Cuando el psiquiatra forense Mariano Castex se despidió, en 2019, en la sala de audiencias de la cárcel de San Felipe, Mendoza, de Gilad Gil Pereg, el doble femicida israelí que se cree gato empezó a repetir acelerado: “Usted se va y yo me voy a suicidar. Me voy a suicidar, me voy a suicidar, me voy a suicidar, me voy a suicidar...”. Castex lo miró fijo, apoyó su mano sobre el brazo del acusado, y le dijo con su voz pausada y calma: “Si te suicidas te van a quedar seis vidas. ¿Acaso los gatos no tienen siete vidas?”.
-Eso lo dicen ustedes, los humanos. Pero si fuera sí, me gasté las seis vidas. Me queda una.
-Cuidala -le respondió el perito-, si estás vivo podrás cuidar en algún momento a tus 37 gatos.
Esas palabras tranquilizaron al hombre de 39 años acusado de estrangular a su madre Pyrhia Saroussy, 63 años, y de matar de tres tiros a Lily Pereg, de 54, en Mendoza, y un gran interrogante para quienes comenzaron a juzgarlo el 25 de octubre.
El hecho ocurrió el 25 de enero de 2019 en el predio de dos manzanas donde Pereg vivía solo con sus gatos. Hasta vivía como ellos: no se bañaba, comía alimento para gatos, hacía sus necesidades en el suelo y se comportaba como ellos. Por eso lo llaman “El hombre gato”.
Para la fiscal de instrucción, Claudia Ríos, Pereg es un gran simulador que planificó el doble femicidio. Por lo que le cabría la pena perpetua. Para Castex, está loco y tiene que ir a un psiquiátrico. Tiempo después les pidió a los jueces que lo juzguen como un gato, porque no se siente humano.
Pereg, ingeniero electrónico y radicado en la Argentina desde 2007, nació en Petaj Tikva, una aldea de agricultores que fue escenario de guerras, y fue trasladado de una cárcel común al neuropsiquiátrico El Sauce, de Mendoza. Allí lo mantienen sedado. En la primera audiencia del juicio, cuando le preguntaron su nombre comenzó a aullar sin parar, por lo que fue trasladado a una sala contigua.
La primera imagen mediática de Pereg, hace dos años y grabada por dos guardiacárceles, es impactante. Se lo ve en su celda, caminando en cuatro patas, desnudo, maullando y manoteando el aire, como si fuera un gato que ataca.
Cuando salió de examinar a Pereg, a Castex se lo vio eufórico. Algo atípico en una persona con tanta experiencia como él, que ha participado en casos resonantes, como perito de la defensa del asesino Hugo Conzi, de Lagomarsino -quien le entregó el arma a Alberto Nisman-, del músico Pity Ávarez y de Martín Ríos, alias “El loco de Belgrano”, el asesino que fue declarado inimputable a partir de las pericias.
Mariano Narciso Castex, uno de los peritos que lo examinó a pedido de la defensa, dictaminó que padece licantropía; es decir: es un ser humano que se siente animal. Al menos seis casos como este fueron analizados por la Universidad de Harvard (hombres que se creían monos, chanchos, lobos y perros, y Sigmund Freud se refirió en su libro Tótem y Tabú al niño que se creía gallo).
Castex declaró ayer martes y, según las fuentes judiciales, fue muy preciso. Lo hizo por zoom desde Buenos Aires. Tiene 89 años y dificultades de salud como para movilizarse hacia Mendoza para estar frente al juicio por jurados a cargo del Tribunal Colegiado Número 1 de Mendoza.
Castex es uno de los peritos más prestigiosos de Sudamérica. Ganador de la Beca Rockefeller, es Doctor en Medicina, Doctor en Derecho Canónico, médico legista y del trabajo, especialista en Psiquiatría, licenciado en Filosofía y en Teología, vicepresidente segundo de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, miembro de la National Geographic, cura jesuita durante 13 años, profesor, y autor de más de 400 trabajos científicos, además de ser autor de novelas, obras de teatro y ensayos.
