El crimen de Roberto Sabo, el kiosquero asesinado a balazos durante un robo en su comercio en la localidad bonaerense de Ramos Mejía, conmovió a vastos sectores de la sociedad y golpeó con fuerza en el ánimo de la población de La Matanza. Hartos de los hechos delictivos que se repitieron con frecuencia en las últimas semanas, los vecinos de las 15 localidades de ese partido se autoconvocaron esta tarde para reclamar seguridad. Lo hicieron en el marco de ‘La Marcha de Las Velas’.
“Qué locura, nunca vi tanta policía junta”, dijo con sorpresa un joven de unos 30 años que caminó a unos metros de la Catedral Santos Justo y Pastor. Fue uno de los primeros en acercarse. En frente suyo, las vallas metálicas negras de aproximadamente dos metros de altura cubrían toda la extensión de la cuadra de Ignacio Arieta al 3000 e impedían el acceso a la plaza de San Justo, a metros del edificio municipal.
El dispositivo de seguridad montado por la Policía Bonaerense abarcó las seis manzanas entre las calles Arieta, Salta, General Ocampo y Perú. Rodeó así el edificio municipal y la comisaría 1° de La Matanza.
Junto a las vallas, en cada boca de calle, custodiaron el paso efectivos de la Unidad Táctica de Operaciones Inmediatas y de la Policía local. Mientras, integrantes del cuerpo de Infantería se mantuvieron distribuidos en la plaza, en medio de los juegos. Además, uniformados del Grupo de Apoyo Departamental vigilaron la entrada a la sede de la DDI, sobre la calle Salta. Una fuerte presencia policial.
Los primeros manifestantes comenzaron a llegar minutos después de las 18. Algunos colgaron banderas en las vallas, varias de ellas con los colores nacionales. Una tenía dibujado el rostro de Alexis Flores, un joven que murió atropellado la noche del 27 de marzo de 2016. Su causa, dice su mamá Marta, está cajoneada. “Siempre vengo a las marchas. Trato de ayudar porque cuando a mí me pasó, no sabía qué hacer. La Justicia te deja sola”, sostiene en diálogo con Infobae.
La mujer reside en González Catán y cuenta lo que vive a diario: “La inseguridad que hay ahora es increíble. No se puede salir caminando. O te roban el celular, o saltan de las motos para robarte la cartera, o te siguen en bicicleta”. También se queja de la presencia policial: “Es una vergüenza que nos pongan vallas a las Madres del Dolor”.
Ya sobre la hora pactada para el inicio de la manifestación, a las 19, eran cientos de vecinos los que aplaudían frente a los policías e insultaban a Fernando Espinoza, el intendente local. Luego, hicieron un minuto de silencio.
Gabriel vive en Villa Adelina, en la zona norte de la provincia, pero igualmente decidió acercarse. “Vine porque en todos lados estamos sufriendo el tema de la inseguridad y esta política no nos representa en nada”, cuenta.
El hombre, al igual que todos los presentes, repudia el sorpresivo vallado: “Es una exageración. La semana pasada acá estuvieron los del Polo Obrero y no había ninguna valla. Y si había cuatro policías era mucho. Esto es una tocada de oreja a la gente”.
Entre los asistentes se repitieron cánticos. “Seguridad, seguridad, seguridad”, gritaron de a ratos. “Que se vayan todos”, otra entonación que sonó con fuerza varias veces en el lugar.
Otro de los carteles que se observaron fue colocado por la familia de Alan Bravo, el chico de 20 años asesinado durante un robo en La Tablada. Su madre, Susana, se enteró ayer de la convocatoria y no dudó en “venir a luchar” y pedir perpetua para los homicidas -uno de ellos menor de edad al momento del hecho- de su hijo.
“A mi hijo lo mataron como un perro. Igual que lo del kiosquero”, dijo la mujer, que fue la primera en encender una vela sobre las plataformas de las vallas e hizo un reclamo puntual: “Tienen que cambiar las leyes para los menores”.
Hacia las 20, llegaron al lugar los familiares de Zaira Rodríguez, asesinada por motochorros en 2018. Trajeron y desplegaron la bandera con imágenes de ella. Es la misma que un policía intentó arrebatarles en la marcha del lunes pasado en Ramos Mejía. Esta noche, Claudio, el papá de la joven, la sostenía de una de las puntas con los ojos llenos de lágrimas.
La desconcentración comenzó pasadas las 21. Poco a poco, los manifestantes se fueron retirando. Solo quedaron algunos carteles en alto. Uno, de la Municipalidad, lo sostenía un joven de no menos de 25 años. Lo había bajado de un poste de luz y tenía la leyenda “zona vigilada”. El joven le tachó esta última palabra y, con un fibrón negro, le cambió la palabra “vigilada” por “liberada”.
“Queremos vivir sin miedo”, fue el pedido unificado de los habitantes del municipio más populoso del país. Así, llamaron a concentrarse en la plaza de San Justo. “Nos une el dolor de esa familia y en ellos las de tantas que sufren lo mismo, el mensaje es claro: ¡BASTA DE INSEGURIDAD!”, expresaron los vecinos a través de redes sociales y en estados de WhatsApp al difundir la movilización.
Según resaltaron en la previa, se trató de una movida “sin banderas políticas”, impulsada “en memoria de todas las víctimas” y que reunió a habitantes de todas las localidades de La Matanza: Virrey del Pino, González Catán, Gregorio de Laferrere, Rafael Castillo, Isidro Casanova, Ciudad Evita, San Justo, Villa Luzuriaga, Ramos Mejía, Lomas del Mirador, La Tablada, Villa Celina, Villa Madero, Tapiales y Aldo Bonzi.
Los organizadores, de distintas agrupaciones y foros de seguridad, habían pedido que los concurrentes llevaran una vela para homenajear a las víctimas de robos y homicidios.
El anuncio causó preocupación en las autoridades y la Policía colocó vallas alrededor del edificio municipal. Son las mismas que se usan en la explanada de la Casa Rosada. El temor era que se repitieran los incidentes que ocurrieron durante la movilización del lunes pasado en Ramos Mejía.
Aquella vez, una multitud se reunió frente al comercio donde asesinaron a Sabo y marchó los 300 metros hasta la esquina de la comisaría 2°, pero no llegaron al frente de la seccional: un vallado triple policial se los impidió. Hubo forcejeos, gases lacrimógenos y un “que se vayan todos” que se escuchó como signo del hartazgo vecinal.
Paralelamente, dos patrulleros que quisieron cortar el cruce de Alvarado y Avenida de Mayo, donde antes de las 18.30 ya se habían juntado los vecinos, y la misma gente echó a los agentes, que debieron replegarse. “No hace falta, en un rato no se va a poder circular por acá”, le explicó un hombre al conductor del móvil policial para que se fuera. Los episodios de furia se repitieron durante horas.
El asesinato de Sabo ocurrió el domingo pasado. La autopsia determinó la crueldad del crimen: lo asesinaron a quema ropa. El cuerpo tenía seis orificios de entrada y de salida.
Mientras avanzan las etapas de investigación, el caso tiene dos detenidos: Leandro Suárez (29) y su novia de 15 años, Y.G, ambos de Fuerte Apache, fueron detenidos por el homicidio cuando intentaban escapar del comercio. Suárez, que en agosto de 2020 salió de un penal federal tras cumplir una condena de casi seis años por dos hechos de hurto y robo, está acusado de ser el autor material de los disparos.
SEGUIR LEYENDO: