Dardo Rocha y la fundación de La Plata: el fantasma de una maldición en una ciudad levantada de la nada

Hace 139 años se colocó la piedra fundamental de La Plata, una ciudad que desde que se proyectó hasta que fue habitable, solo transcurrieron tres años. Su fundador, quien demostró ser un gobernador muy ejecutivo, pretendió usarla como puntapié inicial de una carrera presidencial que no fue

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De joven Dardo Rocha se
De joven Dardo Rocha se había destacado como político, legislador y militar. Trabajó junto a Julio A. Roca y cuando el primero, siendo gobernador quiso ser presidente, se distanciaron

Había sido una de las principales espadas a favor de la federalización de Buenos Aires. También fue un eficiente operador político que contribuyó mucho al encumbramiento de Julio A. Roca a la presidencia en 1880. Este lo premió con la gobernación bonaerense. Dardo Rocha, 43 años, soñó entonces con ser presidente y vio la fundación de la capital provincial como el trampolín de una carrera a la Casa Rosada.

Pero la historia demostró que este porteño nacido el 1 de septiembre de 1838 como Juan José Carlos Jacinto Dardo Rocha, si bien lo movía la ambición como cualquier político, era mucho más que eso.

Se doctoró en mayo de 1863 en abogacía con la tesis sobre la ley Federativa, que aplicaría siendo senador y cuando apoyó al presidente Nicolás Avellaneda a favor de la federalización de Buenos Aires. Se involucró en las luchas entre la Confederación Argentina y el Estado de Buenos Aires y peleó en la guerra de la Triple Alianza como sargento mayor. En el combate de Pehuajó, cuando su jefe Carlos Keen cayó gravemente herido, se hizo cargo de su batallón y en Curupaytí, fue herido.

A sus veinte años su papá, el militar y hacendado Juan José Rosendo Rocha, lo inició en la logia Constancia N° 7 de Buenos Aires. Tuvo que solicitar una dispensa especial a la iglesia para poder casarse el 23 de agosto de 1873 con su prima hermana, Juana Paula Arana Merino, con la que tuvo cinco hijos.

Cuando Roca asumió como presidente, rechazó el ofrecimiento de un ministerio. Si bien Antonio Cambaceres se perfilaba como gobernador, Roca se inclinó por Rocha, quien asumió la gobernación el 1 de mayo de 1881. Fue el último gobernador que juró en la Manzana de las Luces.

Dardo Rocha contrató al fotógrafo
Dardo Rocha contrató al fotógrafo Thomas Bradley para que registrase, paso a paso, el surgimiento de la ciudad (http://archivofotografico.mosp.gba.gov.ar/)

Se propuso fundar una ciudad que fuera la capital provincial. Encontró el lugar en un sitio llamado “Las lomas de Ensenada”, con muchos bañados y pajonales, algunas de cuyas tierras, de propiedad de Martín Iraola, lindaban con el pueblo de Tolosa, fundado en 1871. En mayo de 1882 ya estaba aprobado el proyecto.

Aún hoy es difícil determinar quiénes realmente fueron los autores del diseño tan particular que tiene la ciudad de La Plata. Un trazado racionalista, en cuadrícula, con diagonales y con una avenida de circunvalación configura un cuadrado de 36 manzanas de lado con cuadras de 120 metros cada una y cada seis cuadras. En ambas direcciones, se insertan plazas, todo acorde al concepto del higienismo, en boga en la segunda mitad del siglo XIX, que propiciaba, en el diseño de centros urbanos, la aplicación de conceptos que combatieran la insalubridad y el hacinamiento, focos de propagación de enfermedades. Las avenidas y calles fueron arboladas con tilos.

San Ponciano fue la
San Ponciano fue la primera iglesia que tuvo la ciudad. (http://archivofotografico.mosp.gba.gov.ar/)

El diseño transmitía orden, organización y equilibrio, conceptos sostenidos por los masones, cuyos signos en la ciudad abundan. A simple vista, en el plano urbano se distinguen la escuadra y el compás masónico. Por lo general se le atribuye el crédito a Pedro Benoit aunque décadas más tarde se rescató el papel del arquitecto Juan Martín Burgos. De todas formas, el plano final salió del Departamento de Ingenieros. Benoit aclaró que “no fue obra de uno, sino de un equipo técnico”.

Vigiló personalmente los progresos de la construcción. Se fijó el 19 de noviembre de 1882 como el día de la colocación de la piedra fundamental. La Plata, cuyo nombre la tradición lo atribuye a la idea de José Hernández, fue diseñada, construida y habilitada en solo tres años. Para ello se contrataron a más de un millar de obreros, la mayoría italianos, que fueron traídos junto a sus familias, y que luego vivirían allí.

A esa altura, las relaciones con el presidente Roca se habían enfriado. Tempranamente, Rocha había manifestado su intención de ser presidente, cuando aún faltaban cinco años para los comicios y estaba recorriendo la provincia con ese propósito usando fondos provinciales.

