreguy.
Luego sigue: “Mientras tanto Yofre sigue estructurando una sólida red de contactos con gente de prensa, por lo general de origen peronista. Para ello, entre otras personas, se vale de Mario Baizán, un joven redactor especializado en temas sindicales, perteneciente a Guardia de Hierro, una corriente interna del justicialismo, enraizada en el pensamiento de derecha […] Un primer relevamiento permite conocer los nombres de algunos periodistas que, por amistad personal con la dupla Yofre-Baizán, por identidad ideológica (esencialmente anticomunista) o por ambas cosas, son en la actualidad frecuentadores de la SIDE.”
A continuación el informante ofrece a “la Central” de Praga una larga lista de periodistas argentinos que habían sido mis compañeros de trabajo en las redacciones por las que había pasado. Dar los nombres sería desmerecer sus trabajos personales. Queda claro que Luis Sicilia no consultó con Isidoro Gilbert, el corresponsal de la agencia soviética TASS, porque él como otros siempre tuvo abiertas las puertas de mi despacho. Por otra parte nombrarlos sería aceptar o sumergirme en el denso mundo que siempre rechacé: el de los sobres al periodismo.
El siguiente informe de Sicilia advierte que “crecientes indicios indican que está concluyendo la luna de miel entre el presidente Menem y la veleidosa sociedad argentina, que hasta hace pocas semanas lo exaltaba como a un superhombre político y que ahora ha comenzado a pasarle facturas en distintos terrenos de la acción gubernamental.” Para cimentar su afirmación refleja el creciente disgusto del partido oficialista con la gestión de Néstor Rapanelli. Lo mismo sucede dentro del sindicalismo, aunque “tanto el ministro Jorge Triaca (a quien sindica como una pieza más de las multinacionales de los EE.UU. y del Departamento de Estado) como el referente sindical menemista Luis Barrionuevo movieron sus piezas para derrotar a Ubaldini en el terreno legal.”
Luego informa sobre “el malhadado acto del 17 de octubre que nació mal y termino peor” por la escasez de concurrentes a la Plaza de Mayo. También hablo de la “presión alcista sobre el dólar paralelo” y que “de mantenerse esa tendencia, todo el andamiaje del Plan BB se derrumbaría.”
Entre este último informe y uno anterior que no está no hay nada de Carlos Menem viajando a los Estados Unidos para entrar a la Casa Blanca el 27 de septiembre de 1989 y mantener su primera entrevista con George Bush. En esa ocasión, el mandatario argentino explicó las ideas centrales del plan económico y dando un toque de dramatismo al relato dijo: “Una semana antes de que yo asumiera había gente armada defendiendo sus negocios en la azotea” y habló del proceso de privatizaciones que se aproximaba: “El 24 de octubre se abren los sobres para la licitación de los canales de televisión”. Seguidamente expuso brevemente sobre el plan petrolero. Respecto de la deuda externa, Menem aclaro que no había llegado a Washington a pedir plata y que su país pagará la deuda, y que el proceso económico se llevaba adelante con “tremendos sacrificios”.
“¿Cómo ve las espaldas del pueblo argentino para soportar el esfuerzo?” pregunto Bush y Menem respondió: “A mí me voto el 51 por ciento del electorado, ahora las encuestas dicen que me apoya el 80 por ciento”.
El comentario de Bush fue: “Cooperaré por todos los medios para hacer lo que podamos por participar en lo que será una presidencia extraordinariamente exitosa”.
Tras el encuentro, Menem recibiría un préstamo puente de mil quinientos millones de dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI). A pocas semanas de esa entrevista renunciaría Néstor Rapanelli y asumiría Antonio Erman González como Ministro de Economía.
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