No hay día en que Gustavo Melmann no piense en su hija Natalia.
El recuerdo puede ser dichoso, como cuando en plena crisis económica de la familia ella salía a vender diarios y llevaba lo que juntaba a su casa. Y alentaba a sus padres. “Todo va a mejorar, todo va a estar bien”, les decía mientras compartían un café con leche.
Pero a veces el recuerdo es tormentoso: Melmann sufre por el calvario que vivió su hija antes de ser violada y estrangulada. Sus gritos de ayuda no escuchados. O su pedido de clemencia ante los asesinos.
Natalia fue raptada por policías bonearenses, que la subieron a un patrullero. La habían marcado y entregado. Ocurrió la madrugada del 4 de febrero de 2001 en Miramar.
El cuerpo de la joven de 15 años apareció cuatro días después en un vivero municipal. La autopsia confirmó que fue torturada, violada por varios hombres y estrangulada con el cordón de sus zapatillas.
Este mes se cumplen 20 años del comienzo del juicio oral en el que el Tribunal Oral en lo Criminal Número 2 de Mar del Plata condenó a los sargentos primero de la Policía Bonaerense Ricardo “Rambo” Anselmini y Oscar Echenique, y al cabo primero Ricardo “el Mono” Suárez a reclusión perpetua por los delitos de rapto, abuso sexual con acceso carnal agravado por la pluralidad de personas y homicidio “criminis causa” en concurso real.
Gustavo “El Gallo” Fernández fue condenado a 20 años (aunque salió en libertad en 2010) por ser el entregador.
El 12 de septiembre, una testigo que resultó fundamental declaró que los policías la habían forzado a subir a un patrullero. Detrás de ese acto, según la Justicia, había una mafia policial que organizaba en una casa de Miramar fiestas sexuales con jóvenes que secuestraban.
“Cuando nos instalaron una oficinita, muchas personas vinieron a contarnos eso. Y pensar que nosotros habíamos dejado Buenos Aires para vivir una vida tranquila en Miramar. Y estos perversos, que no son humanos, actuaban con total impunidad”, dice Gustavo Melmann a Infobae.
Cuenta que la última novedad del caso es que los tres ex policías condenados pidieron la libertad condicional. Están detenidos en la Alcaidía de Batán.
“Están en una condición vip, lejos de la población carcelaria y con un trato excelente del personal penitenciario”, dice Melmann.
El juez de ejecución penal Ricardo Perdichizzi accedió a un pedido de la familia Melmann para que sean sometidos a pericias psiquiátricas.
“Esta es la tercera vez que podrían salir, Ya revertimos cuando los liberaron por el 2x1 y después con lo de las salidas transitorias. Ellos nunca reconocieron la atrocidad que han hecho. Son seres sumamente perversos. De hecho, Suárez llegó a amenazarme”, cuenta Melmann.
“Los platos más ricos son los fríos. Cuando salga de esto, te mato”, le dijo el policía según Melmann, parafraseando esa trillada según la cual “la venganza es un plato que se sirve frío”.
“Es un psicópata. Recuerdo que cuando vi el cuerpo de Nati noté que tenía los pantalones arremangados prolijamente. Pensé: ‘los que hicieron esto tienen una frialdad asesina, no tienen alma’. A los meses lo vi a Suárez, mientras le sacaban sangre en la Vucetich, con los dobleces de su camisa exactos a los del pantalón de Natalia. Nosotros creemos que él la estranguló con el cordón de las zapatillas de mi hija. En el juicio vi que tenía los cordones atados diferentes a los de los otros policías. Se lo comenté a los jueces y uno de ellos le pidió que le mostrara los cordones. No sólo los mostró. Se puso de pie, miró a los ojos al tribunal y se desató y ató los cordones con habilidad. ‘Estoy altamente entrenado para hacer lo que quiera con los cordones de los zapatos’, dijo”.
A 20 años y medio del femicidio, se cree que faltan ubicar a dos sospechosos más. Uno es el sargento Ricardo Panadero, de quien se habría hallado el material genético en la escena del crimen. En 2017 la Justicia lo absolvió. Según Melmann, la prueba genética ya estaba contaminada con bacterias y no servía. Pero la Corte Suprema Bonaerense ordenó que se investigue un quinto ADN hallado en el lugar.
“Faltan dos más, por lo menos. Estos canallas no tienen consciencia de haberle quitado la vida a una jovencita de 15 años que seguro suplicó que no la matara. No sólo buscamos que estos policías no salgan, sino que se rehaga juicio contra Panadero y se investigue quién es el quinto asesino”, afirma Melmann.
En el juicio a Panadero, denuncia, los jueces tenían la voluntad de querer absorberlo más que sus propios abogados defensores. “Hubo elementos suficientes para llegar a otra sentencia y no lo hicieron. Por eso creemos que el primer juicio, del que se cumplen dos décadas, fue ejemplar. Y nos acompañó la gente. Más allá de que hubo testigos que tuvieron miedo a hablar. Pero los testimonio fueron sacando a la luz cada una de las verdades. El fiscal Marcos Pagella dijo que no creía en la pena de muerte, pero que si tuviera la posibilidad de perdirla en este caso, lo haría. Y el juez Reinaldo Fortunato agregó que no tendría problemas de conciencia”.
-¿Qué recuerda de Natalia?
-Por momentos pienso en los tormentos que le hicieron sufrir esa noche y me genera mucha angustia e impotencia que no hubiéramos podido evitar su crimen. O poder ayudarla. O no haber sido más firme y no dejarla salir esa noche. A veces siento culpas y remordimiento.
-¿Y qué momentos dichosos le vienen a la cabeza?
-Pero la mayoría de las veces tengo recuerdos hermosos. Las mañanas charlando con ella. Era muy afectuosa. O su cara colorada cuando era abanderada. Era un ejemplo de persona. Todo lo que se proponía lo llevaba adelante. Cuando no teníamos un centavo ella salía a vender diarios para ayudarnos. Y era la mejor vendedora. Cuando tomábamos café con leche a la mañana, porque ella se levantaba a estudiar, me aconsejaba. “Papá, no te preocupes, ya vamos a salir adelante, todo se va a solucionar, todo va a estar bien”. Esa Natalia es la que vive en nuestros corazones y nadie la va a sacar de ahí.
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