Richard Evans es uno de los más importantes historiadores vivos. Su trilogía del Tercer Reich ya es un clásico moderno. Uno de sus primeros trabajos fue un exhaustivo y preciso texto en el que se metía dentro del juicio que David Irving, el negacionista del Holocausto, llevó adelante contra aquellos que lo criticaban.
Sus últimos dos libros acaban de ser publicados en español por la Editorial Crítica (Grupo Planeta) y se consiguen en todas las librerías. El primero es Eric Hosbawn - Una vida en la historia, una voluminosa biografía del autor de La Historia del Mundo Contemporáneo. El otro es el que motiva esta conversación con Infobae. Hitler y las Teorías de la Conspiración es un trabajo notable, apasionante.
En su trabajo Evans analiza con rigor y preciso ritmo narrativo cinco grandes teorías conspirativas del periodo nazi: la supuesta conspiración de los judíos para horadar la civilización según Los Protocolos de los Sabios de Sion, el mito del puñal por la espalda que los socialistas y judíos clavaron al ejército alemán y terminó decidiendo la Primera Guerra Mundial, el incendio del Reichstag que los nazis habrían prendido para así tomar el poder, el vuelo de Rudolf Hess a Inglaterra en 1941 para negociar directamente con Churchill, y tal vez la más perdurable de todos: el escape de Hitler del búnker y su tranquila estadía en Argentina por el resto de sus días.
Este es el último capítulo del libro y el más extenso de todos. Evans analiza cada una de las supuestas evidencias que sostienen esta fuga y demuestra con firmeza y bastante gracia su absoluta endeblez.
Un informe del FBI de los meses posteriores a la rendición nazi consignaba los múltiples destinos en los que se decía haber visto con vida a Hitler. El informe enumeraba posibilidades tan variadas como contradictorias. A la agencia habían llegado rumores de que había sido asesinado en el bunker; que había escapado de Berlín por aire, o desde Alemania en un submarino. Otros afirmaban que vivía en una isla alejada del Báltico, en una fortaleza en Renania, en un monasterio español, en un campo sudamericano. Hasta decían haberlo visto viviendo entre delincuentes en Albania. Un periodista suizo declaró que Hitler y Eva Braun residían en Bavaria. Y hasta la agencia de noticias soviética envió un cable afirmando que Hitler fue encontrado en Dublín travestido. Otros destinos en los que dijeron haberlo visto en esos primeros meses de posguerra: un café austríaco, una congregación de monjes tibetanos, Arabia Saudita o una prisión secreta en los Urales a disposición de los soviéticos.
Pero con los años la versión que tomó más fuerza y que casi monopolizó las teorías conspirativas fue que Hitler logró fugarse del búnker y del asedio del Ejército Rojo y, junto a Eva Braun, llegar hasta Argentina. ¿Cómo logró escapar? No está claro. ¿Cuál fue el primer destino? Tampoco.
Argentina era el destino ideal para encontrarle residencia (real o ficticia) al Führer. Una tierra lejana, de gran extensión y más que amable receptora de nazis. Pero en este caso, Hitler no habría llegado como el resto de los criminales nazis a través de la Ruta de las Ratas sino en submarino.
El mundo moderno es un lugar fértil para las teorías conspirativas. Cuanto más popular y lejano el hecho, más verosímil cualquier supuesto que cuente una versión paralela de la historia. Parte del público se muestra dispuesta a defender a capa y a espada la versión alternativa de grandes hechos políticos, de muertes y de alunizajes. Posiblemente uno de los terrenos en los que se reproducen con más facilidad es todo lo relacionado con el Tercer Reich. Pese al paso del tiempo el tema genera interés siempre renovado pero las revelaciones reales cada vez son más escasas.
-¿Por qué las teorías conspirativas siguen vigentes? ¿Cuál es el motivo por el cuál cada vez encuentran mayor difusión?
Richard Evans: -Las teorías conspirativas se siguen diseminando por una gran variedad de motivos. Uno de los principales es la creciente sospecha, en especial durante las últimas dos décadas, sobre la verdad y sobre si es posible llegar a una o establecer una verdad. Por eso se habla de Posverdad. También influyen la desconfianza sobre la labor de los expertos, la polarización política y el crecimiento del populismo.
-El avance de la tecnología también colaboró.
-Internet y las redes sociales permitieron a la gente desviarse de las formas tradicionales, hasta hace unos años, en las que se formaba opinión y se informaba. Ahora cualquiera puede de una manera u otra hacer conocer su opinión más allá si está fundamentada por evidencia o no. Las redes también dificultan que un caso pueda discutirse en profundidad; todo es más breve y terminante. En Twitter o en Facebook todas las opiniones son iguales. O al menos parecen serlo. Y todo se difunde mucho más velozmente.
-¿Por qué las teorías conspirativas gozan de buena salud, sin pruebas, sin datos que las validen?
-Las teorías conspirativas son una manera de simplificar realidades complejas en un patrón binario y sencillo. Los que las usan o difunden pueden explicar –o hacen parecer que explican- asuntos y problemáticas muy complicadas de una manera que evita hacer pensar demasiado. Son, también, sistemas circulares: si uno critica una teoría conspirativa, es muy probable que sea acusado de ser parte él mismo de la conspiración. Una táctica común que utilizan es la de evitar los temas centrales y la evidencia principal y concentrarse en aspectos secundarios. Los conspiranoicos, sobre todo, evitan el debate serio, con argumentos y pruebas, y se enfocan en la persona del que los critica que es, por lo general, acusado de representar la “historia oficial”. En este caso, para ellos, tener trabajos universitarios y logros académicos sería un demérito o algo completamente irrelevante. Creen que los miles de historiadores y periodistas de investigación fueron sobornados en su totalidad por los gobiernos para contar mentiras, o que la propaganda que los Estados controlan los hubiera engañado”.
