San Martín y Remedios, una boda a pesar de una suegra hostil y un novio despechado que se hizo matar por amor

El 12 de septiembre de 1812 se casaron en la Catedral de Buenos Aires. El enlace tuvo de todo: la madre no quería a un militar desconocido para su hija, del que sospechaban por su fuerte acento español. Pero la joven se enamoró y rompió un compromiso anterior para estar con él

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José de San Martín y
José de San Martín y Remedios de Escalada. El de 34, ella de 15. Se conocieron en marzo de 1812 y en septiembre se casaron.

Cuando los ingleses invadieron Buenos Aires en 1806 y 1807 muchos jóvenes se enrolaron como voluntarios en los distintos cuerpos de milicia que se armaron a las apuradas. Gervasio Antonio Josef María Dorna, de 16 años, fue incorporado a la quinta compañía del segundo batallón de la Legión de Patricios Voluntarios Urbanos de Buenos Aires, que sería conocido como el Regimiento de Patricios. Al tiempo recibió los despachos de subteniente y le solicitó a Santiago de Liniers el grado de teniente, en premio a sus servicios y sin sueldo, petición a la que el virrey accedió.

El papá de Gervasio era un andaluz influyente y de recursos en Buenos Aires, y poseía grandes extensiones de tierra en San Miguel del Monte. Aspiraba a que su hijo se ocupase en administrar los campos. Pero el muchacho tenía otros planes. Cuando no era requerido por la milicia, trabajaba en el comercio. Había instalado una tienda en la calle de Santo Domingo gracias a un préstamo de una de sus tías. El local, donde se podía adquirir telas, ropas y armas, lo inauguró el 12 de abril de 1812.

Gervasio necesitaba hacerse de una posición porque estaba enamorado. Se había comprometido con la joven Remedios, una adolescente descripta como “una niña no muy alta, delgada y de poca salud”. Había nacido en la ciudad de Buenos Aires el 20 de noviembre de 1797 en la casa familiar de Hipólito Yrigoyen y Defensa, conocida como los Altos de Escalada, y que con el correr de las décadas sería uno de los primeros conventillos porteños. Su padre, Antonio José Escalada con su primer matrimonio (enviudó de Petrona Salcedo) tuvo tres hijos: María Luisa, María Eugenia y Bernabé. En 1788 se casó con Tomasa de la Quintana y agrandó la familia: Manuel, José Ignacio, María de las Nieves, María de los Remedios y Mariano.

La vida de Gervasio cambió cuando en marzo de 1812 atracó en el puerto la fragata George Canning, que trajo a bordo a personajes que harían historia. Uno de ellos era José de San Martín, un teniente coronel de caballería nacido en Yapeyú y que desde los seis años vivía en España, donde se educó y donde había peleado en el ejército de ese país.

La firma del joven Gervasio
La firma del joven Gervasio Dorna, el otro protagonista de esta historia.

San Martín traía en su mente el plan de liberar América. Pero en Buenos Aires no conocía a nadie. Fue Carlos María de Alvear quien lo introdujo en la sociedad porteña y le presentó a personalidades influyentes de la política local, entre ellos Antonio José Escalada, que por entonces vivía en una casona en San Martín y Perón.

A todos les llamaba la atención ese hombre alto, flaco, morocho, de fuerte acento español, de conversación agradable, a quien nadie conocía.

El militar, de 34 años fue presentado a Remedios, de 14, y la chica se deslumbró. Para el papá, ella era su debilidad y no opuso demasiada resistencia cuando la niña le pidió romper el compromiso con Gervasio.

La que no quería saber nada con esta unión era la madre de la chica, Tomasa de la Quintana, a quien nunca le cayó bien San Martín. Para ella era “el soldadote” o “el plebeyo”. Y parece que la antipatía era mutua. En una cena en lo de los Escalada, San Martín acudió acompañado de su edecán, a quien enviaron a comer a la cocina. Y él, para mostrar el desagrado, decidió comer con él.

Pero el enlace con una familia tradicional venía perfecto para el militar. Tenía una tarea titánica por delante. Debía, en primer lugar, lograr la organización de un regimiento. La adhesión de las principales familias era importante. Sus futuros cuñados, Manuel y Mariano serían más adelante granaderos. En mayo la pareja se comprometió.

El sábado 12 de septiembre de 1812 María de los Remedios y José Francisco se casaron con la bendición del padre Luis Chorroarín en una sencilla ceremonia en la catedral porteña. Fueron testigos Carlos María de Alvear y su esposa Carmen Quintanilla.

La fiesta fue en la casa de sus suegros. Los recién casados fueron de luna de miel a una quinta en San Isidro, que era de María Eugenia, la hermana mayor de la novia, casada con José Demaría.

Su única hija, Mercedes Tomasa, nació en Mendoza el 24 de agosto de 1816, mientras San Martín se desempeñaba como gobernador de Cuyo. Vivían en una casa que el cabildo local le alquilaba a la familia Delgado. El solar está ubicado en la calle Corrientes 343, de la ciudad de Mendoza, ocupado por años por un taller mecánico. Trabajos arqueológicos dieron con los pisos originales y el lugar luego abrió como museo.

San Martín envió a su esposa y a su pequeña hija a Buenos Aires. Remedios ya tenía problemas de salud, debilitada por la tisis. El le escribió a O’Higgins: “Remedios partió hacia Buenos Aires, pues este país no le probaba. Aquí me tiene usted hecho un viudo”.

Del regreso del Perú, el Libertador supo que su esposa estaba grave. Pero temía ser asesinado. Aconsejado por sus amigos, permaneció en Mendoza. Remedios falleció el 3 de agosto de 1823 a los 25 años en la quinta que la familia tenía en avenida Caseros y Monasterio, en Parque Patricios. Esperó hasta último momento ver a su marido, lo que provocó un profundo resentimiento en la familia, y especialmente de su suegra Tomasa. Ella quedó al cuidado de su nieta.

La tumba de Remedios de
La tumba de Remedios de Escalada, en el cementerio de La Recoleta.

San Martín llegó a la ciudad el 4 de diciembre. Antes de partir al exilio europeo, hizo grabar una placa que se colocó en la tumba de su esposa. “Aquí yace Remedios de Escalada, esposa y amiga del general San Martín”.

Cuando Remedios se casó con San Martín, el joven Gervasio se sintió “desanimado y humillado”, tal como describió Maud de Ridder de Zemborain, biógrafa de Antonio. Aprovechó que su papá era amigo de Manuel Belgrano y el 8 de abril de 1813 partió hacia Potosí, en compañía del mulato Florentino para incorporarse al Ejército del Norte. Encontró a Belgrano en Jujuy y lo nombró ayudante de campo.

En la derrota de Vilcapugio, el 1 de octubre de ese año, Gervasio fue uno de los 300 muertos patriotas. El propio Belgrano firmó el certificado de defunción de ese muchacho que tal vez se hizo matar por amor, por esa frágil muchacha que se había deslumbrado por el soldado alto, flaco, morocho y de fuerte acento español.

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