Tres décadas pasaron desde el momento más triste en la vida de Margarita Meira y su familia. Graciela Susana Betker tenía 17 años cuando conoció a Luis Rafael Olivera, su ultimo novio, 25 años mayor que ella y que la eligió como a una fruta en un canasto, la sedujo e hizo lo imposible para lograr que se fuera con él en enero de 1991. La mujer y su esposo habían salido a hacer unos trámites por el barrio de Constitución cuando la joven aprovechó el momento para tomar unas pocas pertenecías y huyó, quizás con la ilusión de vivir un romance de novela, pero fue secuestrada por una red de trata y apareció muerta el 23 de marzo de 1992. Estaba embarazada de dos meses.
A sus padres aquel hombre no les gustaba. Más tarde supieron que estaba vinculado al narcotráfico y a otros delitos. “Cuando supe que Susi (así le decían en casa) se había ido con él pensé que la iba a usar para vender drogas y que yo la iba a encontrar muerta de un disparo en una morgue... La encontré muerta en una morgue, pero había sido prostituida en dos boliches conocidos de los 90´s. Estos tipos se meten con las chicas pobres porque saben que sus padres no tienen el dinero para pagar un abogado que las busque ni pueda seguir una causa”. El informe policial decía que Susi había muerto de manera accidental.
Margarita repasa esos momento y en su voz aún esconde dolor, pero sigue firme. Su palabras son látigos que golpean e implosionan las realidades que parecen escondidas debajo de una alfombra: “En el país hay unos 30 mil prostíbulos, 12 mil en la ciudad dicen nuestras investigaciones, y nadie hace nada. Según cuentan las víctimas rescatadas, en esos lugares venden por día un kilo de cocaína y por ahí desfilan jueces, empresarios, famosos, deportistas, políticos de bajo y alto cargo para hacerse el banquete. Por eso no nos escuchan, por eso no cumplen la Ley de Trata; por eso cuando una chica desaparece hacen rastrillajes en todos lados menos en los prostíbulos”, acusa tajante.
La mujer, poco conocida en el país pese a ser una de las primeras que levantó bandera contra la explotación sexual, fue reconocida en Italia con el Premio Internacional La Donna dell´Anno (Mujer del Año), en 2018, por su lucha contra la trata de personas en Argentina. Además, la organización fue destacada nacional e internacionalmente y participó de encuentros nacionales, seminarios y congresos en lucha contra la trata y la prostitución.
Susi
Cuando su hija desapareció, Margarita no sabía que secuestraban mujeres ni niños. La palabra “trata” no existía y el “ir de putas” era una de las frases repetidas por hombres que confesaban o mentían sobre ser parte de la explotación sexual de mujeres. Los escuchas reían. Fue tras una investigación en solitario, luego de que su hija apareciera sin vid,a que Meira supo cómo era ese mundo íntimamente relacionado con las drogas y el poder; con los instintos más bestiales y la farándula; con el deporte y la política. “Si hubiera sabido de entrada que ella estaba en un prostíbulo me hubiera metido para buscarla”, asegura la mujer, que a poco de reconocer el cuerpo de su primogénita tomo como causa de vida poner fin a la trata de personas.
Un año después de su desaparición, Susi fue encontrada muerta en un monoambiente del que fue su novio y, según el informe policial, el deceso ocurrió por “inhalación de monóxido de carbono, pero le dejaron el gas abierto mientras dormía o estaba inconsciente. Alguien se ocupó de cerrar bien las ventanas y tapó la salida del calefón. La causa fue caratulada como ‘muerte dudosa’, pese a que el cuerpo estaba lleno de moretones”, dice con bronca Margarita y reclama porque esa muerte nunca tuvo un culpable: la familia no pudo costear a un abogado para que siguiera la causa que, finalmente, prescribió.
“Me enteré de lo que pasó porque un taxista amigo nos contó que llevó como pasajeros a su proxeneta y un cómplice, que hablaban de ella y que decían que iban a desaparecer el cuerpo. Cuando fui a la comisaria 5ta (donde había denunciado la desaparición) me preguntaron cómo me enteré y dije que me lo había contado un vecino, no le quise decir la verdad”.
Con rabia, cuenta que en esa seccional porteña le dijeron que le habían enviado una citación a su casa para informarla de lo sucedido, pero que no vivía allí. “¡Yo siempre viví ahí! ¡No mandaron nada! Cuatro años después, cuando empecé a investigar, supe que el juez de la causa recibió 40.000 dólares como indemnización porque hicieron pasar su muerte por un accidente... Hasta ese momento creí en la justicia”.
La Ley 26.364, de trata de personas y asistencia a las victimas, tiene el objeto de “implementar medidas destinadas a prevenir y sancionar la trata de personas, asistir y proteger a sus víctimas” (Art.1)
“Yo hice el duelo y pude enterrar a mi hija. Otras madres las buscan por años y eso no da fuerza, eso deprime. Pude enterrarla y está fallecida, entonces no tengo que buscarla, sí busco justicia”
Margarita -nacida en Eldorado, Misiones, y llegada a Buenos Aires a los 17 años- cuenta que desde ese momento y hasta 2006 estuvo sola en la búsqueda de justicia por su hija. “Pedía ayuda a los abogados que nos atendían, pero no seguían la causa. Así empezamos a conocer todo ese entramado judicial y la complicidad de la Justicia”, dice la mujer que terminó la secundaria en la capital, soñaba con ser médica para ayudar a la gente de su pueblo, pero no pudo seguir estudiando.
