Brian Müller (18), está muy feliz y le sobran motivos. En dos semanas termina la escuela secundaria, y tendrá su título como Técnico en electrónica. Ya se imagina su futuro como ingeniero electromecánico, siguiendo su vocación. “Soy un soñador que concreta sus ideas”, dice desde Bariloche, Río Negro, su ciudad natal.
Como todos los años el Colegio Tecnológico del Sur les propone a sus alumnos hacer un proyecto de fin de año. Cada joven debe poner en práctica los conocimientos que fue adquiriendo a lo largo de la cursada. Brian hizo la maqueta de un barco de madera de 1932 que navega por las aguas del lago Nahuel Huapi, cerca de la isla Victoria. “La semana pasada llevé a Joselito I (el nombre de su obra) a pasear junto al original. Sentí mucha emoción”, detalla.
Manos a la obra
La decisión de realizar un barco histórico no fue al azar. En 2020 impactó a la comunidad con un modelo de Ford T 1908, el mismo que usaron sus bisabuelos suizos inmigrantes en la zona del El Bolsón. Esta vez quiso homenajear a un familia local, los Pargade, que viven en la Isla Victoria.
Marcos Pargade (53) es guía de la isla, y dueño de la embarcación. “Mi padre lo compró hace más de 40 años, estaba bastante deteriorado. Le vimos el potencial y lo restauramos”, le contó a Infobae. Cuando Brian se subió al casco y disfrutó de un paseo por Playa del Toro, se enamoró.
Desde febrero de 2021, Brian comenzó a idear su trabajo escolar. Primero investigó todas las características de la embarcación para dar vida al plano. Eso le llevó unos tres meses. “Le dedicaba todas las horas libres, incluso los fines de semana”, relata. Después, se puso a hacer la maqueta.
Se sirvió de los materiales que tenía a mano. “Junté en casa todos los cajones de verdura que pude, eso me sirvió para hacer la mayor parte de la estructura, porque es fuerte y robusta. La tuve que lijar, moldear y agregar masilla. Después compré algo de álamo para completar el armazón”, explica.
Con la maqueta finalizada en escala 1:9, llegó el turno de probar si flotaba. ”Llené la bañera de casa, y crucé los dedos para que no se hundiera. Cuando lo vi mantenerse, me emocioné”. Estaba cada vez más cerca de su meta.
El motor, la clave de todo
El barco tenía que desplazarse, y ese fue el verdadero desafío. “No encontraba la manera de darle propulsión, probé de todo. Ese fue el momento en que casi abandonó la idea”, admite. Después de varias semanas, con la guía de su tutor, el ingeniero Horacio Arnaldi -investigador del Centro Atómico Balseiro- encontró la solución. “Le instalamos un motor de 10 V para la hélice para hacerlo navegar”. La dirección también quedó perfecta, a control remoto Brian puede hacer maniobras de hasta 180 grados gracias a otro circuito que coordina, también a control remoto, el timón.
Los detalles estéticos le dieron vida a su maqueta. Lo pintó a mano con pincel y material impermeable. Detallista, diferenció con negro la línea de sumersión. Joselito pesa 4 kilos y mide un metro. En total gastó 55.000 pesos.
“El jueves pasado, antes de la muestra, lo llamé a Marcos y se lo mostré terminado. Le encantó, así que salimos a navegar”, dice Müller. “Los curiosos se acercaban a mirar, hacían preguntas, y comentarios positivos”, añade sobre el paseo.
Los inventos del joven son orgullo de la provincia, el dueño del astillero Tecnao, que fabrica catamaranes, se enteró de lo que realizó el adolescente y le envío un mensaje: “Me alegro de ver tus proyectos. Siempre recuerdo aquella vez en el varadero tu inquietud por los barcos. Realmente me siento orgulloso de ver tus adelantos. Espero que seas un notable profesional naval, no desmayes ante cualquier tropiezo de ellos se aprende y la fuerza para avanzar vence todo obstaculo. Poné tenacidad que creo que ya la tenes. También te digo que tenés un puesto en Tecnao para que logres fortalecer tus conocimientos. No aflojes: el viento te dobla pero no te rompe”.
Ahora en su casa de Rio Negro y a poco de recibirse, Brian ya tiene otros planes. “Voy a armar una repisa para ir haciendo mi colección”. Las primeras dos, del largo camino que le espera a este joven.
Desde el año 2000, el Colegio Tecnológico del Sur forma “Técnicos en electrónica con orientación hacia las Telecomunicaciones”, dentro de una modalidad técnica de 6 años. A partir del año 2020 el título es “Técnico en Electrónica”.
En el año 2008 fue reconocida como Institución Pública de Gestión Privada. Y señalan que el Proyecto Educativo apunta a la formación integral de jóvenes que puedan desempeñarse con idoneidad, técnica y personal, en este mundo actual que plantea permanentes desafíos.
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