Juan, un hombre solo con su dolor incurable: “Otra vez la vida me vuelve a golpear”. ¿A qué se refiere, con esta afirmación que lo quiebra?
Juan Cortez es militar; de profesión heredada, su padre también lo fue y de vocación: “Siempre quise ser militar”.
Juan sirve a su país; el Estado lo defrauda. La madre de sus dos hijas, murió de cáncer de mama hace cinco años. Injusta la vida, pero la enfermedad decidió. Juan comienza a ser un hombre que duela.
“Desde entonces, me hice cargo de ellas”, dice él con resignación; conteniendo y siguiendo con la crianza de sus hijas, por entonces de 10 y 14 años.
Juan es un hombre acostumbrado y formado en la Fuerza y con fuerza, sin saber que el destino le tenia reservadas algunas otras cartas negras.
Hace tres años, su hija menor Sol, se animó a hablar con la directora de su escuela, sobre un abuso intrafamiliar que sufrió, perpetrado por su tío materno y la pareja de éste. La abuela toma partido por su hijo, el acusado, y Juan, que era secundado por ella en la asistencia a las niñas mientras trabajaba, vuelve a quedarse solo con sus hijas.
Nunca dudó de la versión de Sol, siguió adelante. Peregrinaje judicial mediante, el fiscal de la causa le augura un final favorable. Sin embargo, a partir de un juicio oral, …”de un día para otro” … dice Juan, los abusadores quedan libres de culpa y cargo; el fiscal no quiere apelar y el abuso queda impune.
¿Raro en esta Justicia argentina? No, no es raro; es naturalizado con resignación por una sociedad desamparada.
Como Juan, como Sol, revictimizados por la impunidad. Con fuerza, Cortez vuelve a levantarse, pero otra vez es puesto a prueba.
El 9 de marzo de 2020, Nerea Zoe Cortez, de 18 años, su hija mayor, fue asesinada de un balazo en la sien cuando volvía del gimnasio, junto a su hermana Sol.
Un auto se detiene, un hombre baja de la parte trasera y la ejecuta. Luego se sube al auto y huyen ambos, el cómplice y el asesino. Hay filmaciones de cámaras de seguridad de la zona (Monte Grande) que así lo demuestran.
“El crimen de Zoe, no fue un robo”, dice su padre. Se sospecha que este crimen fue una venganza por buscar justicia para la causa de abuso de su hija menor incluyendo amenazas telefónicas.
Juan pide ayuda en redes y medios para que no liberen a uno de los homicidas, que está detenido y para que encuentren al otro que está prófugo. Y saber quien ideó ese crimen. Pide Justicia para que nadie más sufra “lo que sufrió mi familia” .
¿Le quedan fuerzas para pensar en los demás?
La muerte precipitada de la mamá de sus hijas, puso a Juan frente al destino de tener que hacerse cargo de ellas sin compañera; así lo hizo porque es un hombre de bien. Nunca bajó los brazos y cada noche le pide a Zoe, desde donde esté: “Hija dame fuerza para seguir”.
La Justicia le dio la espalda con lo que más quiere, sus dos hijas. ¿Puede pedirse más de Juan? ¿Cuánta fuerza tiene que tener un hombre ante tanto dolor?
“La ultima vez que vi a mi hija fue en la morguera de la comisaria”, dice, quebrado, sin ocultar lágrimas en esta entrevista. “Pedí por favor que me la dejaran ver, por suerte me lo concedieron”.
Pero todo lo que Juan hizo bien, para sostener a sus hijas frente a la pérdida temprana de su madre; para seguir el camino de la justicia por el abuso de su hija menor, fue arrasado por un crimen aberrante, que demuestra que la canalla idea de la justicia insuficiente y abolicionista condenó a muerte a Zoe, tanto si la bala fue para ella, como si era para Sol y el destino jugó de otra manera.
Si el abuso no hubiera quedado impune, ¿Zoe estaría viva? ¿Hay pena de muerte en la Argentina? Sí, la hay para las víctimas cuando se busca Justicia Justa y la ley que debiera ampararlas las abandona.
¿Hay pena perpetua en la Argentina? Sí. Si se le pregunta a Juan cuando termina su dolor; responderá “nunca”.
Esta entrevista pretende acompañar a Juan y su familia, o lo que queda de ella, admirando su fuerza, compartiendo sus lágrimas y agradeciendo su ejemplo, sin resentimiento y con valores morales; protegiendo a Sol, porque Juan dice que es su único motivo para vivir.
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