Analizó más de 300 asesinos y ladrones: desde el gaucho que mató a hachazos a tres hombres que interrumpieron su siesta en un campo lejano hasta el criminal que se creía Poseidón y el joven que salía al balcón de su departamento y disparaba a todo ser humano que caminaba por la calle.
-Pero este caso, el del hombre gato, es distinto –le dijo a un allegado-. ¿Qué es lo primero que le diría?
-Miau -respondió Castex y sonrió.
Estaba casi retirado de la psiquiatría forense. Hasta días antes del viaje a Mendoza, en 2019, estuvo internado con un problema renal. Pero decidió emprender este caso porque le parece único. La historia de Castex, por sí misma, es para una película: cursó Medicina con el Che Guevara y hasta se vio involucrado en un plan para atentar contra el general Perón, en 1953, dos años antes del derrocamiento militar. “Odiaba al Che porque era del Partido Comunista y como antiperonista odiaba a Perón, pero años después lo visité y le dije que había intentado matarlo”, rememoró Castex. Luego apaga la televisión y desea dulces sueños.
El encuentro con el Hombre Gato
Sala de audiencia cárcel de San Felipe. Castex está frente a Pereg, que llega sucio y esposado.
-Vivo una situación catastrófica -le dice Pereg.
-¿Por qué está en situación catastrófica?
-(En voz alta) Estoy en una catástrofe. Porque yo soy gato. No soy una criatura de dos patas como ustedes. Y me quiero matar porque estoy solo y encerrado en una prisión que no es apta para gatos. Pedí que me llevaran con mis gatitos, que son mis hijos, a un zoológico. A los jueces les imploré que no me juzguen como un hombre, sino como un gato. Yo no puedo vivir en el mundo de humanos. El problema mío …(pausa), es que yo soy un gato. Me ve como una criatura de dos patas, pero yo no soy criatura de dos patas. Yo me convertí y pasé a ser un gato hace muchos años.
-¿En qué época?
-Después de que yo estuviera en el ejército de Israel, y tenía muchos problemas de salud. Porque además de hacer guerras, matan a la naturaleza.
-¿Por qué usted es gato y no perro o lobo?
-Es que, es que yo tenía afición por los gatos, y en algún momento decidí que no puedo vivir más en el mundo de las criaturas de dos patas, no puedo vivir más en el mundo de las criaturas de dos patas (repite como si la primera frase la dijera y la segunda se la afirmara a sí mismo) y ahí… yo me quedé, yo tenía problemas, yo estuve seis meses con la cabeza así explotada, ¡explotada con locuras! Que no sabía que hacer ¡porque yo perdí mi vida! No sabía qué hacer conmigo, (se altera, se angustia) ¡no sabía qué hacer con mi cabeza! Yo vi todo el mal que hacen las criaturas de dos patas, todo el mal (se angustia), todo el mal el mal, el mal, el mal, (compenetrado) el mal y, absolutamente, absolutamente ¡no podía aguantar eso! No podía aguantar eso (angustiado). ¡Yo quería morirme! Quería morir, quería suicidarme, ¡que no podía aguantar esa vida! No podía aguantar en el mundo esa… (suspira) que hace tanto mal … ¡Que hacen tanto feo! (angustiado) ¡Hacen tantos daños! No podía… (se quiebra la voz), no podía… ¡yo no podía vivir en ese mundo y quería morirme! ¡Quería morirme!
-¿Tenía amigos, novia, familiares?
-De niño yo nunca me sentí parte del mundo de las criaturas de dos patas, nunca me sentí parte del mundo de ustedes, por eso nunca tenía amigos, nunca tenía compañeros, nunca tenía eh... ¡novia! Nunca, nunca, nunca tenía, nunca tenía nada así que yo estaba en mi casa, en la casa de mi mamá (levanta la voz), en la casa de mi mamá, yo estaba yendo a estudiar (cambia el tono y vuelve al del relato) de niño, adolescente, yo estaba yendo a estudiar y me volví a mi casa.
-¿Y tus hermanos?
-No conozco a mis hermanos. No sé si tenía hermanos o si no tenía hermanos porque no me interesó nada. Solamente me interesó mi mama, que yo la conozco a ella… yo la conozco de nacimiento, ¡no conozco a nadie más! No conozco a hermanos, no conozco a mi papá. No conozco a nadie.