Sí lo hizo su marido cuando, cansados de no tener ayuda, quiso hacer lo propio. “Empezó a estudiar Derecho y se recibió para ayudarme. En el último tramo de la carrera, le dieron para practicar el expediente de una chica desaparecida. Días después le pregunté cómo iba el caso y me dijo que ya había rendido la materia... Se me vino la imagen de cuando yo recorría en Tribunales por ayuda y me designaban abogados de pobres que eran estudiantes que practicaban... Los jueces corruptos, profesores en una Universidad, ponen a los pibes a practicar con los expedientes de pibas desaparecidas, las pibas pobres”.
Cansada de la realidad que perdía los velos, la madre de otros tres hijos decidió seguir con las primeras compañeras en la búsqueda de justicia por las demás víctimas, por las que aparecían enterradas como NN, por las que aún seguían secuestradas. “Yo hice el duelo y pude enterrar a mi hija. Otras madres las buscan por años y eso no da fuerza, eso deprime. Pude enterrarla y está fallecida, entonces no tengo que buscarla, sí busco justicia”.
El primer aliento para ellas fue en 2006 cuando “rescatamos a Soledad Pedraza y ahí empezó realmente la lucha contra la trata. Ella nos contó todo lo que pasaba en un prostíbulo: más de 20 hombres las violaban por día, las hacían consumir droga, les pegan, las quemaban, les hacen lo peor que te puedas imaginar”. Luego de ese rescate, la trata de personas con fines sexuales comenzó a estar en los medios y el testimonio de Soledad llegó a cada rincón.
“Después empezaron a venir otras madres, nos fuimos juntando. No fue fácil”, asegura y cuenta que por ese tiempo comenzaron a visibilizar públicamente la desaparición de mujeres, niñas y niños. “Comenzamos a hacer rondas en Plaza de Mayo. Somos las nuevas Madres de Plaza de Mayo con las fotos de las desaparecidas, y de los nenitos y nenitas desaparecidos”.
Madres Víctimas de Trata fue formalizada en 2015 como ONG y hace poco pudieron comprar una casa gracias a la campaña del influencer Santiago Maratea. Allí asisten a las mujeres rescatadas y además tienen un comedor que alimenta a personas necesitadas de la zona y prestan apoyo escolar a las niñas y niños del barrio.
“Nosotros ponemos contención psicológica para las chicas rescatadas. El Estado no brinda nada. Si las chicas son menores y los padres no tienen obra social las mandan al Hospital Tobar García y ahí están junto a chicas con enfermedades mentales graves y tienen que convivir. El problema es que a los tres meses la psiquiatra les tiene que dar el alta porque se como se votó la ley de Salud Mental no pueden estar más tiempo y nos toca llevarlas a otro lugar para que sigan el tratamiento. Que las víctimas tengan que cambiar de psicóloga, con quienes lograron tener un vínculo, hacerlas volver a cero, a contar todo lo que vivieron es uno de los tanto flagelos que les hacen vivir”, lamenta y pide que de una vez sean asistidas como corresponde.
También cuestiona el accionar estatal por no tomar las denuncias de trata de personas cada vez que las mujeres son rescatadas. “Los inspectores dicen que es un caso de trata porque el proxeneta le dice a las chicas, de entrada, que van 50 y 50, y ellas lo creen, pero con el tiempo se dan cuenta de que están encerradas, que no tienen un peso y que nunca vieron la plata. Nadie puede cobrar por una chica en un prostíbulo si lo hace es trata, pero eso la Oficina de Rescate y Acompañamiento no lo ve. Por esto es que nos cuesta revertir cada causa que al no ser considerada como trata de personas termina en un juzgado ordinario. ¡Es un asco la Oficina de Rescate y Acompañamiento!”.
Actualmente, la ONG que cumplió 30 años el 30 de septiembre, empuja las causas que están archivadas. “¡Son muchísimas! Algunas son el caso de Camila Sinaí, Natalia Costa, Andrea López, Fernanda Aguirre, Sofía Herrera, Guadalupe Lucero, en San Luis. Esta la menciono porque es actual y nos ofrecimos a ayudar, pero quedó Susana Trimarco. En este caso, fíjate que el Servicio de Inteligencia puso a todas las fuerzas a buscarla en los montes y eso es un cachetazo a las madres, es una burla. ¡Si a una mujer le tapan la boca y la secuestran no las van a tirar en un monte! ¡Están en un prostíbulo! Si es menor está haciendo pornografía infantil y no allanaron un solo prostíbulo en San Luis.... A los chicos que secuestran los tienen haciendo pornografía y los violan hasta la muerte, y eso no aparece ningún lado”.
Para Margarita, “el Estado es cómplice, el Estado es proxeneta. Esto es terrorismo de Estado. Ellas son desaparecidas en democracia, que es mucho más grave que los desaparecidos en dictadura porque ya sabemos lo que fue capaz de hacer la dictadura, pero esto pasa en un estado de derecho. Las madres queremos que nos escuchen, que nos dejen de hablar, que nos acompañen y colaboren, aunque compartiendo nuestros reclamos en las redes porque tenemos 50 casos de pedofilia en Tucumán y Córdoba, cuatro casos de pedofilia en Chubut y otros casos en Santa Fe, Misiones y Chaco”.
Durante la cuarentena, la ONG asistió y asesoró legalmente a las víctimas y familiares de víctimas de trata. Entre ellas, a Silvia González, una madre que pudo recuperar a su hija, “pero, luego de 7 años, continúan a la deriva de los tiempos judiciales argentinos”, aseguran.
También, se presentaron como Amicus Curiae en varias causas, entre ellas, contra el pedido de libertad condicional de la referente de Asociación de Mujeres Meretrices Argentinas (AMMAR) Mar Del Plata, María López Villagra, quien fue detenida por cometer el delito de explotación económica de la prostitución ajena.
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