Lev Davidovich Bronstein, más conocido como León Trotsky fue, según escribió el italiano Curzio Malaparte al abordar la Revolución Rusa, “el táctico del golpe de Estado en octubre de 1917″. A Lenin, en su obra llamada Técnica del golpe de Estado, le asignaba el rol de “estratega de la revolución bolchevique”.
En 1929, Trotsky fue expulsado de la Unión Soviética. En su exilio forzado deambuló por varios países, hasta que que el presidente mexicano Lázaro Cárdenas lo invitó personalmente a vivir en ese país. Se instaló en el Distrito Federal, donde al principio vivió en la “Casa Azul” de la pareja de pintores formada por Diego Rivera y Frida Kalho. Más adelante se mudó a una casa amurallada, también en la zona de Coyoacán. Su actividad intelectual estaba enfocada en combatir a José Stalin, líder supremo de la URSS, que seguía sus pasos para matarlo.
En 1939, Stalin y Lavrenti Beria (el jefe del NKVD, la policía secreta soviética) ordenaron al jefe del Departamento de Operaciones Especiales concretar la “Operación Pato” (“Utka”): “Hay que acabar con Trotsky este año, antes del inevitable comienzo de la guerra… usted dependerá directamente del camarada Beria y de nadie más, pero será el único responsable de esta misión”.
En mayo de 1940, con la colaboración del Partido Comunista de México, se realizó un primer atentado que fracasó, en el que intervino el muralista David Alfaro Siqueiros. El 20 de agosto de 1940 los asesinos lograron infiltrar en la casa de Trotsky al catalán Jaime Ramón Mercader del Río, quien lo hirió gravemente en la cabeza con un piolet (una piqueta de montañismo) y al día siguiente, murió tras horas de coma y convulsiones. Mercader había logrado la confianza de Trotsky haciéndose pasar por Jacques Mornard, con un pasaporte robado por los servicios soviéticos en España y habrá de entrar a la casa de la calle Viena aparentando ser el novio de la estadounidense Sylvia Agueloff, la secretaria privada de Trotsky. Frente al asesinato, el presidente Lázaro Cárdenas afirmó: “Es un crimen deshonroso para los que lo inspiraron e infame para los que lo perpetraron”. Según los diarios mexicanos, el 23 de agosto alrededor de trescientas mil personas acompañaron el ataúd que contenía sus restos hacia el lugar del crematorio.
Una partida judicial mexicana, con fecha 27 de junio de 1944, señala que el hombre fue condenado a 20 años de prisión por “asesinato con alevosía, ventaja y premeditación” y que “por reparación del daño pague la suma de $ 3.485”. La partida 94/41 no identifica a Mercader por su verdadero nombre sino por el de “Jacques Mornard Vandendresched o Frank Jackson”. En ese momento, la identidad del asesino era un gran enigma y sólo en 1953 se supo la verdad.
Ramón Mercader cumplió su larga condena en la prisión de Lecumberri, conocido como el “Palacio Negro”. Gran parte de la condena estuvo en la celda Nº 27, en la que era visitado por innumerables personas. Ya no es un secreto que hasta la actriz española –en ese momento muy joven—Sara Montiel (obtuvo la nacionalidad mexicana en 1951) lo frecuentaba, hasta el punto de sostenerse que mantuvieron una relación íntima. Sin embargo, estando en prisión, se casó con la bailarina mexicana Roquelia Mendoza. Con el paso del tiempo se lo privilegió al autorizarle tener en su celda una radio para su uso particular y luego un aparato de televisión. Los diferentes testimonios aseguran que fue un preso modelo y trabajador.
Stalin intentó, en diferentes ocasiones, liberar a Mornard a través de la “Operación Gnomo” pero todos los esfuerzos se frustraron. La condena de Ramón Mercader se cumplió en 1960 y a pedido de los soviéticos los trámites de su partida de México, su paso por La Habana, hasta su llegada a Rusia, fueron responsabilidad de la Inteligencia checoslovaca. El plan general se fue adaptando a las circunstancias pero lo real y concreto era que los soviéticos lo querían cuanto antes en Moscú.
