“Hay muchos ‘no’ en el camino, hasta que llega ese ‘sí'”, sentencia Agostina Barbagelata. Vive sus 23 años con intensidad, tal como soñó. Desde que tiene memoria imaginó su vida entre viajes, pasarelas y proyectos propios.
A los 16 años salió de su colegio en Belgrano para ir a un casting de una marca de ropa. No era la primera vez que lo hacía. Ya había pasado por varios. Esa tarde fue distinta: le dieron su primera oportunidad. “Me descubrió Benito Fernández en su local de Palermo. Me vio entre los percheros y me convocó a su desfile de temporada en Cariló”, relata. Eso que tanto veía en las revistas finalmente se hizo realidad y ella era la gran protagonista.
La vida siguió entre flashes, publicidades, pasarelas y siendo la imagen de diferentes firmas. Pero Agostina quería más. “Empecé a buscar la manera de trabajar en el exterior, para ganar experiencia en todos los sentidos”.
La primera vez en Europa
En 2017 la convocaron desde una agencia radicada en Milán, Italia, una de las capitales de la moda. “Estaba alcanzando mi sueño. Por supuesto, tenía los miedos lógicos de estar lejos de casa y de mis afectos, de vivir sola por primera vez, pero sabía que valdría la pena”.
Puso los pies en Italia sin hablar el idioma y la buscaron para desfilar para Moschino, como lo han hecho celebridades como Katy Perry, Kim Kardashian, Rita Ora, Kaia Gerber -la hija de Cindy Crawford- o Kendall Jenner. “Debuté en la Semana de la Moda de Milán con uno de los referentes. Me encantó la manera que tienen de trabajar en el exterior, son exigentes y detallistas”.
Las marcas se entusiasmaron con esa joven tan distinta. Posó para catálogos y revistas. Y sumó a su lista casas de lujo: Max Mara, Armani, Gucci... Con mucha confianza en sí misma, enfatiza: “Chicas lindas sobran. Creo que mi diferencia siempre fue la actitud, y la seguridad con la que me tomé cada oportunidad, eso es lo que quieren los clientes”.
Pero no todo fue subir a una pasarela. Agostina siempre tuvo más inquietudes: “El mundo del modelaje te da tiempo libre para hacer otras actividades. Si bien hay temporadas donde te exigen de lunes a lunes de 7 a 7, hay otros momentos donde baja el ritmo”.
En esos ratos viajaba. Se enriqueció conociendo del mundo. “Me compraba un pasaje en tren y me iba por dos o tres días a París, Marsella, Amsterdam o a ciudades de España. Eso me abrió la cabeza”.
También le sacó provecho al contexto. En una escapada a Nueva York para formar parte de la Semana de la Moda se topó con una fiesta en el Soho. “Había salido a comer por el barrio, escuche ruido, música, y me metí. Cuando entré estaban todos, desde Kaia Gerber hasta Emily Ratajkowski, la influencer del momento”.
¡Quiero emprender!
Con el contrato terminado. Agos volvió a la Argentina. A su casa, a su familia. También a los desfiles, aunque con varias nuevas ideas. “La de modelo es una carrera profesional con techo, algo así como la de un jugador de fútbol. Entonces me propuse invertir en mi futuro”.
Primero pensó en dedicarse al estilismo, tenía toda la experiencia, pero del otro lado. Después en asociarse con alguna firma nacional para explotar la imagen. “El rumbo no estaba tan claro, lo que sí tenía era mucha curiosidad y ganas de aprender …”.
Al poco tiempo -con el empujón de la pandemia- encontró lo que buscaba: hacer una marca de accesorios a partir de cuero argentino. Todo de manera artesanal. El siguiente obstáculo fue ponerlo en práctica.
-El recorrido del emprendedor está repleto de desafíos. ¿Cuál fue el tuyo?
-El desconocimiento fue mi peor y mejor aliado. De ahí partí, de cero. Jamás había pisado una fábrica, no sabía dibujar. Tampoco diseñaba, ni hablaba de las finanzas. Busqué guías, conocidos, amigos... Hablé con gente, los escuché, leí, investigué.
-¿Cuál fue la decisión más acertada?
-No deshacerme de todas mis herramientas: mi ojo con la moda, mis propias sesiones de pruebas, los contactos… Usé todo. Lo reconvertí.
Finalmente hace poco menos de un año, en un contexto incierto, lanzó AGGO, un pequeño proyecto de accesorios: cinturones, arneses, carteras con un estilo rockero. Las colecciones son abreviadas, de no más de seis modelos.
Hace de modelo, fotógrafa, productora y emprendedora. Después de su experiencia en Europa quiere crecer, e invertir en la Argentina con todos los desafíos que conlleva. Sueña con exportar el talento argentino al mundo. Como bien dice el slogan: ‘I want a ticket to anywhere’ (quiero un boleto adonde sea).
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