El 31 de octubre todas las Iglesias cristianas no católicas ni ortodoxas conmemoran el “día de la Reforma”. Es una conmemoración y no un festejo, porque la Iglesia de occidente quedó partida en dos cuando se generó el evento denominado el “Cisma de occidente”: en el año 1000 las Iglesias de Oriente también se habían distanciado de Roma.
Ese día de octubre de 1517, el fraile agustino y sacerdote católico Martín Lutero, nacido en Eisleben, Alemania (10 de noviembre de 1483), clavó en la puerta de la capilla de Wittenberg sus 95 tesis tituladas: “Disputatio pro declaratione virtutis indulgentiarum” (Cuestionamiento al poder y eficacia de las indulgencias).
Pero antes de dar ese paso, Martín Lutero había remitido su tesis a las diferentes universidades y a los obispos, entre ellos Alberto de Brandeburgo, arzobispo elector de Maguncia.
Pero en Wittenberg, los estatutos de la universidad exigían que las tesis fueran publicadas en la puerta de cada iglesia de la ciudad. Aparentemente fray Martín Lutero sólo lo hizo en la puerta de la iglesia de Todos los Santos el 31 de octubre, dado que el 1ro de noviembre era fiesta patronal de esa iglesia y concurrirían muchos fieles. Tengamos en cuenta que la gran mayoría de los feligreses no sabían leer, y mucho menos latín, así que el hecho de la publicación era solo a los efectos de cumplir con los requisitos de la universidad.
Este gesto se toma como el inicio de la “reforma protestante”. En las últimas décadas diversos historiadores han puesto en duda este hecho fundacional explicando que no clavó sus tesis en la puerta de la iglesia hasta mediados de noviembre. También esbozan otra teoría: es posible que este evento jamás hubiera ocurrido. Si lo hizo o no poco importa, porque las tesis ya eran muy conocidas entre la élite intelectual de Wittenberg, como bien explican en su libro Brecht, M.; Schaff, J. L. titulado: “Sein Weg zur Reformation 1483–1521″ (Mi camino a la reforma 1483 -1521).
Pero ¿qué son las indulgencias por las que reclamaba fray Martín Lutero?
En aquellos tiempos la Iglesia católica latina era la única institución religiosa cristiana en la Europa occidental. Las indulgencias eran parte importante para la fe del creyente. ¿Qué es una indulgencia? Cuando los cristianos pecan y se confiesan son perdonados y ya no recibirán el castigo eterno en el infierno, aunque todavía pueden estar sujetos a una pena temporal. Es decir, el dolor que causa el daño debe repararse de algún modo y los penitentes pueden cumplir este resarcimiento realizando obras de misericordia. Si la compensación temporal no se cumple en vida, debe ser satisfecha en el purgatorio, pero con una indulgencia, esta compensación temporal puede reducirse.
El concilio de Trento, en la sesión XXV del 3-4 de Diciembre de 1563 declaró: “Dado que el poder de conceder indulgencias fue dado por Cristo a la Iglesia, y dado que la Iglesia desde los primeros tiempos ha hecho uso de este poder otorgado por Dios, el santo sínodo enseña y manda que el uso de las indulgencias, muy provechoso para los cristianos según ha sido aprobado por la autoridad de los concilios, deberá ser mantenido en la Iglesia; además (este sínodo) pronuncia el anatema contra los que declaran que las indulgencias son inútiles, o bien niegan que la Iglesia tenga el poder para concederlas. Por lo tanto es de fe (de fide)”
En 1515, el papa León X otorgó indulgencia plenaria a los que hicieran donativos para financiar la construcción de la basílica de San Pedro en Roma. Esto llevó al dicho popular: “Tan pronto suena la moneda que se echa en la caja un alma sale volando fuera del purgatorio al cielo”. Esta venta de indulgencias se aplicaba a casi cualquier pecado y se estipulaba que cualquier otra predicación sobre el perdón divino debía cesar durante los ocho años en la que se hiciera la colecta y solo referirse a las indulgencias.
El fraile dominico Johann Tetzel se encargó de la venta de indulgencias en numerosas regiones de Alemania. A mayor pecado, mayor era el costo de la indulgencia, que se podía aplicar también a los difuntos. Lutero sabía que las indulgencias se impartían en la iglesia de Todos los Santos de Wittenberg. Se preocupó especialmente en 1517, cuando sus feligreses, que volvían de comprar las indulgencias de Tetzel, afirmaban que ya no tenían que arrepentirse ni cambiar sus vidas para ser perdonados por sus pecados.
