El 19 de noviembre de 2021 se cumplieron 47 años del asesinato de Jorge Roberto Igarzábal, coronel post mortem. Su hija, Silvia, quiso honrar su memoria con una publicación en su cuenta de Twitter. Escribió “Así nos entregó el ERP a mi papá. Dentro de un armario metálico” y lo acompañó con dos fotos de su padre. Las imágenes son brutales: muestran el cuerpo doblado de un hombre acribillado, con su cara cruzada por un cachetazo de sangre. Tenía 46 años, llevaba diez meses de torturas y pesaba 35 kilos.
El tuit tuvo más de un millón de visualizaciones y más de 228 mil interacciones. Su viralización alcanzó a los medios gráficos. Infobae reprodujo al día siguiente una nota con el tuit, las fotos y la historia de su trágica muerte. “La nota tuvo mucha repercusión. Hasta llegó a llamarme un funcionario, reciente candidato electo, una cosa que nunca me había pasado”, relata Silvia.
Cuatro días después, Twitter le envió una comunicado. Le decían que habían bloqueado su cuenta por “incumplir las reglas que prohíben publicar contenido multimedia que muestre escenas sangrientas gratuitas”. El anuncio explicaba: “No puedes compartir imágenes y videos excesivamente gráficos (por ejemplo, heridas graves, torturas). La exposición a escenas sangrientas gratuitas puede ser perjudicial, especialmente si el contenido se publica con la intención de provocar deleite en la crueldad o por placer sádico”. Silvia debió eliminar la publicación para recuperar su cuenta.
“Por supuesto que las fotos que subí están muy lejos de lo que dice este comunicado. No tengo un placer sádico como supone Twitter. Son dos fotos que están en la causa del ataque a la unidad militar de Azul. Esto también pasó en la Argentina y yo quiero que la gente lo vea, quiero que la gente sepa la verdad, esta es mi verdad. A nosotros nos pasó. Yo no era chica, yo ya era grande y lo recuerdo perfectamente. Quiero que la gente lo vea, que sepa, que evalúe, que ponga en la balanza y que tenga la verdad de todo lo ocurrido, no una verdad parcial”, afirma.
“Hay todo de tipo de imágenes en Twitter: desagradables, fuertes, pornográficas. Hay todo tipo de diálogos, de insultos en Twitter. Nunca vi que bajen nada de eso. Me resulta llamativo que tomen tanta premura con este tema. Creo que es un tema ideológico. Ellos hacen referencia a las imágenes, pero el tema son todos los comentarios que vinieron a raíz de eso. Todos los comentarios, todas las verdades, eso es lo que molesta mucho”, reflexiona Silvia, quien en su bío se define como “VicePresidente Asoc. Familiares y Amigos de Víctimas del terrorismo en Argentina”.
Silvia contó que hace seis meses desde Twitter le vienen avisando que reciben denuncias sobre los tuits que publica. “Pero me decían que no encontraban motivos para suspenderme la cuenta. Yo entendí en ese momento que había gente que me quería molestar. Llegaron a hacerlo dos veces por semana por tuis inofensivos”. Expresa que el posteo que le dedicó a la memoria de su padre “es serio, es la verdad”.
Aunque sabe que es una imagen fuerte, lo hace porque también es su obligación moral. “Difundo la verdad -sostiene-, difundo lo que pasó y difundo los archivos para documentar. Así como siento la obligación de decir que el asesino de mi papá se llamaba Sergio Dicovsky y hoy está homenajeado en el Parque de la Memoria. Eso sí es grave, que quien mate a una persona totalmente indefensa, amordazada, con los pies atados y con las manos esposadas esté homenajeada en el Parque de la Memoria, y no mostrar una foto de una causa. Eso es grave”.
Jorge Roberto Igarzábal murió el 19 de noviembre de 1974, pero empezó a morir diez meses antes, la noche del 19 de enero. Desde camiones pintados como si fueran del ejército, bajaron personas también vestidas como si fueran del ejército enfrente de la Guarnición Militar de Azul, en la provincia de Buenos Aires. Hace tres meses que gobierna Juan Domingo Perón: su tercera presidencia. Son más de doscientos hombres los que rodean el lugar.
Se sabrá después que los asaltantes son de la compañía Héroes de Trelew del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo). Mario Roberto Santucho –su creador–, Enrique Gorriarán Merlo, y Hugo Irurzun, encabezan el operativo que consiste en robar armas, atrapar a un oficial de alto grado y tenerlo de rehén para usarlo como una mercadería de canje. El jefe del Grupo de Artillería Blindado 1 era Jorge Roberto Ibarzábal y estaba enfrente, en su casa. Al oír los primeros disparos, hace arrojar al piso a sus tres hijos (Silvia, María José y Roberto), baja las persianas, toma un revólver, y vestido de civil se une a la defensa de la guarnición.
El soldado Daniel González, quien se encontraba de guardia, es el primero de los muertos. El segundo es el coronel Camilo Arturo Gay, jefe de la unidad. La defensa de la guarnición militar es exitosa. Ibarzábal es secuestrado y se convierte en un recurso para extorsionar al gobierno e intercambiarlo por guerrilleros detenidos. Pasará diez meses de cárcel en cárcel, maniatado y amordazado la mayor parte del tiempo, y obligado a escribir cartas a su familia diciendo que “me tratan bien”.
Hasta que el 19 de noviembre de 1974 a las siete de la tarde y en San Francisco Solano, Quilmes, una patrulla policial de control de ruta advierte el avance de tres vehículos sospechosos: dos autos y una camioneta Rastrojero que lleva en su techo un armario de metal: la última cárcel del cautivo. La caravana rompe el cerco a toda velocidad. Empieza la persecución. Estalla un tiroteo. La camioneta frena. El custodio del armario empuña un arma corta, “y le pegó tres balazos a mi padre, que estaba esposado y con los ojos vendados”, recordó Silvia Ibarzábal, adolescente en aquella noche de espanto. Su papá muere en el acto y el asesino tira el arma, alza los brazos y se entrega sin resistencia.
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