De Titanes en el Ring a pelear con armaduras y espadas sin filo: la vida de “El Conde”, un luchador de combates medievales

Adrián Vázquez tiene 60 años y es uno de los organizadores del torneo que enfrenta a hombres y mujeres en batallas que recrean la Edad Media. Su experiencia como Leopardo y Hormiga Negra de la troupe de Martín Karadagian y el legado que tomó Franco, su hijo

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Adrián Vázquez junto a su
Adrián Vázquez junto a su hijo. El hombre de 60 años ya disputó más de 120 peleas y el domingo afrontará otras 18

El tiempo parece detenerse. Los gritos de guerra ensordecen. El choque inevitable de los guerreros enfundados en sus armaduras suena a acero. Los combatientes se golpean, algunos caen y quedan fuera de acción. Otros resisten, algunos se rinden, otros se elevan triunfadores. Las espadas chocan, las hachas impactan en los cascos o escudos. La épica de la batalla entusiasma a los espectadores.

Uno de los más aguerridos sigue en pie pese a los embates de su contrincante. Golpea con su mano derecha, usa con destreza su espada y lo derriba de una patada. Es el gran vencedor. Dentro de esa armadura hay un hombre de 60 años llamado Adrián Vázquez, que al sacarse el yelmo descubre su cara cubierta de sudor y con algunos golpes. Está emocionado por la misión cumplida.

-Esto es mágico. Cuando me pongo la armadura siento que soy un guerrero de la Edad Media. Viajo al pasado. Acá no soy Adrián, me dicen El Conde Medieval. Me siento otro. Como si viviera una vida de la antigüedad. Pese a esto que digo, nos damos con todo.

"Mi hijo va a ser
"Mi hijo va a ser la continuidad de mi locura de querer pertenecer al mundo medieval. Creo que es él que me incentiva, a pesar de mi edad, a que siga con este deporte", expresa

Eso dice el luchador. Es uno de los organizadores del Torneo Nacional “Edad Media”, que comenzó ayer viernes (y se extenderá hasta el lunes de 11 a 21 horas) en la Ciudad Deportiva Don Bosco, en Aldo Bonzi, con la participación de equipos de Combate Medieval Profesional de todo el país. El acontecimiento cuenta además con los mejores grupos de recreación histórica, shows musicales en vivo, paseos de artesanos, gastronomía y bebidas típicas medievales, y actividades para todas las edades.

El Conde combate con una alabarda, un arma de asta de madera de unos dos metros de longitud y que tiene en la parte superior una especie de hacha sin filo ni punta. Peleó más de 120 veces. El domingo combatirá en 18 ocasiones.

Como salidos de una película épica, los luchadores de Combate Medieval reconstruyen en pleno 2021 con sus armaduras, arcos y espadas, aquellas legendarias peleas cuerpo a cuerpo, esta vez con reglamentos, protección física y con armas sin filos. Ofrecen un deporte original en medio de una cultura viva. Hasta existe la Selección Nacional que participa del Mundial. Los mejores son los rusos. “Yo no estoy en la Selección, pero conozco a todos los muchachos. Este deporte no para de crecer y se han sumado una gran cantidad de luchadoras”, dice el Conde.

Para Vázquez, un hombre calvo, robusto y que practicó deportes desde niño, estos combates le dan una alegría que no imaginaba: “Cuando estoy en la piel del Conde me pasan por la cabeza los trucos y golpes que voy a tener que usar para derribar a mi oponente. Cuando estás dentro de la armadura te transportás a otras épocas, sos parte de la historia, sos un personaje más de la próxima batalla. A veces sueño que estoy en la Edad Media, peleando. O cayendo en el campo. Esto es una pasión”.

"Cuando me pongo la armadura
"Cuando me pongo la armadura siento que soy un guerrero de la Edad Media. Viajo al pasado. Acá no soy Adrián, me dicen El Conde Medieval. Me siento otro", dice

Con la armadura puesta pesa 30 kilos más. Es decir, llega a los 120. Nunca anda en la calle con ese atuendo, porque cree que lo tratarían por loco. Ni se ha subido a un colectivo o un taxi así. Se cambia en los vestuarios de los lugares donde se realizan las peleas.

Vázquez, que sigue en el rol del guerrero Conde Medieval, tiene un secreto que devela después de varios minutos de charla. Entre 1984 y 1988 fue uno de los luchadores de Titanes en el Ring. Practicó diferentes artes marciales y decidió probarse en la troupe de Martín Karadagián.

“Soy de la última camada de Titanes. De los más nuevos del final de esa gesta de la lucha argentina. También estuve en otras troupes. Lo llamativo es que en el auge de Titanes apareció un falso Karadagián que tenía su propio grupo de luchadores, pero Karadagián hubo uno solo. Fue un honor haberlo conocido y combatido para su compañía”, cuenta. Dice que los combates eran simulados. “Cada luchador hacía en el ring lo que entrenábamos en la semana. De antemano se decidía el ganador”. Prefiere no dar muchos detalles de esa época. “Mi presente es otro”, dice.

En los combates le tocó hacer de El Pibe 10, Leopardo y la Hormiga Negra. Una vez le tocó interpretar, fuera del programa de tevé, al Capitán América.

Siendo la hormiga negra y
Siendo la hormiga negra y el Capitán América. Y en dos fotos junto a Martín Karadagián, creador de Titanes en el Ring

Otra de sus grandes pasiones es el buceo. Es instructor. “Viajé por el mundo. Y en Mar del Plata se me ocurrió el buceo con delfines en el Aquarium, fue toda una experiencia”, cuenta.

En las luchas medievales El Conde no está solo. Lo acompaña en esta aventura su hijo de 18 años. Él es uno de los más veteranos del grupo y su hijo, el más joven.

