El año 2000 no nos encontró unidos ni tampoco dominados. Nos encontró descontrolados. Fernando De La Rua llevaba casi un año de gobierno y las cosas empezaban a desmadrarse.
Como es habitual, el país vivía días de agitación política, desvaríos económicos dentro del lisérgico 1 a 1 (1 peso argentino = 1 dólar), sumado a la euforia del cambio de milenio junto a algunas muestras de temor por lo que vendría. Mientras, observábamos la endeblez de un gobierno que a todos nos parecía un barco que se llamaba Titanic con un iceberg a 2 kms de distancia.
En fin, en medio de todo eso una tarde Charly García anuncia el regreso de Sui Generis, a 25 años de su inolvidable despedida con película y todo en el Luna Park.
Los que puedan acordarse de Charly en esos años de fin de siglo estarán de acuerdo en que cualquier cosa podía esperarse de él. Sucedió también que Nito Mestre estaba pasando un momento difícil debido a un accidente automovilístico, lo que motivó que su amigo de siempre se acercara. De ahí a rearmar Sui Generis hubo sólo un suspiro adolescente.
Charly Garcia es uno de esos tipos que toma el pulso social como ninguno, ignoro si es voluntad propia o de dios, pero en cada uno de sus discos cualquiera puede encontrar la más acabada pintura sónica de nuestras historias.
No pinta la aldea, pinta la tribu. Desde Sui Generis hasta su último disco Random, él fue el heraldo que mejor describió la circunstancia de cada una de nuestras épocas. Ante cualquier duda, escuchar “Confesiones de invierno” compuesta en 1973 y “La máquina de ser feliz” de 2017.
Componiendo espacio/tiempo, ese 2000 encontraba a Nito Mestre que terminaba de presentar su disco Colores Puros cuando un accidente lo deja algo maltrecho, en un obligado impasse. Mientras tanto Charly estaba en pleno Say No More, U know what I mean, todavía recibiendo elogios y pálidas al mismo tiempo por su disco “El Aguante”. Lo había grabado entre Miami y Madrid en plan solista, acompañado por amigos de los de siempre y ocasionales, una placa algo despareja, con aportes de Joaquin Sabina, Claudio Gabis y Juanse, que incluía extrañamente una vieja canción de la etapa inicial de Sui Generis llamada “Pedro trabaja en el cine”, que hasta ese momento desconcertó a toda la parroquia. Unos meses después aparece Charly en un noticiero televisivo anunciando el regreso de Sui Generis.
Así, de la nada misma, cinco lustros después de la gloriosa despedida documentada en el film “Adios Sui Generis” nos enteramos de la buena nueva, volvía el dúo más taquillero de la historia de la música argentina cuando nadie tenía idea de encuentros previos al respecto entre Nito y Charly.
Solo sabíamos que Charly había compuesto un tema que se llamaba “El día que apagaron la luz”, muy al estilo de Sui, y que lo había presentado con Nito de invitado en algunos shows en Buenos Aires y en Chile, algo que no llamó demasiado la atención ya que Nito era un permanente invitado en los shows de Charly cada vez que coincidían, así que no le quitaría sorpresa al anuncio de la vuelta de la banda original de ambos.
Rápidamente se acordaron las condiciones del regreso, pero como pasa a veces con esas personas que son pan del día, el destino se torció para el lado inadecuado.
No sé a ustedes, pero yo cada vez encuentro más personas adorables y bien dispuestas, a quienes encontrás un miércoles en el que entre abrazos y sonrisas cómplices quedás en cenar el sábado celebrando el amor y la amistad despidiéndose casi al borde de las lágrimas gruesas de emoción.
Llegado el sábado tocás el timbre de su casa con una botella de buen Cabernet en la mano dispuesto a pasar una velada inolvidable pero te recibe un zapatazo en la cara tirado de lejos seguido de una catarata de malas palabras no necesariamente dirigidas a tu persona, hasta que un portazo en tu nariz da por terminado el encuentro. No obstante unos días después volvés a encontrarte con esa persona, la que entre nuevos abrazos y justificadas disculpas no sabe cómo expresar su incomodidad con lo ocurrido noches atrás. Te invita a almorzar, convirtiéndose en esa persona amable y distinguida que supiste frecuentar. Bueno, hay gente que es así, de esas que pueden echar a perder el mejor plan por un fastidio personal pasajero de alocada intensidad.
No estoy diciendo que alguien en esta historia sea así, pero me vino a la memoria un amigo de Charly al que frecuenté mucho y recuerdo que antes de ir a verlo tenías que averiguar con algún otro amigo en común cómo estaba ese dia, si estaba furioso, deprimido, hermoso o insoportable. Lo cual no hacía de ninguna manera que dejes de quererlo, sólo había que saber esquivarlo a veces.
Cuestión que comenzaron las sesiones de grabación del disco y las cosas no fluyeron como se esperaba. Obviamente Nito y Charly son gemelos de intensidades opuestas, eso a veces hace brillar la fiesta y otras la arruina, en el caso de “Sinfonías para Adolescentes” los altos son bien altos y los bajos bien bajos. Quiero decir, es un disco que por momentos te emociona hasta las lágrimas y en otros te desconcierta de la manera más absoluta.
Se pusieron de acuerdo en que el repertorio constaría de algunas canciones nuevas de Charly, más otras venidas de las primeras épocas del grupo nunca grabadas, el resto serían covers de artistas que los influyeron históricamente.
Pero algo pasó.
