Triunfo póstumo de Napoleón en París: su icónico sombrero fue subastado en 1,2 millones de euros

A doscientos años de su muerte, Bonaparte sigue fascinando. El bicornio que usó en la campaña de Prusia y Polonia fue subastado por la filial de la casa Sotheby’s en la capital francesa

Napoleón Bonaparte murió en la isla de Santa Elena el 5 de mayo de 1821, hace dos siglos. Ahora, el bicornio que volvió universalmente reconocible su silueta fue subastado por la casa Sotheby’s en París y adquirido por un ciudadano estadounidense por 1,2 millones de euros. Había sido valuado entre 500 y 700 mil euros. El precio pagado es el segundo más alto para una pertenencia del Emperador. Otro bicornio de Napoleón había sido subastado por 1,8 millones de euros en 2014.

El sombrero subastado fue usado por Bonaparte entre 1806 y 1807, en las batallas victoriosas de Jena, Friedland y Eylau y durante la firma de los tratados de Tilsit (1807).

Fabricado en fieltro negro con pelos de castor y adornado con la escarapela tricolor (azul, blanco y rojo, los colores de la bandera francesa) y con un doble lazo de seda negra sostenido por un botón, este es uno de los 19 bicornios que han sido autenticados como pertenecientes a Napoleón, que en vida usó más de 100. El recién subastado es uno de los pocos que conservó el forro interior de seda acolchada.

El sombrero subastado. Durante dos siglos, estuvo en poder de un político escocés (Sotheby's-Art Digital Studio)

El sombrero se encontraba en poder de un político escocés, Michael Shaw Stewart, que lo adquirió en 1814 en el palacio Brühl-Marcolini en Dresde. “Lo considero una de las cosas más curiosas e interesantes de poseer y no ahorraré en cuidados ni gastos para traerlo a casa a mi regreso”, escribió Shaw Stewart en su diario, según el sitio especializado Connaissance des Arts. El bicornio permaneció en su familia, de generación en generación, hasta 2015 cuando fue vendido por 450 mil euros en una subasta en la casa Christie’s en Londres.

Es entendible la fascinación de los coleccionistas: el sombrero es el signo más distintivo de Napoléon, inseparable de su figura.

El próximo 27 de octubre, otro bicornio de Bonaparte será también subastado, en este caso por la casa Bonhams. Con un extra: en el sombrero se habrían encontrado dos cabellos que llevan la huella del ADN del Emperador

El bicornio usado por Napoleón que subastará la casa Bonhams en Hong Kong, China (REUTERS/Tyrone Siu)

Napoleón Bonaparte es el francés más célebre de todos los tiempos y sobre el que más se ha escrito. Pese a los intentos de los cultores de la cancel culture, en nombre de la diversidad, de estigmatizarlo como genocida y esclavista, es difícil negar su rol en la difusión de los valores de la igualdad. Recordemos que fue Bonaparte el primero en promover a hombres del pueblo por sus solos méritos. Bajo su mando, muchos plebeyos se convirtieron en generales, gobernadores y hasta reyes. Imperdonable.

En Francia, hubo enojo ante la actitud dubitativa del Gobierno sobre si festejar o no el Bicentenario y en qué medida.

“Podríamos recordar que Napoleón, oscuro subteniente, surgió de la conscripción masiva decretada por la Convención - escribió por ejemplo el ensayista y educador Jean-Paul Brighelli, cuando fue necesario salvar al país de los invasores que se apretujaban a nuestras puertas y de los conspiradores que minaban la Revolución desde adentro. Es significativo que el Gobierno dude en celebrar a Napoleón. No por lo que fue, sino por lo que puede representar hoy: un hombre que unificó a Europa bajo su liderazgo”.

Napoleón Bonaparte

Muchos políticos franceses se dejan intimidar por el lobby de la corrección política y el temor a herir la sensibilidad progresista hoy tan de moda. Frank Ferrand, escritor que conduce un programa de radio especializado en historia, cree que este debate dice más sobre el presente que sobre el pasado: “Napoleón es nuestro exacto contrario: lo que ya no somos y más aún lo que no queremos ser, prefiriendo las delicias de la servidumbre a las servidumbres de la grandeza”.

En Francia, y en el mundo, existe un evidente doble rasero si pensamos que la Revolución Francesa es venerada, estudiada y hasta sacralizada –obviando sus crímenes- mientras el hombre que salvó y consolidó el grueso de sus logros es olvidado y vilipendiado. O responsabilizado excluyentemente de lo negativo de aquel proceso.

Napoleón en Egipto

Las guerras napoleónicas, aunque se las llame así, no fueron todas provocadas por Napoleón ni por Francia; además, vale recordar que quienes lo combatieron defendían al Antiguo Régimen y a las monarquías absolutas. El “relato” británico sobre esta etapa de la Historia obvia siempre el hecho de que Londres se alineó con la reacción, al respaldar y defender a las más rancias coronas europeas. El resultado político de Waterloo fue la restauración en el trono de Francia de los decadentes Borbones. Los franceses necesitaron varias revoluciones más para finalmente instaurar la República.

Napoleón no hizo sólo la guerra. Hizo grandes cosas en el plano civil, político e institucional. “Su legado está a la vista -escribió Agnès Poirier, cronista especializada en temas históricos-: desde la ‘N’ que adorna casi todos los puentes de París y monumentos de Francia hasta los 2.626 liceos en todo el país. Le debemos el Código Civil, el bachillerato, pero también la estructura administrativa, judicial y educativa en Francia y en muchos otros países. Napoleón logró poner fin a la Revolución Francesa manteniéndose en una gran medida fiel a ella, consolidando los ideales de 1789. También se involucró en guerras para proteger a la Francia revolucionaria contra una coalición de monarquías europeas dirigidas por Gran Bretaña”.

Su silueta característica, con el bicornio negro calzado al revés, el abrigo gris y la mano derecha oculta en el chaleco, lo vuelven el personaje más reconocible en el mundo entero.

La inconfundible silueta de Napoleón. Estatua ecuestre de Charles-Pierre-Victor Pajol (1812-1896), realizada en 1867 en recuerdo de la batalla de Montereau. Está emplazada en Montereau-Fault-Yonne, Francia. (Foto archivo: REUTERS/Sarah Meyssonnier)

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