-¿Le tocó competir con su hijo?

-No. Somos equipo. Nuestra especialidad es cinco contra cinco. Gana al que le derriban menos participantes. Estar con el Colo, mi hijo, es un regalo que me da la vida. Mi hijo va a ser la continuidad de mi locura de querer pertenecer al mundo medieval. Creo que es él que me incentiva, a pesar de mi edad, a que siga con este deporte que de afuera se ve muy violento pero que tiene menos lesionados que en un partido de fútbol.

Adrián junto a su equipo
Adrián junto a su equipo de combate en ediciones anteriores del campeonato nacional "Edad Media"

Los luchadores están protegidos por una armadura de hierro, acero o titanio fabricada con técnicas modernas. Hay requisitos: tener una base histórica y corresponder a un período acotado de tiempo y lugar. Salvo excepciones dictaminadas por el reglamento para evitar heridas y daño, se puede golpear en cualquier parte del cuerpo, y se permiten técnicas de wrestling.

-¿Cómo comenzó en esto?

-Siempre me gustaron los deportes de contacto y me llamaban la atención las cruzadas, los vikingos y todo lo relacionado a la Edad Media: armaduras, armas, escudos. Cuando descubrí leyendo un diario que existía el combate medieval en la Argentina no dudé en buscar dónde practicarlo y realizar un deporte junto a uno de mis hijos. Incursionamos en dos clubes hasta que pasamos a formar parte del Club Valherjes de zona sur. Es un lugar de luchadores y de amigos, casi una familia.

-¿Lo lastimaron fuerte alguna vez o lastimó usted?

-Me dieron un fuerte golpe en la nariz. Y una vez lastimé a un muchacho. Son las reglas de juego. En esto vale la traición. Que te agarren de atrás para que otro te pegue. Cada equipo tiene un tanque, que es el que agarra al rival, un apoyo, el que le pega, y el corredor, que va de acá para allá asistiendo al apoyo o al tanque.

“Mientras dura el show, nos
“Mientras dura el show, nos sentimos caballeros del medioevo, pero después volvemos al mundo real”, dice El Conde

A modo de tributo a su luchador insignia, el Valherjes publicó en su página web una foto de Vázquez con la siguiente leyenda: “No tengo edad para practicar deporte. No tengo suficiente fuerza o resistencia. ¿Con mi edad hacer deporte? ¿A dónde voy yo con este cuerpo? Todo esto son barreras psicológicas para evitar realizar cualquier actividad física y deportiva. La edad no es un obstáculo para entrenar sino una motivación. En Valherjes tenemos peleadores de avanzada edad y no por eso se rinden. El peleador más grande del Club. Conde Adrián Vazquez... ¡presente!”.

En ese club hay una gran camaredería, una especie de tercer tiempo del rugby. Los luchadores comen platos típicos vikingos, beben de los cuernos y hasta practican luchas y danzas. Entre todos dan vida a un mundo irreal que es posible.

-¿Los más jóvenes lo respetan o le pelean de igual a igual?

-Acá todos combatimos de igual a igual. No porque sea el más grande van a ser más blandos conmigo. Además yo dejo todo. Me transformo. Me surge una energía que parece de otro siglo.

-¿Sufren heridas?

-Golpes, más que nada. Usamos espadas sin filo ni punta. Los que formamos parte de esto vivimos una travesía única. Basta con vernos vestidos así, ver los caballos, a gente practicar el tiro al arco. Con los años las armaduras se construyeron más livianas.

El evento, además de batallas,
El evento, además de batallas, tiene otras actividades, como una galería de tiro con arco, donde instructores calificados guían a los arqueros (Gustavo Gavotti)

Esta actividad surgió en Rusia hace unos 30 años. Como en cada competencia resultaban heridos y hasta muertos, empezaron a reglamentar para que existieran más reglas de seguridad. Ahí aparecieron las armas sin filo y armaduras con más partes del cuerpo cubiertas para mayor protección.

En la Argentina se practica desde hace ocho años. Se estima que hay 25 equipos en las distintas provincias y más de 1600 participantes. Se organizan competencias a nivel nacional e internacional, donde es mayor la participación de equipos de mujeres luchadoras. En marzo de 2022 será el Torneo Internacional Argentina Medieval.

El combate medieval se divide en tres categorías. Los duelos: 1 vs. 1. Con espada y rodela. Espada y escudo heral. Espada larga. Duelos de astas. Gana el que coloca los mejores golpes en lugares permitidos. Buhurt: 5 vs. 5, 12 vs. 12, y 30 vs. 30. Gana el equipo que termina con más luchadores en pie. No está permitido pegar en la ingle, detrás del cuello ni detrás de las rodillas. Cuando un luchador se rinde tocando el piso con más de dos partes del cuerpo, no se le puede seguir pegando y queda eliminado. Dueglo Profight: se permite pegar en el piso una vez que cayó el oponente por 10 segundos e interviene el árbitro (Marshall).

Los luchadores están protegidos por
Los luchadores están protegidos por una armadura de hierro, acero o titanio y usan espadas y hachas sin filo ni punta (Gustavo Gavotti)

Desde afuera, los combates se ven como lo que son: reales. No hay simulación, más allá de los cuidados que se toman para que no haya heridos. Por momentos la imagen parece sacada de una escena de la serie Vikingos.

Mientras dura el show, nos sentimos caballeros del medioevo, pero después volvemos al mundo real”, dice El Conde.

Cuando se saca la armadura, ya sin el eco de los metales que chocan entre sí, vuelve a ser Adrián Vázquez. El hombre de este tiempo. El que vive en 2021. El que anda sin espada y a cara descubierta.

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