La primera directiva secreta al agente checoslovaco en México está fechada el 14 de marzo de 1960, y dice: “Como Ud. sabe, en los próximos días se excarcelará a Mornard. La importante y extraordinaria tarea será la de asegurar que tenga una partida segura desde México hacia la República Checoslovaca, sobre todo porque los trotskistas mexicanos tienen la intención de quitarle la vida. Basándose en lo antedicho, los compañeros soviéticos se dirigieron a nosotros con el siguiente pedido:
1-Visitar al ministro del Interior mexicano, Gustavo Díaz Ordaz, e informarle, de forma confidencial, que Mornard es ciudadano checoslovaco y que tiene permitida la llegada a la República Checoslovaca y su posterior residencia. Hacer referencia de la información sobre su pronta excarcelación a los parientes de Mornard y decirle a Ordaz que, con el objetivo de asegurarle la máxima seguridad a Mornard, la Embajada de Checoslovaquia solicita que se lo traslade desde México en un barco soviético, que se espera que llegue a México el 20/03/1960…
2- Si Ordaz no llegara a estar de acuerdo con que Mornard parta en un barco soviético, decirle que la Embajada de Checoslovaquia hará todo lo que sea necesario para conseguir una visa de tránsito cubana para Mornard, para que pueda salir de México y volar a Cuba escoltado personalmente por un funcionario diplomático de la embajada, en un avión de aerolínea mexicana o cubana”.
“El funcionario de la Embajada de la Unión Soviética en México asignado al caso le informará sobre la fecha de la visita, así como sobre el contenido de la reunión y todos los detalles relacionados con el caso. Se contactará con usted, diciéndole que le envía saludos del camarada Mašek. Usted no haga nada por su cuenta sin consultarlo con él.”
Esta primera directiva confirma el grado de dependencia del servicio checoslovaco a su “patrón” del Pacto de Varsovia y su servicio en la Lubianca (sede del NKVD, más tarde KGB), al que habrá de someterse el inteligencia castrista. En el informe se ordena tomar contacto directo con el ministro del Interior mexicano, más conocido como Secretario de la Gobernación.
Los trámites se llevaron a cabo ante el gobierno de Adolfo López Mateos en la que su secretario de la Gobernación era Gustavo Díaz Ordaz Bolaños, más tarde presidente de México, entre 1964 y 1970. Lo sorprendente será que en años posteriores Díaz Ordaz aparecerá como informante de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los EE.UU. bajo el nombre clave de “Litempo-2”. No sería el primero ni el último: como “Litempo-8” aparece su sucesor, el presidente Luis Echeverría Álvarez. La pieza clave en la relación México-Cuba fue “Litempo-4”, Fernando Gutiérrez Barrios (“Don Fernando”), alto oficial de la seguridad política, ex funcionario del partido PRI, y ex jefe de varios agentes montoneros argentinos que vivieron en México durante la dictadura militar (1976-1983).
El 19 de abril de 1960, cumpliendo la orden de la cancillería checoslovaca y de la “Central” del Servicio de Inteligencia, el capitán Kvita “Peterka” fue enviado a La Habana para tratar varios asuntos con algunos de los representantes más importantes del gobierno cubano. Dentro del marco de su misión debía conocer el ambiente oficial y ayudar a encontrar en La Habana un edificio para la embajada de Checoslovaquia, apropiado al máximo desde el punto de vista de la seguridad. Con el apoyo de Flavio Bravo, el camarada “Julio”, en la medianoche del 26 de abril, “Peterka” se encontró con el ministro de Defensa, Raúl Castro, en la sede del Estado Mayor del ejército revolucionario cubano.
