Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) las brechas de género son medidas que muestran la distancia entre mujeres y varones respecto a un mismo indicador. Es decir, reflejan las oportunidades diferentes de acceso y control de recursos. Suele hablarse, entonces, de brecha salarial, digital, brecha en la distribución del trabajo no remunerado y también en el mercado laboral, brecha de calificación profesional, etc.
Las desigualdades entre los géneros, sin embargo, no se limitarían a la mayor dificultad por conseguir aquello material, concreto, tangible. Existe además una brecha de orgasmos, un largo trecho en las vivencias subjetivas de placer sexual.
Así lo explican publicaciones oficiales de la Academia Internacional de Investigación Sexual que difunden, por ejemplo, que sobre 52.588 personas entrevistadas en Estados Unidos el 95% de los varones heterosexuales manifestó alcanzar orgasmos en los encuentros sexuales con sus parejas, mientras que la cifra bajó a 89% entre varones homosexuales, a 86% entre mujeres homosexuales, y arañó el 65% entre las mujeres heterosexuales.
Otro estudio pero de la Universidad de Indiana reflejó en el año 2015 que de 1055 mujeres consultadas, solo el 18% lograba acabar/correrse/venirse de goce a través de la penetración. El 82% restante dijo necesitar sí o sí estímulos externos durante el sexo.
Pero ¿estimular qué cosa? ¿Dónde están y cómo se llaman esas zonas de disfrute? ¿Cuánto conocemos nuestros cuerpos? ¿Cuánto nos animamos las mujeres a recorrerlo?
Leer “Todo sobre tu vulva”, el libro que la investigadora Tati Español acaba de publicar por Editorial Planeta, es una alentadora invitación a saber para poder desear. Más de 300 páginas de datos, gráficos, papers, historias, anécdotas y dibujos sobre el placer de las mujeres y personas con vulva. Apuntes que ponen luz a una sexualidad femenina mantenida durante siglos en violenta oscuridad.
- En los capítulos más abultados del libro historizás sobre la sexualidad de las mujeres, ¿por qué te pareció importante revisar la historia occidental de la anatomía?
- Hace algunos años descubrí la forma completa del clítoris y se me disparó el interrogante: ¿por qué no sabía esto? Me puse a investigar hasta que encontré un estudio académico que decía que la forma del clítoris interna y externa recién se detalló, por una uróloga australiana, en el año 1998. Ahí confirmé que necesitaba entender por qué tanto silencio sobre nuestra genitalidad. Pero no aparecía explicación, por eso tuve que ir hacia atrás y cada vez más atrás y buscar información en lugares inconcebibles. La historización me permitió dejar en evidencia un proceso sostenido de ocultamiento de nuestras sexualidades. Y, a la vez, notar un paralelismo muy grande entre el pasado y el presente. No estamos nunca tan lejos de la Antigüedad.
- Compartís una reflexión muy interesante de la física y militante feminista argentina Juliana Reves Szemere: “¿Cómo puede ser que la ciencia moderna haya entendido cómo son los átomos en 1926, haya logrado desentrañar la mecánica de la Relatividad General en 1915, pero haya esperado hasta 1998 para mirar de cerca un clítoris?”. ¿Qué explicación le encontrás a este “olvido” de la ciencia?
- Permite entender el placer que nos fue negado a nosotras, a nuestras madres, abuelas y a las que estuvieron antes. Saberlo está bueno igualmente para pensar en el placer que ahora sí nos debemos, que nos merecemos y vamos a buscar. Nos resulta muy difícil a las mujeres ponernos en el lugar de sujetas de deseo porque hemos sido criadas desde el día uno como dadoras de placer. Cuesta hacernos cargo de nuestro placer, priorizarlo; siempre ponemos por delante el placer ajeno. En el sexo y en todo, porque los placeres que nos fueron negados no son solo sexuales. El placer de comer nos fue negado, por eso vivimos comiendo cosas horribles para no engordar o comemos con culpa. El placer de perseguir nuestros sueños, de trabajar de lo que queremos… de vivir básicamente. Y yo creo que recuperar esos placeres prohibidos y negados tiene mucho que ver con los feminismos.