-Su primera detonación mental fue su salida del Ejército…
-Sí, hasta que fui al psiquiatra y me liberaron por cuestiones mentales. Me dijeron que era imposible que yo sea parte del ejército, que mi situación mental (enfatiza) que yo no… no… no puedo manejar mi cabeza en el ejército, y me liberaron después de un año, en vez de que sean seis años. Y yo salí de ahí del ejército, y mi cabeza estaba muerta. ¡Estaba muerta mi cabeza! No sabía dónde “estoy”, qué estoy haciendo, no sabía que estaba “actuando”. Me fui a la casa de mi mamá de vuelta, me volví a la casa de mi mamá, y me metí solo en una habitación y no salí de la habitación durante seis meses. ¡Y me quebré totalmente… estaba en una “quiebra” total! Una quiebra total, no quería vivir, no quería vivir más, no estaba comiendo, estaba comiendo una o dos veces a la semana… todos los otros días estaba acostado (se quiebra, llora, desesperado). ¡No puedo más! ¡No puedo más vivir en ese mundo! (llora) ¡Quería destruir ese mundo! No puedo, no puedo, no puedo, no puedo (llora con mucha angustia).
De repente deja de llorar y automáticamente cambia y regresa al tono anterior: “No podía aguantar mi vida, así. Estuve a pasos de suicidarme, a pasos así de suicidarse”.
-¿Qué edad tenías?
-23 años.
-¿Cuándo te sentías así, sentías voces, veías algo, animales?
-Sentí la cabeza vacía, vacía, absolutamente vacía, no, no. Si yo escuché… escuché adentro de mi cabeza ruidos. Yo escuchaba adentro de mi cabeza todo el tiempo ruidos de animales.
-¿Qué tipo de ruidos?
-De todas las otras criaturas, yo escuché por ejemplo las vacas… que las llevan y les cortan la cabeza, yo escuché que la vaca está llorando adentro de mi cabeza. Y escuché, por ejemplo, el chivo, que lo llevan y le cortan la cabeza para matar, para comerlo. Y escuché los ruidos de las vacas y de los chivos… Y los pollos. Escuché los ruidos que hacen (imita a una vaca, una vaca como si estuviera llorando). Muuuuu, muuuuu, muuuuu.
-¿Te sentías extrañado con vos mismo? ¿Tu cuerpo no era tu cuerpo?
-Sí, como que mi cabeza estaba desconectada al cuerpo.
-Sensación de extrañeza.
-Sí, como que mi cabeza estaba en un lado ¡y mi cuerpo estaba en otro lado! Y no había conexión entre ellas.
-¿Cómo saliste de todo esto?
-Armé una soga y ya estaba para poner la soga y suicidarme. Imaginé mi cabeza cortada, porque pensé en la muerte y escuché el llanto de todos los animales sacrificados por los humanos.
-¿Y cómo saliste de eso?
-Y ahí, yo estaba con la soga en la mano, ¡con la soga en la mano! Y ahí yo tenía que decidir si vivir o colgarme. O pasar a otra vida. Y vi la imagen en mi cabeza, y luego por la ventana, de un gato que me hizo: “Miauuu, miauuuu, miauuuu (maullido triste, como un lamento ancestral)”. Y ahí yo entendí que la única forma de sobrevivir era convirtiéndome en un gato.
-A partir del momento que sos gato, ¿cómo sigue tu vida?
-Muchos me tomaron como un loco. Y te buscan para hacerte daño y daño, entonces yo entendí que para poder lograr vivir como un gato, tenía que utilizar mi inteligencia y vivir como un como un gato. En mi vida privada vivía como felino y afuera me ponía una máscara invisible y actuaba como criatura de dos patas. Tenía doble identidad. Hasta que en la Argentina, la vida de gato que yo estaba manteniendo adentro de mi casa salió afuera, y andaba desnudo oliendo gatos y gatas y me reconocían como uno de ellos. Haciendo pis y caca en agujeros. Y maullando.
-¿Y nadie le contestaba el “miau”?
-Ninguna criatura de dos patas me contestó.
-¿Cómo llegaste a la Argentina?
-Escapando del manicomio. Una vez salí de la universidad y me esperaban ambulancias. Porque andaba en cuatro patas y desnudo. En el manicomio me hicieron daño. Me inyectaron, me drogaron, estaba más muerto que vivo. Y en Mendoza encontré un lugar cercano a la naturaleza, podía ser gato 100 por ciento. Mi madre me mandaba dinero para que yo pudiera hacer negocios.
-¿Qué lo diferencia de sus gatos?
-Mis hijos son gatos como yo, pero son gatos que nacieron como gatos, yo soy un gato convertido. Pero mis hijos son gatos verdaderos. Gatos que nacieron (enfatiza) como gatos. ¿Yo? Soy gato verdadero, pero gato convertido, y mis hijos son gatos que nacieron como gatos, y ahí yo adopté a mis hijos. Yo tenía a mis hijos ahí, y ahí yo arranqué a vivir 100% del tiempo como gato. Y estaba con mis hijos, viviendo con mis hijos…Y ahí, lo que me pasó (pausa), pasó la tercera vez que explotó mi cabeza. Estaba una noche y me asaltaron. Entraron una noche. La misma criatura de dos patas que yo tenía miedo de que me entre a robar las cosas del terreno… para que no vayan a entrar y robar la cosa, pero yo estaba viviendo ahí. Entraron para robarme y me asaltaron... me dieron un tiro, me dieron un tiro en la espalda… y el tiro en la espalda que me dieron, me tocó la panza, me hizo mucho daño adentro de la panza y me hizo mucho daño en la pierna.
-¿Lo internaron por eso?
-Me internaron en el hospital acá durante dos meses.
-Le pregunto porque hay poco tiempo: ¿cuándo llega tu madre y por qué viene?
-Es difícil explicar así. No, no hay tiempo para... (voz un poco desilusionada) no hay tiempo para contar toda la historia.
-¿Cómo viviste la muerte de tu madre?
-Mi mamá vino para acá. ¿Mi mamá, mi mamá (tartamudea) vino para acá? (Pausa) No entiendo qué me querés decir…
-¿Cómo vivió la muerte de su madre?
-Mi mamá no está muerta. Está viva, está secuestrada, es mentira que está muerta.
-¿Y su tía?
-Mi mamá, yo te aseguro que está viva. Eh… eh… la otra criatura que vos decís que estaba con ella, que vos le decís mi tía, yo te dije que no conozco aparte de mi mamá, yo no tengo nada... Yo tengo mi mamá y mis hijos. No tengo familia, no tengo otra familia, pero por la otra criatura de dos patas que estaba con ella, yo creo que también está viva también, pero no estoy seguro. Mi mamá yo sé que está viva y está secuestrada porque yo estoy escuchando su voz adentro de mi cabeza todos los días.
-¿Pensó en suicidarse?
-¡Todo el tiempo! Lo único que pienso es suicidarme porque perdí a mi mamá, perdí a mis hijos. Acá, en esto que llaman cárcel, lo mismo que te cuento que hacen con las vacas y eso que le cortan la cabeza es lo mismo que me hacen a mí: me golpean, para que me sienta mal y lo único que estoy pensando es en morirme, salir y terminar mi vida.
-Bueno, hay un mañana, un poquito de esperanza, ¿aunque sea como gato eh?
-Perdí todo, perdí todas las esperanzas...
-Pero seguís siendo gato...
-¡Y sí! Pero, ¿por qué yo soy gato? ¿Qué puedo hacer?
-El gato tiene siete vidas, te va a venir otra vida.
-(Risas) ¿Pero, sabés cuál es el problema? Que yo siento que morí tantas veces… Ya morí en el ejército, ya morí en el hospital psiquiátrico, ya morí cuando me asaltaron, ya morí ahora cuando desapareció mi mamá, ya morí cuando me sacaron mis hijos, ya morí cuando me metieron acá encerrado…
-Son seis vidas, te queda una.
-El señor Badjus, el gato milenario que me protege y está ahora al lado mío, me está diciendo “aguantá, aguantá”.
-Estamos de acuerdo con el señor Badjus...
-¿Pero cómo puedo aguantar? ¿Y encima todo el mal que tengo acá? También me atacan los Ghoulies dos veces en la noche. Vinieron los Ghoulies que me atacaron.