Después de escuchar lo que Tetzel había dicho acerca de las indulgencias en sus sermones, Lutero comenzó a estudiar el tema con más detenimiento y contactó a expertos sobre esta cuestión. El fray Lutero se esmeraba por explicar que el verdadero arrepentimiento era mejor que la compra de un papel monetizado, y que de acuerdo al monto pagado, el penitente ya había confesado y se había arrepentido, pues de lo contrario, el papel indulgenciado no valía nada.
Por tanto comenzó a escribir sus tesis sobre el tema en cuestión. Cuando las mismas fueron llegando a destino, Fray Johann Tetzel fue el señalado por la Iglesia para contestarlas, dado que las autoridades entendían que era por su mala prédica sobre el tema que Lutero había cuestionado las indulgencias.
En mayo 1518 Fray Johann Tetzel respondió a Lutero con sus “50 tesis”, que en verdad fueron escritas por el teólogo alemán Konrad Wimpina, primer rector de la universidad de Leipzig.
Era demasiado tarde. Un movimiento había comenzado, indirectamente empujado por fray Johann Tefzel y su mala e inconsistente prédica, más que en torno a las indulgencias en favor del dinero que obtenía de ellas.
Enfermo, desprestigiado y con graves acusaciones sobre sí, Tetzel se recluyó en el monasterio en Leipzig.
Estaba atormentado por lo que pesaba sobre su conciencia, y al enterarse Martin Lutero de su estado, le escribió varias cartas con palabras de consuelo y le manifestaba que no lo consideraba responsable de los sucesos en curso.
Fray Johann Tefzel murió el 11 de agosto de 1519. Andreas Karlstadt, que era profesor y en 1512 había otorgado a Martín Lutero su doctorado, había escrito el 16 de septiembre de 1516 ciento cincuenta y seis tesis críticas sobre el mismo tema que eran más radicales, en términos teológicos, que las de Lutero. Lutero las leyó con gran efusión y compartió muchas de sus ponencias, aunque se diferenció mucho de algunas de ellas.
Lutero es consciente que todo está dirigiéndose hacia un lugar que no debería ni era lo deseado, y temiendo que todo se saliera de control, lo que ocurrió. Para echar paños fríos al tema publicó el “Sermón sobre la indulgencia y la gracia” (Eynn Sermon von dem Ablasz und Gnade) en el cual no desafiaba la autoridad del Papa, ni cuestionaba los temas de la Iglesia Católica.
Con la publicación de las tesis, Lutero tenía la intención de lanzar un debate entre académicos, y no una revolución popular. En febrero de 1518, el papa León X solicitó al superior general de los eremitas agustinos, Rdo. P. Fray Silvestro Mazzolini da Prierio -orden religiosa a la que pertenecía Lutero- que lo convenciera de abandonar la difusión de sus ideas sobre las indulgencias. Enterado del tema, Lutero escribirá “Explicaciones del debate sobre el valor de las indulgencias” (Resolutiones disputationum de indulgentiarum virtute) en las que intenta defenderse de acusaciones tales como cuestionar al Papa. Esta obra, más tarde, será considerada como la primera obra de la Reforma.
En octubre de 1518, Lutero fue convocado a Augsburgo por la autoridad papal a fin de defenderse ante el delegado pontificio, el Cardenal Tomás Cayetano, de los cargos de herejía que se le imputaban. Luego de varias disputas y controversias, se le solicitó a Lutero que se retracte, pero él, a su vez, solicitó que los teólogos universitarios revisaran el caso. Esta petición fue denegada y decidió apelar al romano pontífice, pero tampoco le fue concedida dicha petición.
El cardenal Cayetano regresó a Roma con los detalles del debate. El papa León X publicará la bula papal “Exsurge Domine” (Levántate, Señor) hecha pública el 15 de junio de 1520, en la cual no condena la doctrina de Lutero, sino sólo demanda que se retracte de 41 errores en sus 95 tesis, que según la doctrina católica estaban mal encuadradas. Y debía hacerlo en un plazo perentorio de 60 días desde la publicación de la bula. El 10 de diciembre de 1520 venció el plazo y ese día Lutero quemó una copia de la bula en el puente de Elster de Wittenberg.
Este hecho, en realidad, fue en reacción contra Johann Maier von Eck, un teólogo alemán intransigente ante cualquier controversia contra Roma, el cual había quemado varios libros de Martin Lutero. Es decir que no quemó la bula de su excomunión como se suele creer, pero al no retractarse de sus errores (según la doctrina católica) el 3 de enero de 1521, el papa León X firma su bula “Decet Romanum Pontificem” (Satisface al Pontífice Romano) excomulgándolo del seno de la Iglesia Católica.