Quizás Nito no estaba tan de acuerdo en que la banda de acompañamiento fuera la banda entera de Charly, o el disgusto llegó por la imposibilidad de sacarlo a Charly de la consola cuando había que producir los temas, en una de esas aparecieron chispazos mientras seleccionaban el repertorio, pero el regreso tan esperado terminó siendo poco más que el disco y un par de shows bien grandes, uno en la cancha de Boca Juniors y otro gratis en el parque Sarmiento. Nada de giras nacionales e internacionales, edición de lujo en DVD o documentales del regreso.
Fue eso nomás.
Otro sueño terminado.
Respecto al disco en sí, “Sinfonías para adolescentes” tiene momentos brillantes y bellísimos temas ajenos elegidos con acertado refinamiento. Me atrevo a asegurar que hay una canción en la que ambos coincidieron con entusiasmo, que es el cover de un invencible tema de James Taylor llamado “Her town too”, originalmente trasladado a “Su pueblo también”. Una canción que integra uno de los más bellos discos de los 80´s, justamente aparecido en 1980 y llamado “Dad loves his Work”.
Disco de arreglos relajados en sus melodías, con el bueno de James Taylor en el cenit de su carrera, transitando ese momento cuando ya nada se le discute, cuando todo le suma, el bueno de James desgrana a lo largo del álbum 11 increíbles canciones nuevas. “Dad loves his work” es un disco que influyó inevitablemente a todos los que lo escucharon.
Más de una vez hablamos de esta obra casi maestra con Nito Mestre alabando no solo la voz y las armonías de JT sino también su pluma elevada, letras que están lejos de lugares comunes y frases ya hechas. También abordando temáticas ásperas e incómodas con una sencilla dulzura solo alcanzada por esa garganta inconfundible.
Lo de siempre, jamás es casual que una canción se aleje de las otras para arriba. Lejos del hit o la a veces desenfrenada difusión radial, cada tanto aparecen esas canciones que, terminada su temporada, hasta varios años después de su aparición te das cuenta que nunca dejaron de estar en el menú de todos. Esos temas radiales eternamente hermosos. Siempre hay algo extra que fundamenta el fenómeno.
“Her Town Too” nació de tres tipos que por única vez se juntaron para escribir una canción más allá de haber sido amigos fervorosamente desde siempre. Y obvio que cualquier tema compuesto por tres que se quieren, se respetan, se conocen demasiado y están llenos de talento traspasará fronteras, tiempos, idiomas. Nada se le puede poner enfrente a una gran canción.
Sumemos a eso el amor de Charly y Nito por las bellas canciones y no sorprende que la letra se haga universal. La traducción guarda el profundo espíritu de la lírica original en inglés:
“El tiene miedo de hablar/ Tiene miedo de quien pueda entrar/ El tiene miedo de amar/ No te va a contestar quien viene hoy/ Solo un amigo, un amigo tal vez desapareció/ Alguien que quizás conocés”
La canción la hicieron James Taylor claro, acompañado del lado musical por su parceiro Waddy Watchel, eximio guitarrista y compositor que ha trabajado mucho al lado de Fletwood Mac, Linda Ronstadt, Bob Dylan, Bob Seger, Randy Newman. Él hace el solo en “Saint of Me” de los Rolling Stones, tocó con los Blues Brothers, Warren Zevon, Iggy Pop, Jackson Browne y cien más. Un tipo de lo más divertido a quien conocimos en Buenos Aires siendo el guitarrista de los Expensive Winos de Keith Richards, aún en actividad con una banda que armó en Los Ángeles, van por su tercer disco, se llaman The Inmediate Family.
Acompañando en la letra, el amigo que se sumó es nada menos que J.D. Souther, también conocido como el sexto Eagle en virtud a las estrechas colaboraciones efectuadas a The Eagles, muchas a lo largo de muchos años. “Heartache tonight” y “New kid in town” son de él. Muy cercano a Linda Ronstad J.D. es también actor de exitosas series y películas, aunque bastante alejado de Hollywood.
“Dicen que alguien vió/ Alguien es, alguien no/ Alguien quiere destrozarte./ Yo se muy bien que es amigo del juez/ Pero nena va a traicionarte/ Este era mi pueblo/ Era mi ciudad también./ Alguien sabe lo que pasó/ Alguien te ama, alguien te ama”
Pienso que el verdadero valor de un cover en manos de alguien que sabe escribir sus propias canciones eleva a todos los involucrados, al que la hizo, al que la recrea y al que la escucha por segunda vez. Sobre todo si la segunda escucha corresponde a la primera versión.
¿Qué sabe nadie? Tal vez el sueño Sui Generis aun tiene algo más, las otras canciones del disco están muy a la altura del evento, como también me decía Nito Mestre en una mesa de un bar del centro: “el disco se llama ‘Sinfonías para adolescentes’ porque nosotros nunca dejamos de ser adolescentes, Sui Generis era nuestra banda cuando éramos adolescentes, guardamos ese espíritu siempre adentro nuestro y cuando nos juntamos con Charly surge enseguida solo. Las canciones del disco están hechas con entusiasmo adolescente. Lo bueno es que a esta altura de nuestra vida ya hemos vivido muchas adolescencias, así que sabemos bien de qué se trata”.
Esto es personal también, una de las mejores cosas que me han pasado en la vida es conocer a Nito Mestre, sobre todo por confirmarme que mis sueños de adolescente me prepararon muy bien para una realidad que de otra manera me hubiera pasado por arriba.
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