-¿Es posible rastrear cuando empezó a difundirse la teoría de que Hitler vivía en Argentina?
-En mi libro analizo ese surgimiento de Argentina como el foco principal de las teorías de la supervivencia de Hitler tras la guerra. Hubo otras teorías que competían con ella: que vivía en Indonesia o en Suiza, por ejemplo. Pero no perduraron porque parecían menos verosímiles. Argentina se convirtió en la opción más creíble, fue el país en el que se puso la atención y se lo situó a Hitler porque muchos jerarcas nazis se instalaron allí alentados y cobijados por Juan Domingo Perón.
-¿Es mucha la gente que cree que Hitler vivió en Argentina? ¿Qué pruebas dicen tener?
-La serie Persiguiendo a Hitler de History Channel tuvo 24 capítulos. Cada programa fue visto por alrededor de 4 millones de espectadores. No todos ellos, por supuesto, aceptan la teoría de su supervivencia, pero no son pocos los que lo hacen. No existe la menor evidencia que sustente la teoría de su vida en Argentina. Todas son suposiciones, insinuaciones, testimonios de oídas, de segunda o tercera mano en el mejor de los casos. Por otro lado, hay una gran cantidad de testigos directos y pruebas que demuestran que Hitler se suicidó en el bunker el 30 de abril de 1945.
-¿Conoce el trabajo y los libros de Ariel Basti?
-Ariel Basti creó una pequeña industria publicando libros que sostienen que Hitler vivió en Argentina. Esos trabajos fueron usados para la serie de History Channel. Pero, esos textos no presentan ni la menor evidencia real de la supervivencia de Hitler, y mucho menos de su vida en Argentina. Recurre a testimonios de segunda mano (o de tercera). Ninguno de los testigos provee evidencia certera, solo dichos casi imposibles de corroborar.
-¿Cómo actúa el paso del tiempo sobre estas cuestiones? La suma de pruebas, estudios y libros de investigadores e historiadores ¿logran disipar estas concepciones erradas y míticas?
-Estas teorías tienen muchos años. Si bien desde el fin de la guerra se tejen versiones sobre Hitler y su vida en Argentina, es en el siglo XXI cuando más obras se produjeron al respecto, cuando estos rumores o versiones alternativas encuentran mayor eco.
-¿Por qué Stalin fue uno de los principales impulsores y difusores de la teoría que sostiene que Hitler había sobrevivido, que no se había suicidado en el búnker?
-En 1945 y 1946 Stalin insinuaba que Hitler había sobrevivido porque pensaba que eso fortalecería los argumentos para que el Ejército Rojo y los Aliados permanecieran en Alemania, en caso de que, como Napoleón en 1815, él reapareciera. No era necesario. Lo utilizaba como excusa. Pero Stalin era, entre otras cosas, un inveterado conspiracionista tal como muestran los juicios de la década del treinta.
-David Irving, posiblemente el mayor negacionista del Holocausto, distorsiona y/o niega la historia. ¿Estas teorías actúan de manera diferente? ¿Inventan la historia?
-En mi libro Lying About Hitler mostré como David Irving, un negacionista y neo nazi, manipulaba la evidencia para intentar demostrar que el Holocausto no había ocurrido, que las cámaras de gas no habían sido utilizadas para asesinar a millones de judíos. También sostenía que Hitler no sabía nada del tema y en los casos en que se enteró, él trató de detener las matanzas. El método de Irving es más sofisticado pero él fue expuesto y derrotado ante los tribunales. Sus intentos para que se detuvieran las críticas hacia sus libros fracasaron tal como lo muestra la película Denial. Las teorías conspirativas sobre los nazis, como en el caso del incendio del Reichstag del 27 y 28 de febrero de 1933, pueden ser igualmente sofisticadas en su manipulación o en algunos casos de inventos de pruebas. Pero otras de esas teorías, en especial la que supone que Hitler llegó hasta la Argentina, están basadas principalmente en meras suposiciones o directamente en invenciones, más que en la manipulación o distorsión de la evidencia.
-Pese a lo inverosímil de algunas de las afirmaciones, estos temas y teorías generan una atracción casi morbosa.
-Esta pseudohistoria ofrece un entretenimiento perverso en donde nada es lo que parece, y consigue convencer al lector no informado de que los académicos de la historia dominante ocultaron secretos terribles durante décadas. En las teorías conspirativas de temas históricos en general, ocupan un papel relevante los documentos censurados o perdidos y los archivos inaccesibles. Y sostienen que detrás de los grandes acontecimientos históricos siempre hay fuerzas ocultas, falsificación deliberada de pruebas por parte de poderosos perpetradores, desaparición misteriosa de testigos y la creencia de que si alguien se beneficia de un hecho, tiene que haberlo causado. Los que elaboran teorías conspirativas atacan los estudios metodológicos. Con una narrativa atractiva, hacen dudar a su público, ávido por desconfiar. Es como si pensaran que si dañan la credibilidad de los trabajos investigados con seriedad se puede sustituir a la realidad por los mitos. Y si los historiadores serios se equivocan respecto a la muerte de Hitler podrían estar equivocados en todo lo demás, incluyendo el Holocausto y sus consecuencias.
-¿Por qué los nazis y sus historias siguen interesando al público?
-Hitler y el nazismo son el ejemplo de lo peor que los seres humanos le pueden hacer a otros: racismo extremo, genocidio, guerra criminal y destructiva en una escala demencialmente gigante sólo por beneficio propio. En una era cada vez más secular, Hitler se ha convertido en una especie de sustito del diablo.
SEGUIR LEYENDO: