“Un día llegó mi primer auto”, escribió Jonathan Baquer (29) en su cuenta personal en las redes. El texto iba acompañado de una foto del joven que posaba junto a su vehículo y además un video que conmovió a los usuarios.
En las imagen se puede ver como Jonathan conduce su auto por las calles de Allen, en Río Negro, y se dirige a la puerta de una casa con rejas. Toca la bocina, y por la puerta sale su madre, Inés Royan (53). Sorprendida, ésta no puede contener su emoción y se funden en un abrazo largo entre lágrimas.
Jona -como le dicen todos- es el menor de tres hermanos. Hasta los cuatro años tuvo contacto con su padre biológico, luego este los abandono por lo que fue criado por su madre, y su abuela Delia (73). En su casa nunca le faltó nada, pero tampoco sobró. “Vivíamos los cuatro en una casita de atrás, en el mismo terreno. Ella se ocupaba de llevarme al colegio y darme de comer, mientras mi mamá salía todos los días a trabajar para que tuviéramos todo ”, le cuenta el joven a Infobae.
La primera persona con la que quiso compartir su meta fue su madre. “Vine a ver a mi mamá para darle mostrarle que si se puede como ella bien me enseñó. Días antes habíamos hablado que este año iba a tener mi auto propio, y lo hice”, detalla.
Jonatan es un ex patinador y viajó por el mundo con el seleccionado argentino. Como varios atletas, gran parte de su carrera fue autofinanciada. Empezó desde los seis años en un club local, y fue creciendo hasta ganar el reconocimiento internacional. Pero el dinero no era suficiente. Meses antes de la pandemia decidió dejar su pasión a nivel profesional para poder tener otras actividades que le permitieran un futuro económico.
Con un sueldo de profesor de patinaje y otras actividades que encaró durante la pandemia, como por ejemplo vender sorrentinos caseros (de jamón y queso, pollo, y verdura) que él mismo preparaba, logró juntar el dinero para comprarse el auto. “La prioridad era techar la casa que tengo en el terreno de lo de mi abuela en Allen, pero todos los días viajaba tres horas para poder dar clases, precisaba movilidad”, destaca.
Con algo de ahorros y un poco de ayuda de su familia, el joven se convirtió en dueño de un automóvil modelo 2014. El domingo pasado, lo estrenó. “Primero fui por mi madre, y después llevé a Delia a Cipoletti... ella me llenó el tanque de nafta..”
Jona, más allá de la satisfacción propia, gano calidad de vida. “Reduje el tiempo al trabajo a la mitad, de tres a una hora y media”.
Soñador, no baja los brazos y va por su próxima meta: “terminar mi casita. Ya están puestos los ladrillos, sé que falta menos. Solo tengo que hacer el último esfuerzo”. Tiene todo el apoyo de su clan de mujeres, que son su ejemplo: “Mi abuela ya compró las primeras chapas, siempre está pendiente de nosotros y trata de aportar su granito de arena”.
Desde hace unos días disfruta de su nueva vida. “Estoy feliz que todo lo que me propongo lo logro. Sacó de mi vida todo lo negativo y me rodeo de buenas energías. Me emociona que me puedan ver progresar porque ellas me enseñaron de que con trabajo y sacrificios todo es posible”.
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