- Describís partes y funciones de los cuerpos de las mujeres que suelen reconocerse únicamente en los cuerpos de varones: frenillo, prepucio, próstata…
- Todo lo estudiamos a través del cuerpo de los varones. No hubo estudios científicos sobre nuestros clítoris hasta 1998 precisamente porque no se investigaban los cuerpos de las mujeres. Y la verdad es que penes y vulvas son homólogos. Son tejidos con el mismo origen embrionario que parten de las mismas células y que se acomodan de distintas formas. Todos y todas tenemos un glande, una próstata, cuerpos cavernosos ─los del pene están para afuera, los de la vulva están para adentro─, tenemos gónadas. La genitalidad femenina tiene su homólogo en la genitalidad de las personas con pene, pero lo que sabemos lo aprendimos solo a través del varón.
- Recorres por ejemplo la historia de la histeria, la enfermedad ficticia más diagnosticada y su relación con un enorme mercado comercial. ¿Cuáles fueron los hechos o situaciones que más te sorprendieron durante tus investigaciones?
- Lo que más me sorprendió fue la caza de brujas en manos de la Inquisición entre los siglos XIV y el XVII. Fue el mayor genocidio de género o femicidio masivo de la historia. Sobre todo me sorprendió que haya estado tan relacionada con nuestra sexualidad, con el adoctrinamiento sobre nuestros cuerpos, con el miedo que quedó después, y cómo la bruja es una figura que hoy seguimos teniendo súper inculcada como algo feo, horrible que viene de esa etapa histórica. Es increíble el odio naturalizado a la mujer o a cualquier persona que tuviera relaciones sexuales de forma no reproductiva.
- Una gran frase de tu libro es “El sexo no es un acto natural”, ¿qué significa?
- Es una frase que me encanta de la educadora norteamericana Leonore Tiefer. Frase que resulta fácil de corroborar porque si miramos pinturas o esculturas de siglos pasados ─las vasijas de la Antigua Roma por ejemplo─ encontramos figuras representando relaciones sexuales que son diferentes a lo que hacemos hoy. O cuando ves el Kama-sutra. Te das cuenta de que la forma de relacionarnos fue cambiando a lo largo de la historia, modificadas por las sociedades, por las coyunturas. La sexualidad no es un acto natural, es una construcción social. Así como el deseo, como el erotismo. Se va construyendo desde que nacemos en el espacio en el que vivimos. La sexualidad es como gelatina, toma la forma del molde del recipiente. El molde de nuestra sexualidad incluye mimos, besos, “previa”, penetración, orgasmo y a dormir; pero puede tomar formas más libres.
- Una sexualidad construida socialmente, que muta, que se transforma…
- Exacto. El sexo no es un acto natural y agrego que tampoco es un acto reproductivo. Si sacáramos esas dos ideas sería más fácil, porque por ejemplo el odio hacia personas de una misma genitalidad que tienen relaciones se vincula con estas ideas instaladas. O el silenciamiento que existe sobre la sexualidad de las mujeres después de la menopausia.
- ¿Qué es “vulvanizar”?
- Todo lo que toca la bombacha es la vulva, aunque solo hablemos de la vagina. Llamar vagina a todos los genitales es como decirle garganta a toda una cara. Nombramos nuestra genitalidad únicamente por su función reproductiva porque el placer nos fue negado durante siglos. Y vulvanizar es una palabra que inventé para dar cuenta del acto de frotar nuestra vulva contra lo que sea: almohadones, ositos de peluche, un pene, otra vulva, vibrador, el cuerpo de alguien. Eso que hacemos muchas veces para encontrar nuestro orgasmo.
- ¿Por qué te metés contra “previa”?