-Te protege Badjus y los Ghoulies no te han comido todavía...
-(Llanto fuerte, luego agudo, casi infantil) ¡Pero cuántas cosas puedo aguantar!
-Tranquilo. Los gatos saben sobrevivir mejor que los humanos.
Castex salió de la entrevista entre conmovido y acelerado. “Es inimputable de acá a la China. En 50 años de carrera jamás vi un caso así. Es una locura vivida, no hablada, un delirio perfecto”, analizó ante Infobae.
Días después, Castex se encerró en su estudio de Recoleta, Ciudad de Buenos Aires, y escribió como un poseso las pericias. Se sentía absorbido por ese encuentro. El primer días escribió durante seis horas seguidas mientras escuchaba las obras de Verdi, entre ellas La forza del destino.
Algunas de sus conclusiones: “La teriantropía es una palabra derivada del griego θηρίων (therion en latín) que significa bestia y anthropos, que significa hombre. La teriantropía es la creencia de convertirse de humano en animal. La forma más conocida de teriantropía es la licantropía (del griego lycos lobo y ἄνθρωπος hombre). Aunque la definición exacta de licantropía se refiera sólo al cambio en la forma de hombre a lobo, el término, a menudo, es usado clínicamente para la transformación en cualquier forma de animal. En el caso presente en que se trata de una trasformación en gato, se estaría ante la llamada elourantropía (del griego antiguo αἴλουρος = gato)”.
“De entrada, se diferencia en consecuencia del resto de la humanidad que conforman los ‘seres (criaturas) de dos patas’. La adopción de la figura recuerda las palabras del rey Lear en Shakespeare cuando en su arrebato de locura exclama: ‘Ah, aquí estamos tres adulterados; tú eres el ser puro. El hombre desguarnecido no es más que un pobre animal desnudo y de dos patas como tú. ¡Fuera, fuera con lo prestado! Vamos, desabrochadme’. O también: ‘Tengo la intención de ofrecer el aspecto más pobre e indigno con el que la miseria, desdeñosa del hombre, le redujo casi a bestia. Me ensuciaré la cara, me ceñiré una manta, haré de mi pelo greñas y, expuesta mi desnudez, lucharé contra el viento y el acoso de los cielos”. También en G. Chesterton en el Hombre Eterno ‘y aquella minúscula criatura de dos patas’ al hacer referencia al hombre montando a caballo. En ningún momento hace referencia al ‘hombre’. La conciencia alterada del propio cuerpo, se puede presentar en diversidad de cuadros psiquiátricos, ya sea como delirio hipocondríaco, emparentado a la melancolía, como parte de las esquizofrenias, e incluso como variante de la histeria”.
“La transformación en animal (en el presente caso, un gato), desde este punto de vista, es un nuevo modo de estar en el mundo. Ser el cuerpo de un gato significa confundirse con determinadas acciones, por esto en el diagnóstico de licantropía cobre un papel fundamental que el paciente maúlle, camine en cuatro patas y actúe todo lo que hace un gato en su espacio vital. En su delirio no sólo cambió él mismo sino que el mundo es, ahora, el de un gato”.
“La expresión ‘Yo soy un gato’ evidencia la alteración de la identidad, y las actitudes y conductas del sujeto dan cuenta de ese nuevo modo de ser ya que las mismas abandonan las características propias de un ser humano para adquirir las de un animal (en nuestro caso un gato). Es decir que la transformación es desde un hombre a un ser viviente que pertenece a otra especie, o sea algo así como un ‘delirio de identidad de especie’”.
“Es peligroso para sí mismo y para terceros. Sugiero que sea internado en un instituto psiquiátrico, con el debido tratamiento y una persona que lo asista y lo escuche terapéuticamente”.
Estos días, Castex volvió a repasar las pericias. Piensa escribir un libro porque no recuerda un caso semejante. Entre sus anotaciones figura la pregunta que le hizo a Pereg y la respuesta que le dio:
-¿Qué ve cuando se mira en el espejo?
-A un gato que sufre. Que le tiene miedo a la muerte, pero que quiere vivir.
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