En uno de sus últimos reportajes a Gabriel García Márquez una señora le pregunta:
-Dígame, García Márquez ¿a usted qué es lo que mas le gusta?
A lo que el gran Gabo contestó
-.... Solo hay una cosa más linda que la música: hablar de música.
Una de las conversaciones más habituales entre todos los que andamos transitando la música como principal escenario de vida, es la estéril pero inevitable discusión acerca de cuál fue el año más importante para la música pop -pop como apócope de popular- en el siglo pasado.
Están los que adhieren a 1967 por Pet Sounds de Beach Boys, Sgt. Pepper de los Beatles, Their satanic majesties request (Sus majestades satánicas) de los Stones, por arriba. Y por abajo teníamos en Brasil Chico Buarque de Hollanda vol 2 que tenía Com azúcar, com afetto que fue casi un himno carioca eterno, mientras que en Uruguay salían los Mockers y acá La Balsa. Buena jugada.
Los hay que adoran el 71, otros el 74 -como Homer Simpson- o el 84. Y así hasta el último año en discusión que es 1991, principalmente por la aparición de Nevermind de Nirvana, el grito de alerta del más triste poeta maldito del rock que fue Kurt Cobain, además de Use your illusion de Gun´s & Roses, Blood Sugar Sex Magik de los Chili Peppers, el álbum negro de Metallica, Ten de Pearl Jam y Blue Lines de Massive Attack. Todos sumados con la globalización a Divididos con Acariciando lo Áspero, los Redondos con La Mosca y La Sopa, además de Spinetta haciendo Pelusón of Milk. En Brasil aparecían el canto del cisne de Legiao Urbana, As quatro estacoes, y Arice de Sepultura.
Podríamos seguir así 5 días y nadie pondría un as de espadas para terminar la partida.
No voy a dejar pasar la oportunidad para aclarar que en lo personal adhiero a los que consideramos 1973 como el año que tuvo la más creativa cosecha en legados musicales. Voy a remitirme solo a nuestro pintoresco país invocando Artaud de Luis Alberto Spinetta -que si no es ancho de espadas cuando menos sería un siete bravo-, sumando Confesiones de invierno de Sui Generis, más el Vol. 3 de Pappo´s Blues que trae Sándwiches de miga. Del norte sólo traigo Dark side of the moon de Pink Floyd y supongo que alcanza.
Que cosecha admirable ¿no?
Esto lo afirmo hace un tiempo fundamentando mi poco valiosa opinión en los años que llevo en radio y tras las bandejas pinchando discos a dos manos, literal.
Pero cuando pienso en ese pre adolescente baby boomer que a los 13 apenas había aprendido a encender el tocadiscos, pero que cada noche se acostaba con la radio Spica del padre abajo de la almohada para escuchar hasta el final Modart en la Noche o Música con Thompson y Williams, la canción que realmente había logrado conmoverlo fue una de León Gieco que se llamaba La Navidad de Luis.
Me veo de pibito abriendo los ojos en la oscuridad sorprendido de que entre las canciones de George Harrison y de Marvin Gaye aparecía ésta orgullosamente triste canción de éste tipo que para mí era una mezcla de Brian Jones con Daniel Toro.
Mas bien no diría triste, ni melanco. Solo era una letra preciosa sobre una melodía al estilo Bob Dylan, que el enorme disc jockey Juanjo Fernández Padrón en Modart en la Noche mezclaba entre los Beatles y Roberto Carlos haciendo escuela.
Nunca antes había escuchado a León.
Solo supe que venía del campo en Santa Fe como el blues de Pappo, había participado del Acusticazo con Nebbia -y otros- donde grabó Hombres de hierro, y era amigo de todos. Todos lo querían y hablaban bien de él.
Eso era lo más raro.
El tiempo, ese infalible juez y verdugo nacido de una convención humana, me mostró un día por qué hay hombres de hierro que no podés dejar de amar. Como León Gieco, querido y admirado por toda la parroquia.
La Navidad de Luis nació en 1973, se escuchaba en la radio, en las piletas, en las heladerías y en la calle. Todos los hippies de la época la tocaban en las plazas y hasta se cantaba en las escuelas. Fue inmensamente popular. Había salido en un simple por lo que era barata, digamos, para regalarle a alguien merecedor y obviamente ningún amante de la música dejaba de comprarla.
Quiero decir, todos teníamos cerca del Winco el vinilo de 18cm de diámetro que tenia A veces mi pueblo azul es gris en el lado B. Era de la disquera Music Hall y tenía mal escrito el nombre de la banda. Figuraba como León Gieco y su Banda de Caballeros Cansados en vez de León Gieco y su banda Caballos Cansados.