- Decirle previa a lo que a nosotras nos lleva al orgasmo lo ubica como algo optativo. La “previa” puede dejarse de lado, se entiende como una invitación a tener sexo, aun cuando es la forma en que la gran mayoría de nosotras siente placer u orgasmos. Es que nos enseñaron que el sexo es el acto de penetración: si no hubo penetración o algo adentro de una vagina parece que no fueron relaciones sexuales. Esa parte del acto sexual, además, no tiene por qué estar al principio. ¿Por qué tiene que ser “la previa”? Quizás es la forma en que una persona orgasmea y cambiar el orden de las cosas podría descomprimir muchísimo. Cuando seguimos un orden repitiendo un guión dejamos afuera a un montón de gente. Y ese montón de gente la pasa mal. Hay un 35% de personas socializadas como mujeres que no tienen orgasmos en sus encuentros sexuales. Es claro que algo no está funcionando.
- En el libro hay una fuerte invitación a la masturbación, ¿por qué?
- Para las personas que fuimos socializadas como mujeres la masturbación es algo que estuvo prohibido durante añares, muy silenciada. Nos enseñaron que son los varones los que se masturban. Nosotras nos masturbamos en secreto y gran cantidad de mujeres nunca se sintió con la libertad de masturbarse, de conocerse ni de buscarse. Yo creo que la masturbación es la emancipación de un placer que nos enseñaron como supeditado al conocimiento del varón cis y heterosexual. Nos enseñaron que nuestro placer depende de lo que el varón nos sepa dar, que ya va a venir el indicado y quien sepa qué hacerte. Y en realidad es una lo que tiene que saber qué quiere. Si yo no sé lo que quiero va a ser difícil poder pedírselo al otro. Cada persona tiene su propia y única sexualidad, sus propios gustos, modos, tiempos y es muy distinto al guión que vemos en la tele y que nos termina generando frustraciones y ansiedades. La masturbación es lo que nos viene a enseñar qué nos gusta.
- Retomas estudios de diferentes universidades y compartís encuestas que has realizado en tus redes sociales, y en todos se repiten los bajos porcentajes de mujeres que encuentran sus orgasmos solamente a través de la penetración. Pensaba en cuán aliviador es visibilizar estos datos para las mujeres pero también para los varones, ¿no?
- Es re fuerte la mochila que tienen los varones también. Y encima no generan las conversaciones que tenemos nosotras desde hace años. Ellos ni siquiera lo hablan entre amigos. Al no hablarlo y como les enseñan un manejo paupérrimo de sus emociones, se frustran, se enojan. Situaciones que muchas veces después descargan en nosotras y se convierten en violencia. Lo veo en los talleres que doy: el tipo frustrado porque no se le para el pito y esa carga va a parar a la novia, es culpa de ella. Por eso cuando el varón descubre que no necesita de su pito parado la pasa mucho mejor en sus encuentros sexuales. O entender que después de eyacular el acto sexual puede continuar de infinitas otras maneras. Saber que los tiempos entre una mujer y un varón pueden ser distintos a la hora de orgasmear libera y hace todo más fácil.
- A la par de un movimiento feminista con cada vez más incidencia, mencionas el crecimiento de un mercado de procedimientos estéticos y “mejoras” para la vulva. ¿Cómo se explica esta situación que parece irreconciliable?
- El patriarcado es una institución muy antigua y funcional al capitalismo, van de la mano. Y el patriarcado se renueva. Quizás suelta un poco una atadura pero enseguida se inventan otras quinientas, porque las industrias legales más ricas de este mundo sobreviven a partir de nuestras insatisfacciones. Nos venden muchas inseguridades y su solución. En ese marco, la cirugía estética genital no para de crecer, es abrumante. Se suma que no vemos representaciones de vulvas como para darnos cuenta de que nuestros cuerpos están bien. Si no se experimenta dolor o molestia, los genitales están perfectamente así como son y no necesitan ningún tratamiento, operación ni nada que los modifique. No permitamos que nos vendan una cirugía para “ganar calidad de vida y confianza”. El patriarcado se renueva, deja de oprimirnos por un lado para oprimirnos por otro, más sutilmente pero más fuerte.
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