Cuando Cristian Garavito (38) le contó a su madre que se mudaría a Buenos Aires a estudiar Traducción Pública no tuvo un apoyo inmediato. “En mi casa nadie ubicaba en el mapa dónde quedaba la Argentina. Era un destino totalmente desconocido”, admite. Igual, en 2007 se lanzó a la aventura porteña.
Nacida en Hermosillo, Sonora, al noroeste de México, estaba acostumbrada a viajar por su país a raíz del trabajo de su padre: ingeniero agrónomo. Pero su experiencia en el exterior a los 18 años como Au Pair (niñera) en Washington DC la motivó a descubrir el mundo. “En 2001 dejé mi hogar para aprender inglés en los Estados Unidos, conseguí un programa para cuidar niños y por las tardes estudiar. Fue allí que comencé a convivir con extranjeros”, le cuenta a Infobae, recién aterrizada desde Alemania.
De vuelta en su ciudad natal, nada fue lo mismo. “No me sentía a gusto. Es complejo salir y retornar. De esta manera me propuse un plan”, dice. Ya había tenido un breve paso como intérprete de procesos penales en Arizona, y ahora soñaba con formarse en la traducción pública. “En mi búsqueda encontré que Buenos Aires y Madrid eran los dos destinos ideales para hacerlo”, reconoce.
Emigrar a Buenos Aires
En 2007 se matriculó en la Universidad del Museo Social, ubicada en el centro porteño. El plan de estudios estipulado era de dos años, finalmente se quedó cuatro.
-¿Cuál fue tu primera impresión de Buenos Aires?
-No me esperaba una ciudad tan vibrante. Ni tan grande y mucho menos con una oferta cultural invaluable. Al principio se me hizo inmensa, pero los argentinos son buenos anfitriones, entonces rápidamente se me hizo fácil navegar. Al mes me sentía en casa.
En sus primeros cuatro años en Buenos Aires, Cristy exploró las bellezas turísticas del país. Conoce la Patagonia y el Norte. También pudo contagiar el amor que siente por la Argentina a su familia. “La invité a mi madre a conocer este paraíso. Ahora siempre que puede retorna”.
Desde 2014, Cristy es nómada digital. Ya conoció 45 países. Aunque su sede de verano siempre es Buenos Aires. En esta sintonía formará parte de NomadsBA, la primera conferencia de nómades digitales de la región, que se desarrollará los días 26 y 27 de noviembre, en la Usina del Arte, en el barrio de La Boca, que se podrá seguir online.
La conferencia es un encuentro anual que busca consolidar a Buenos Aires como el mejor destino de la región para trabajadores remotos, impulsar la llegada de turistas internacionales y de jóvenes estudiantes y profesionales. De hecho, este año Buenos Aires fue reconocida como la mejor ciudad de América Latina para nómades, según “The Work-from-Anywhere Index”, ranking que elabora Nestpick.
Según informó el gobierno porteño, Buenos Aires busca atraer 22 mil nómades digitales, un segmento de visitantes que más gasta en promedio por estadía y que gracias al teletrabajo puede radicarse en cualquier destino. Para ello, la Ciudad trabaja con el gobierno nacional en un visado especial que los habilitará a residir en el país por hasta un año.
Pero además, según un estudio que realizó EduBirdie, una plataforma de ayuda académica y redacción profesional, es el séptimo mejor destino del mundo para quienes desean estudiar en el extranjero, luego de Londres, París, Moscú, Madrid, Nueva York y Barcelona. Y en julio de 2021, fue ubicada entre las 25 mejores urbes para estudiantes internacionales y número uno de América Latina e Iberoamérica en opinión del índice QS Best Student Cities. Ahora, para recuperar los más de 92.000 estudiantes internacionales que llegaron a Buenos Aires en 2018 y 2019, trabajan en un plan junto a 27 universidades de la región del AMBA.
-¿Qué se necesita para ser nómada digital?
-Un trabajo remoto, como el de diseñador, o un médico interpreta resultados en línea, también profesores de disciplinas...ya sea yoga o idiomas. Es una tendencia consolidada, con un boom en la pandemia. También, hay que tener muchas ganas de viajar.
-¿Cuánto cuesta vivir en Argentina como nómada digital?
-Necesitas alrededor de 1000 dólares al mes, eso incluye el alquiler de un departamento temporal, gimnasio, lavandería, y en promedio cuatro salidas semanales. Es un gran destino, en Europa todo eso cuesta casi tres veces.
-¿Cómo fue tu adaptación a Buenos Aires? ¿Los porteños son receptivos?
-Tienen fama de que no, a mí me adoptaron como parte de su familia. Nunca me pusieron barreras. Me enseñaron a usar la Guía T para no perderme, no hubo domingo de verano que no haya sido invitada a los asados con largas sobremesas en Escobar. Ni hablar del amor por el mate y las milongas... Es una ciudad que recibe muchos extranjeros por la calidad de vida que ofrece. Me hice amigos de Uruguay, Canadá y Estados Unidos con los cuales abrí un sitio web de servicio de traducciones.
-¿Parejas?
-Acá son mujeriegos y chamuyeros. Cuando aprendí lo que era me morí de la risa, y lo vi en práctica y dije ‘son maestros’. Como puede existir una noche de piratas…. Claro, que fui víctima de los chamuyos. Con la ayuda de mis amigas, lo empecé utilizar.
-¿Con la economía argentina cómo te llevás?
-En 2007 era mucho más barato. Al tiempo me costó mucho la suba de los aumentos de honorarios en la facultad. Luego los precios de los alquileres, o las compras en el supermercado. Varios conocidos extranjeros montaron sus propios negocios y decidieron cerrarlos por la inestabilidad económica. Proyectar a largo plazo es todo un desafío. Creo que por eso admiro tanto a los argentinos.
-¿Por su poder de resiliencia?
-En cada crisis tiene el poder de reinventarse. En esa adaptación el país cambia, y eso se ve.
-Y la grieta , la inseguridad.... ¿Cómo te tocó relacionarte con eso?
-Creo que como latinos y residentes de grandes ciudades lamentablemente estamos acostumbrados a que ocurra. La famosa grieta es un hecho, el argentino es activista político. La primera vez que escuché un cacerolazo me llamó mucho la atención. Hablan fuerte, reaccionan, manifiestan sus ideas. El mexicano no está comprometido.
-Ahora, al revés qué hiciste vos, son muchos los argentinos que se quieren ir. Sobre todo jóvenes.
-Hay una idealización del exterior. Al final del día tiene que ver con una disconformidad social, económica, y política. Hay una fuga de talentos. Los argentinos están preparados, forman gente inteligente, pero no les dan la oportunidad para proyectarse. En México sucede lo mismo. Se van y añoran mucho los afectos y sufren el desarraigo.
-¿Los extranjero hablan de mejor de la argentina que sus propios habitantes?
-Si escuchas a un argentino hablar de la situación nacional no quieres visitar este país. Eso cambia una vez que que aterrizas en la Argentina, te enamoras. No solo eso, hay ciertos privilegios que tiene este país que no es fácil de encontrar en el exterior: la oferta socio-cultural, la educación pública, y privada...los paisajes, y la calidez de su gente.
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