La siguiente directiva que guarda el archivo de la “Central” de Praga llegó de Moscú y lleva fecha 26 de abril de 1960. El texto del documento revela: “Les solicitamos que envíen inmediatamente instrucciones para Fuchs (delegado en México, capitán “Dominik”) y Kvita (capitán “Peterka”), quienes se encuentran en Cuba, para que tramiten con las autoridades cubanas el otorgamiento de la visa de tránsito para Mornard (Mercader), quien, una vez recibida la visa, viajará desde México a Cuba en avión y desde Cuba a Rusia en un buque soviético”.
“También se deberá acordar con Raúl CASTRO el tema de la seguridad de MORNÁRD en Cuba. De requerirlo, el representante de TASS en Cuba, ALEKSEJEV (Alexeiev), ex jefe de la base KGB en Buenos Aires y embajador soviético durante la crisis de los misiles (octubre de 1962) podría ayudar a coordinar el encuentro con Raúl Castro”.
El próximo documento tiene una redacción coloquial, aunque terminante. Se lo instruye al “camarada” capitán Eduard Fuchs, alias “Dominik” en México, el día 26 de abril de 1960: “Viaja a la mayor brevedad posible por avión a La Habana, de la forma más inmediata; comunícate con la ayuda de Peterka o del representante de TASS, Alexejev (Alexeiev) con Raúl CASTRO y trata con él los siguientes temas: a) Infórmale que en estos días lo excarcelarán en México al ciudadano checoslovaco GNOMO (Ramón Mercader) y que estamos en plan de asegurar su partida desde México a Cuba por avión, continuando desde Cuba en un buque a vapor soviético; b) Pídele a CASTRO que, en este sentido, emita una visa de tránsito para GNOMO. En cuanto GNOMO sea excarcelado, te designo a ti para que lo acompañes en el trayecto en avión a LA HABANA y que lo escoltes personalmente en Cuba hasta que embarque en el buque a vapor soviético. Confírmame la recepción de este mensaje cifrado e infórmame continuamente sobre la evolución de la operación”.
El 3 de mayo, durante la noche, tuvo lugar en el Estado Mayor cubano otra reunión. En esta ocasión, “Peterka” fue acompañado por su colega de México, el capitán Eduard Fuchs, (“Dominik”), que agradeció a Raúl Castro la ayuda cubana durante la “Operación Gnomo”. Pocos días más tarde, en la víspera del feriado nacional checoslovaco, el 8 de mayo, entre las 16 y las 23, se concretó un nuevo encuentro con Raúl Castro en el que participaron, entre otros, Osvaldo Sánchez (alias “Rafael”, fue el enlace entre el comunismo y Castro en la Sierra Maestra, instruido en la URSS) y Fabián Escalante Font (miembro del G-2 castrista). El oficial “Peterka” informó que “nuevamente comprobamos que los funcionarios cubanos guardan grandes simpatías hacia la Unión Soviética, Checoslovaquia, República Popular de China y todo el campo socialista, del cual esperan, ante todo, una ayuda en su difícil lucha”. Al día siguiente “Peterka” viajó a México junto con el capitán Fuchs (“Dominik”).
Tras este informe, la secuencia nos lleva a otro, con fecha 11 de junio de 1960, en el que el coronel Miller, jefe de la 1ª Administración del Ministerio del Interior, le informa al “camarada Ministro del Interior” Rudolf Barák los trámites finales de la partida de GNOMO de México tras las negociaciones formales con el “viceministro del Interior mexicano, Echeverría”. El último trayecto de la Operación fue relatado así: “A las 07:00 de la mañana salimos del departamento (en La Habana) y caminamos unas calles a pie, allí nos esperaba el subjefe de seguridad cubana, el comandante PIÑEIRO, en su vehículo particular. Luego de controlar todo y de estar custodiados por otro vehículo, nos llevó unos 40 km fuera de La Habana, a un puerto más pequeño, MARIEL. La entrega de GNOMO al barco comercial soviético “Sretensk” transcurrió de la siguiente manera: Ante los órganos aduaneros cubanos, se fingió que el comandante PIÑEIRO, en representación personal de Fidel CASTRO, iba a realizar una visita de cortesía al barco soviético, que transportaba azúcar que había comprado la Unión Soviética. En el barco entrarían unas 15 personas, que verdaderamente lo visitaron... La ropa de GNOMO ya había sido transportada al barco con una etiqueta donde decía que se trataba de un regalo personal de FIDEL para el capitán del barco. Además de la tripulación, en el barco nos esperaba otro camarada soviético, de nombre KOSAREV, que ofició de traductor durante la visita al navío e hizo la conexión entre ALEXEIEV y el capitán del barco. Él también nos aseguró que todo estaba bien preparado y que GNOMO sería trasladado con toda seguridad a un terreno seguro. Al despedirse, GNOMO nos agradeció sinceramente por la ayuda.”
