El lila intenso de los jacarandás ya tiñe las calles de la Ciudad, sus parques y sus plazas. Este bello paisaje urbano se mantendrá así durante aproximadamente un mes. Luego, las flores -que tienen entre 4 y 5 centímetros de largo- caerán y tapizarán las veredas. En el verano, las hojas volverán a brotar y así comenzará otro ciclo de este árbol que le da un color característico a Buenos Aires y es uno de los atractivos que busca el turismo internacional. Aunque es originario del noreste de la Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay, en 2015 fue declarado árbol distintivo de la Ciudad Buenos Aires por la Legislatura porteña. Parte de la geografía ciudadana, protagoniza pinturas y la inmortal Canción del Jacarandá de María Elena Walsh.
Las veredas porteñas son el hogar de 13.873 jacarandás, y otros 5.050 crecen en los espacios verdes. Principalmente se observan en las avenidas Figueroa Alcorta, Sarmiento, 9 de Julio y San Juan. En cuanto a los espacios verdes, los encontramos principalmente en los alrededores de la Embajada de los Estados Unidos, el Parque Los Andes y el Jardín Botánico.
El color tan intenso se debe a que la especie florece después de haberse desprendido de la mayor parte de sus hojas. Por eso el follaje no oculta las flores. En la ciudad de Buenos Aires, el orden de floración de sus árboles no es un hecho fortuito. Desde el siglo XIX se planificó para que desde el inicio de la primavera se vayan sucediendo el rosa de los lapachos, el rojo intenso de los ceibos y, en noviembre, el lila de los jacarandás.
Para los amantes de esta especie, la secretaria de Atención Ciudadana y Gestión Comunal Julia Domeniconi (que tiene a cargo BA Arbolado) brinda una buena noticia: “Desde la Ciudad tenemos el objetivo de duplicar la cantidad de ejemplares de esta especie en los próximos 10 años. El Jacarandá es una de las especies definidas como prioritarias por el Plan Maestro de Arbolado, además de ofrecer importantes beneficios ambientales para los vecinos, se destaca por las postales bellísimas que genera y que son retratadas por los vecinos y los ocasionales visitantes”. La calidad del bosque urbano porteño y la gestión del arbolado público fue reconocida por el programa Tree Cities of de World de la Arbour Day Foundation y la Organicación de las Naciones Unidas a principios de este año.
Es parte del plan de forestación que en el 2021 llegará a plantar unos 16 mil árboles. Los motivos para que, además de su belleza, sea una de las especies más requeridas, tienen que ver con lo que explica el ingeniero agrónomo y especialista en gestión de arbolado Jorge Fiorentino: “El principal factor es la seguridad, lo que deriva de su madera, forma y estructura. La madera de los árboles plantados debe ser resistente y fuerte. El nombre del jacarandá significa precisamente “madera dura”.
Por su parte, Florencia Valía, Directora General de Espacios Verdes y Arbolado, explicó: “es un árbol que tiene características muy favorables para el arbolado público porque sus raíces no son invasivas, su madera es resistente y su follaje genera una amplia sombra”. Y Victoria Roldán Méndez, subsecretaria de Gestión Comunal, añadió que “el jacarandá es uno de los árboles con mayor belleza paisajística de la Ciudad y está recomendado para ser plantado tanto en vereda con en espacios verdes, por eso es una de las especies que también producimos en nuestro vivero”. Además, se valora la velocidad con la que crece y su longevidad, que sus raíces no afecten las veredas y que su hoja sea caduca para que de sombra en verano y que el sol pase en el invierno.
La especie fue incorporada al paisaje porteño por el famoso diseñador francés Carlos Thays a finales del siglo XIX. Como director de Parques y Paseos, creó el Jardín Botánico y organizó expediciones al norte argentino para buscar flora con valor ornamental y que pudiera habitar en la ciudad. Además del jacarandá, trajo desde allí el ibirapitá, el lapacho rosado y el palo borracho.
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