El Palacio de Justicia, en
El Palacio de Justicia, en medio de la soledad. (http://archivofotografico.mosp.gba.gov.ar/)

Lo que ocurrió en el acto inaugural de la ciudad fue una muestra de las relaciones entre el poder nacional y el provincial.

A pesar de que Rocha había distinguido a Roca como padrino de la ciudad, el primer mandatario encontró la excusa para no asistir. Viajó a Córdoba a inaugurar una estatua del general José María Paz. Mandó a su vice, Francisco Madero pero tampoco fue, pretextando una enfermedad. El que asistió en nombre del gobierno fue el ministro de Relaciones Exteriores Victorino de la Plaza.

Se fletó un tren especial desde Buenos Aires con los invitados. Para los funcionarios se acondicionó un edificio de madera con capacidad para 300 personas, quienes disfrutaron del banquete. Y para los tres mil invitados se habían armado carpas y se los pensaba agasajar con un asado. En un día de mucho calor y viento cálido, la carne de novillo traída de Buenos Aires se echó a perder y la multitud debió contentarse con tomar algo de vino, porque el agua escaseaba –hubo avivados que llegaron a vender el vaso de agua- y pellizcar pan.

Al anochecer, el temporal que se desató provocó la desbandada general por caminos de tierra hacia la estación del ferrocarril en Tolosa. Cuando los invitados finalmente subieron al tren que los llevaría de regreso, comprobaron que sus asientos ya estaban ocupados. Muchos sospecharon que detrás de todo estuvo la mano negra de los partidarios de Roca.

Otros tiempos. La casa de
Otros tiempos. La casa de Rocha, en Lavalle 835. Terminó siendo demolida en 1973. (Fuente Facebook del Ministerio de Infraestructura)

Se cuenta, además, que en la plaza Moreno, donde se habían enterrado testimonios como un plano de la ciudad, un texto escrito por el gobernador, botellas de vino, monedas, medallas y diarios, que luego la sellaron con una losa, manos anónimas fueron de noche, y aprovechando que la mezcla aún estaba fresca, urgaron y se habrían robado algunos elementos y tomado parte del contenido de botellas que también se habían guardado para la posteridad.

Rocha continuó con su trabajo. Era sinónimo de ejecutividad. Dijo que construiría su casa en cuarenta días en la flamante capital y lo consiguió. El 15 de abril de 1884 se instalaron las autoridades provinciales y en septiembre abrió el hipódromo, al que Rocha llamaba “circo de carrera”.

Contrató al fotógrafo argentino, de ascendencia norteamericana Thomas Bradley, quien fue compañero de armas en la guerra de la Triple Alianza. Tenía el estudio en Florida 266 y tuvo el encargo de registrar los inicios de la ciudad y los avances de las obras.

Durante su gestión, Rocha hizo llegar el ferrocarril a Mar del Plata, Benito Juárez y Bahía Blanca. “He de extender un kilómetro de vías por cada día de mi gobierno”, dijo.

Como gobernador, fundó las ciudades de Necochea, Coronel Vidal, Pehuajó y Tres Arroyos. Proyectó los puertos de Ingeniero White, el de Ensenada y el de Mar Chiquita. Extendió 800 kilómetros el telégrafo, organizó el primer censo provincial en 1881, creó la Escuela de Artes y Oficios y el Observatorio Astronómico en La Plata.

Junto a su esposa recorrió Europa, donde acrecentó su colección de porcelanas, fue senador y uno de los mediadores de paz en la Revolución del Parque de 1890. Primer rector de la Universidad Nacional de La Plata, en 1911, tuvo la responsabilidad de reanudar relaciones diplomáticas con Bolivia.

A su esposa, que falleció en 1917, le había regalado en 1910 la “Villa Santa Paula”, un chalet diseñado por Benoit, que aún se conserva en Lamadrid y Garay, en Mar del Plata, ciudad que cuando la conoció se arrepintió de no haberla convertido en la capital de la provincia de Buenos Aires.

Dardo Rocha, en sus últimos
Dardo Rocha, en sus últimos años. Fotografía que la revista Caras y Caretas publicó de Rocha en su obituario.

Como los roquistas se la tenían jurada, en la noche de San Juan, del 23 al 24 de junio, llevaron a la bruja “La Tolosana”, quien realizó un rito alrededor de la bóveda subterránea de Plaza Moreno con el propósito de que el gobernador no fuera presidente. La maldición parece que dio sus frutos. Ni el fundador de La Plata ni todos los que lo siguieron pudieron llegar a la Casa Rosada. No hace muchos años realizaron, sin resultado, un “contra gualicho”. La maldición, de la que aún son víctimas los gobernadores que sueñan con ocupar el sillón de Rivadavia, sigue intacta.

Rocha falleció en su casona de Lavalle 835, de la ciudad de Buenos Aires, la que se terminó demoliendo en 1973.

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