Le salvaron la vida a su mujer, y en agradecimiento reparó y pintó el hospital de Chascomús

Olga estuvo un mes en terapia intensiva luchando por su vida a raíz del coronavirus. Se recuperó y su marido -que es albañil y tiene una constructora- puso en valor el centro de salud local pagando todo de su bolsillo: “Fue mi manera de devolver todo lo que hicieron por nosotros”

Olga y Juan Carlos llevan tres décadas junto se conocieron en la calle, y ella lo invitó a salir

Juan Carlos Matto (57) habla de corrido, está contento. Un mes atrás vivió una verdadera pesadilla, pero que tuvo un final como en los mejores sueños. A Olga, su esposa hace 30 años, la habían dado prácticamente por muerta luego pasar quince días en coma batallando contra el COVID-19.

“El director del hospital de Chascomús vino a avisarme que me prepare para despedirme porque las chances de sobrevida eran muy pocas”, le cuenta a Infobae emocionado. Entonces, reunió a la familia. “Llamé a mis dos hijos, a mis nueras y a mis nietos, que viven en Ushuaia, para que estén cerca”, agrega.

Para los que creen en los milagros, algo de eso ocurrió. A los pocos días, Pastora Olga Almirón (60) revirtió su cuadro y le ganó al coronavirus. “Dios tenía otros planes para mí”, dice feliz desde su casa, donde aún continúa con el proceso de rehabilitación. Pero Juan Carlos, la interrumpe. “Sos una luchadora, negrita, y te salvaron la vida los médicos”.

En un conmovedor gesto de agradecimiento, Juan Carlos no dudó en hacer su aporte con la institución que cuidó de la salud de su esposa. “Noté que la fachada estaba algo deteriorada, entonces le propuse al director, el Doctor Rodriguez, donarle todos los trabajos de albañilería y pintura que necesitaba el edificio. Era mi modo de aportar mi granito de arena”.

Los trabajos de limpieza con hidrolavado en la contrafachada de Hospital de Chascomús

Juan Carlos es dueño de una empresa constructora en Chascomús. Es albañil desde los 13 años, aprendió el oficio de su padre en el Paraguay. Emigró a la Argentina en busca de mejores condiciones de vida en 1982 con apenas un bolso. Desde cero fue ganando clientes.

Las tareas en el Hospital de Chascomús, recientemente ampliado con una sala de Pediatría, se iniciaron los primeros días de agosto. “Empezamos con la limpieza de las paredes del exterior usando la hidrolavadora. Después se pasó a las tareas de albañilería, de masillado de grietas y finalmente la pintura para devolverle el color. En total fueron casi cuatro semanas de jornadas de seis horas”, detalla.

La puesta en valor entre los materiales y de mano de obra tuvo un costo para Juan Carlos de 400.000 pesos. “Soy un tipo humilde. Todo lo que gané lo hice trabajando. No espero nada de nadie. En el hospital hicieron una tarea increíble, ahora me tocaba a mí”.

El resultado fue celebrado tanto por el personal de salud como los vecinos y la municipalidad. Una vez en casa, Olga siguió de cerca las obras. “No me animo a bajar porque me moviliza visitar el hospital. Espero no tener que volver más. Así que le pase con el auto y vi que quedó hermoso”, resalta.

El frente nuevo de Hospital Municipal de Chascomús

Si bien Olga es una sobreviviente, el virus le dejó fuertes secuelas en el cuerpo. “Ya camino sola, aunque me cuesta levantarme de la cama. Tengo dificultad para respirar, y hay días que me duele bastante la garganta”, señala.

La familia Matto-Almirón no sabe como el virus se coló. Pero Juan Carlos sospecha que fue él quien lo trajo al hogar. “Tuve que viajar por trabajo a Buenos Aires a fines de abril y allí mantuve una reunión con seis personas. En un momento tome agua, me quite el barbijo…”, relata. A los tres días empezó a manifestar síntomas compatibles con la enfermedad.

Ambos se hisoparon y dieron positivo. Juan Carlos se sintió muy mal durante una semana y luego su cuadro mejoró. Cuando se estaba recuperando, Olga comenzó a presentar insuficiencia respiratoria. “La llevé a la guardia porque estaba con muy baja saturación, así como entró salió un mes más tarde... casi la pierdo”, recuerda.

Olga, que no tenía enfermedades preexistentes, desarrolló neumonía bilateral. Pasó por terapia intermedia, y finalmente debieron intubarla. “Quería ir a verla y no podía entrar por el protocolo. Esos fueron los días más angustiantes“, admite. Tanto la familia como los médicos estaban a la espera de un milagro, que se dio.

Treinta y tres días más tarde, Olga volvió a su hogar en Chascomús. Había perdido 16 kilos, y no podía caminar, y hablaba muy poco debido a la traqueotomía.” Llegué en silla de ruedas, en casa me esperaba otra larga batalla”, dice.

Resiliente y con una hinchada conformada por su marido, hijos y nietos, Olga poco a poco vuelve a su rutina habitual. “No es tarea sencilla continuar con mis sesiones de kinesiología. Este virus casi me mata, pero esta es mi revancha y quiero disfrutarla”.

Juan Carlos sigue con sus obras por Chascomús, y no duda en colaborar con los que necesiten. “Este país me dio todo. No soy rico pero tengo trabajo, salud y a mi familia, así que solo me queda agradecer “.

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