“Características generales de GNOMO” (Mercader): “De las conversaciones con él, y por toda su forma de actuar, era evidente de que se trata de una persona de fuerte individualidad personal, extraordinariamente inteligente, lleno de energía vital e ímpetu. Está comprometido con nuestros objetivos. Se interesó fervorosamente por los acontecimientos políticos, aunque estaba informado solamente por la prensa diaria mexicana, el único medio que se podía conseguir en la prisión”. “Personas que tomaron conocimiento con la operación (en Cuba): Raúl CASTRO, Ramiro VALDES (jefe del G-2), comandante PIÑEIRO (alias “Barbarroja”, luego coordinador de los movimientos terroristas en América), Osvaldo SANCHEZ, ESCALANTE, del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, 3 miembros de la seguridad personal de Raúl CASTRO y 2 colaboradores de SANCHEZ, miembros de confianza del partido. Desconozco sus nombres.”
En Moscú Mornard-Mercader pasó a llamarse Ramón Ivanovich López y fue condecorado por el jefe del KGB, Alexander Shelepin, con la “Estrella de Héroe de la Unión Soviética”, la Orden de Lenin y Medalla de Oro. Allí se reencontró con su esposa Roquelia y su hija Laura Mendoza. También lo esperaba su hermano Luis. Habrá de gozar de un status superior. Tenía un departamento de cuatro habitaciones, uso de una dacha y auto particular. Además recibía una pensión de alto oficial del KGB.
Sin embargo, a pesar de los beneficios, no tenía una vida normal. No hablaba ruso y sus amistades eran muy limitadas. Por lo general era a muy pocos españoles a los que no decía su verdadera identidad. En un momento ayudó a Dolores Ibarruri, “la Pasionaria”, a escribir la historia del comunismo durante la guerra civil española. Más tarde le pedirá al dirigente comunista español Santiago Carrillo que lo ayude a volver a España, tras la muerte de Francisco Franco. El líder comunista lo instará a escribir unas memorias sobre su tiempo y el asesinato de León Trotsky. Mercader entendió que no podía, ni debía, escribir sobre ello. Es como si alguien le hubiera pedido al propio Carrillo que relatase la feroz matanza de los comunistas en Paracuellos de Jarama (a fines de 1936). En uno de los tantos testimonios de ese encuentro, Carrillo dirá que Mercader parecía “un hombre derrumbado que había perdido la juventud, la vida y estaba aislado”.
Harto de la vida que llevaba en Moscú, le escribió una carta a Fidel Castro pidiendo vivir en Cuba donde ya vivía su esposa. Fidel, tras consultar con Moscú, aceptó y Mercader y Roquelia se reencuentran en agosto de 1974. Casi al mismo tiempo su madre Caridad trabajaba en la embajada cubana en París, bajo la atenta mirada del embajador Harold Gramatges, un afamado músico cubano, y murió en 1975.
En La Habana, Mercader-Mornard-López vivió con su familia en el barrio de Miramar con grandes comodidades bajo el cargo de “asesor de instituciones penitenciarias”. El 19 de octubre de 1978, murió como consecuencia de un cáncer de huesos. Sus cenizas fueron llevadas a Moscú y depositadas en el cementerio de Kúntsevo cerca de otro espía extranjero del KGB: el británico Harold Adrian Russell Philby, más conocido como “Kim” Philby.
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