Así se editaban los discos acá, hasta que -mucho después- las disqueras no entendieron cómo se les derrumbó el imperio en cuanto se vendieron 1000 computadoras.
En fin.
La navidad de Luis es una historia chiquita, con unas armonías simples dotadas de una belleza imperecedera. Es de esas canciones que inspiran otras, que conmueven, que siempre será valiosa para alguien.
”Toma Luis, mañana es navidad
Un pan dulce, y un poco de vino
Ya que no puedes comprar.
Toma Luis, llévalo a tu casa
Y podrás junto con tu padre
La navidad festejar.
Mañana no vengas a trabajar
Porque el pueblo estará de fiesta
Y no habrá tristezas.”
Hay un antiguo proverbio entre los musicalizadores de raza que establece que si un tipo esta cantando una historia que vivió o por lo menos puede empatizar desde algún aspecto de su propia vida con la historia que está cantando, esa canción es imbatible, eterna.
Después de ver unos cuantos shows de León, solo, con su banda, compartiendo escenario con Naná Vasconcelos y Egberto Gismonti, con PorSuiGiego juntos o por separado, en la radio y en la tele, una tarde nos conocemos en el backstage del festival de Amnesty International 1987 en el estadio de River donde él tocaba al lado de Bruce Springsteen, Sting y Peter Gabriel y yo trabajaba en Rock&Pop que lo organizaba aca.
Ese show es una nota aparte. U know.
De ahí en más viéndolo interactuar con sus iguales, sus superiores, asistente, productores y publico me di cuenta porqué todo el mundo ama a León Gieco.
Le pregunto por La navidad de Luis.
“La historia de La Navidad de Luis es mi historia. Trabajaba como mandadero en la casa de una señora que tenía mucho dinero porque era la principal accionaria de Raziani Coscini Cruzzeti (?) un supermarket total de aquella época, se vendía de todo, hasta autos, y se anotaba en una libreta. Yo tenía 7 años, mi padre nos había traído al pueblo y ahi empecé a trabajar con ella. Después también trabajé en la carnicería de Cabalero para el que repartía carne. Gracias a esta señora y al reparto de carne para Cabalero junté dinero no solamente para pagar las cuentas que debía mi vieja sino que hice la gran inversión de mi vida que fue comprar mi primer guitarra. A los 8 años tenía mi primer guitarra y empecé a cantar canciones. Cantaba... ‘En una noche de carnavales yo la conocí, bailando un takirari me dijo que si...’ del Chango Rodriguez, después hacía Cafrune ¿no? Zambita para Rosendo, bueno, una serie de canciones por el estilo, Yupanqui. Era fanático de la revista Folklore. Cuando me vine a Buenos Aires empecé a componer canciones mientras tomaba más conciencia política y social. Transformé esta historia mía de la Navidad que había vivido en mi pueblo, en una historia más ficcionada y social. Así me salió La Navidad de Luis. La compuse en el baño, no en el baño de la Perla del Once, en el baño de mi casa en el año 73 mismo. Me encantaba cantar en el baño de mi casa porque tenía mucha reverberancia. Y reconozco la gran influencia musical de Father and son de Cat Stevens. Salió en simple y fue muy importante. Está grabada en varios idiomas, tiene la versión cantada por Mercedes Sosa, y ahora recibí la sorpresa de una grabación de una chiquita de 5 años, Lucia Ramseyer, de Santa Fe, con la que voy a grabar una nueva versión de La navidad de Luis.”
“Señora gracias por lo que me da
Pero yo no puedo esto llevar
Porque mi vida no es de navidad.
Señora, cree que mi pobreza
Llegara al final comiendo pan
En el dia de navidad.
Mi padre me dará algo mejor
Me dirá que Jesús es como yo
Y entonces asi podré seguir viviendo.”
La Navidad de Luis es, además, la primera producción artística de Gustavo Santaolalla, amigo de León que en ese momento integraba Arco Iris todavía. Otro gran hombre de estatura artística increíble.
Cuando hace un rato hablaba de los tipos que saben lo que están cantando me estaba refiriendo justamente a esto.
La última versión de este tema data de fin del año pasado, justo en la Navidad de 2020, el detestable año pasado, cuando se juntan a León, Leo García y Natalia Oreiro para cantarla juntos.
Otra vez León cantando sus canciones en compañía. Canciones que ya son de todos. Patrimonio cultural del pueblo verdadero.
Cuando escucho El fantasma de Canterville, la canción que le hizo Charly, empieza diciendo: “Yo era un hombre bueno, si hay alguien bueno en este lugar...”
No dudo que está inspirada en León Gieco.
P.D.: León Gieco está por cumplir 70 en estos días. Espero que sea homenajeado como lo merece. Desde mi, me quedo tranquilo porque ya le dije GRACIAS
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