En 1521, Carlos V de Alemania y I de España convocó a la “Dieta”, que era la asamblea de todas las autoridades del imperio, en la ciudad de Worms, e invitó a Lutero a que asistiera a la misma para explicar su postura. Lutero expuso su doctrina ante el mismo Carlos V, pero este no quedó convencido. En cambio, el monarca hizo una declaración de lealtad y fidelidad a los principios de la Iglesia católica. A partir de entonces, la dinastía de los Habsburgo se convertirá en la primera defensora de la Iglesia católica contra los protestantes.
Cuando Martin Lutero estaba su camino de regreso fue secuestrado por agentes de Federico III de Sajonia, que quería protegerlo en el castillo de Wartburg de lo que pudiera ocurrirle.
Durante su permanencia en Wartburg, Lutero comenzó a traducir la Biblia del Latín al Alemán. Pero la semilla del cisma ya estaba en el aire y los partidarios de Lutero comenzaron a interpretar sus doctrinas radicalizándolas aún más. Ahí escribió muchas cartas y textos para defender, en muchas ocasiones, las posturas católicas en torno a la fe, como por ejemplo sobre la cuestión de los votos de los monjes en su “De votis monasticis” (Sobre los votos monásticos), aceptando que los votos son tomados “con la intención de la salvación o la búsqueda de justificación”.
El martes 13 de junio de 1525, Lutero se casó legalmente con Catalina de Bora, ex monja cisterciense del monasterio de Nimbschen. En principio no estaba convencido si sería un buen marido, dado que pesaba sobre él la excomunión papal y era perseguido por el emperador. Del matrimonio nacieron tres hijos y tres hijas.
En mayo de 1525 tuvo lugar en Wittenberg la primera ordenación evangélica, pero no era considerado un sacramento.
En 1526 comenzó a revisar la liturgia, en este caso de la Misa. Estaba a favor de mantener y establecer la uniformidad litúrgica entre aquellos que compartían la misma fe en un área dada y no creyó conveniente grandes cambios. Conservó el bautismo de infantes y la confesión; mantuvo las imágenes en los templos porque veía que en sí no eran malas, sino que todo dependía de la actitud de los creyentes: los cuadros podían ser educativos e inspirativos, sobre todo. Dado que la gran mayoría del pueblo no sabía leer- se podría ofrecer catequesis por medio de la iconografía. Conservó tres sacramentos, al principio: el bautismo, La Santa Cena y la confesión. Luego la confesión fue retirada.
En torno a la Eucaristía rechazará la doctrina católica de la transubstanciación, pero mantendrá la presencia real del cuerpo y la sangre de Cristo bajo el pan y vino de misa.
Lutero continuará con definiciones y seguirá el camino que había emprendido, como por ejemplo la justificación solo por la fe y no por la obras, tomando solo las sagradas escrituras como base dando origen así a las cinco solas: “Sola scriptura, sola fides, sola gratia, solus Christus; Soli Deo gloria”.
Él no fundó la “Iglesia luterana” tal como la conocemos y no planeaba que sus enseñanzas derivaran en una nueva denominación cristiana. Él mismo dirá: “Ruego por que dejen mi nombre en paz. No se llamen a sí mismos ‘luteranos’, sino Cristianos. ¿Quién es Lutero?, mi doctrina no es mía. Yo no he sido crucificado por nadie. ¿Cómo podría, pues, beneficiarme a mí, una bolsa miserable de polvo y cenizas, dar mí nombre a los hijos de Cristo? Dejen, mis queridos amigos, de aferrarse a estos nombres de partidos y distinciones, fuera a todos ellos. Y dejen que nos llamemos a nosotros mismos solamente cristianos, según aquel de quien nuestra doctrina viene”.
Martín Lutero falleció el 18 de febrero de 1546 en Eisleben, donde nació, y fue enterrado en la iglesia del Palacio de Wittenberg. Su esposa, Catalina de Bora falleció el 20 de diciembre de 1552 y está sepultada en la iglesia de Torgau, Alemania.
Si bien antes de Martín Lutero hubo muchos que plantearon reformas en la Iglesia Católica, a él se lo toma como quien dio el puntapié inicial. Luego aparecieron más reformadores por toda Europa. Y la jerarquía católica recapacitó sobre muchos temas: convocó al Concilio de Trento, del cual surgirá luego la “contrarreforma católica” y se crearán órdenes como los Jesuitas y su tarea de reevangelizar Europa y más tarde América.
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