Don Dardo y Don Julio se conocieron en octubre de 1871. Su primera labor juntos fue apoyar la candidatura de Nicolás Avellaneda a la presidencia de la Nación. Más adelante, Don Dardo Rocha haría mucho por la federalización de Buenos Aires y por sostener la candidatura a la presidencia de Don Julio Argentino Roca.
Roca le ofreció a Rocha un ministerio, que rechazó. A la hora de determinar quién sería el candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires, algunos sugirieron el nombre de Antonio Cambaceres. Pero Roca, para dejar conformes a los seguidores de Bernardo de Irigoyen y Aristóbulo Del Valle, que apoyaban a Rocha, se decidió por éste último.
Se arrepentiría de su decisión.
Juan José Carlos Jacinto Dardo Rocha y Arana nació en la ciudad de Buenos Aires el 1° de septiembre de 1838. De niño, su familia, perseguida por el rosismo, se vio obligada a radicarse en Montevideo. De regreso al país se graduó de doctor en derecho con la tesis “La Ley Federativa”, cuyos argumentos usaría para defender la federalización de Buenos Aires. De joven se inició en la masonería.
Combatió en las luchas entre la Confederación Argentina y el Estado de Buenos Aires y también en la Guerra del Paraguay. En Curupaytí estuvo muy cerca de perder la vida. A su regreso fue diputado, senador, ministro de Hacienda.
El 23 de agosto de 1873 se había casado con su prima hermana, Juana Paula Arana Merino, con quien tuvo cinco hijos.
Para Roca, Rocha se había ganado el derecho de ser gobernador. Asumió el 19 de mayo de 1881 y su temprano anuncio de su anhelo de ser presidente cayó muy mal en Roca. Ni había empezado a gobernar la provincia, debía fundar una ciudad capital y ya pensaba en candidaturas cuando la elección presidencial sería en cinco años. Lo que más molestó no es que lo dijo sino que puso en marcha una campaña por algunas provincias para captar voluntades, usando fondos provinciales.
El acto de inauguración de la ciudad de La Plata fue un detonante de la tirante relación con la Casa Rosada. El domingo 19 de noviembre de 1882 hizo un calor de aquellos. En realidad Rocha había planeado el acto para el 23 de octubre para que coincidiese con el cumpleaños de su esposa. Pero las intensas lluvias caídas en los días anteriores inundaron las “Lomas de Ensenada”, el lugar elegido por los especialistas para levantar la capital provincial y decidió hacerlo el 19 de noviembre, cuando el segundo hijo del gobernador, Dardo Melchor Ponciano cumplía años.
Cuando asumió la gobernación, el presidente Roca le deseó “que sea usted feliz, próspero y fecundo su gobierno para la provincia de Buenos Aires”. Rocha lo distinguió como padrino de la ciudad, pero Roca -ya distanciado- lo desairó. Ese día estuvo en Córdoba inaugurando una estatua del general José María Paz. Delegó su representación en su vicepresidente, Francisco Madero, pero éste se excusó por problemas de salud. Terminó representando al gobierno el ministro de Relaciones Exteriores Victorino de la Plaza.
Se fletó un tren especial para llevar a los invitados y los organizadores se ocuparon de aconsejar que no fueran acompañados de sus familias, ya que no había comodidades suficientes para las mujeres. La ceremonia central fue la colocación de la piedra fundamental y de diversos testimonios, como el acta de fundación, diarios y monedas, dentro de un pozo de tres metros de profundidad, debidamente recubierto de ladrillos.
La confitería “El Águila” se ocupó del catering de los funcionarios e invitados especiales y además se trajo de Buenos Aires carne de novillo asada. Pero las altas temperaturas y la humedad la echaron a perder y hubo que quemarla. Los invitados tuvieron que contentarse con pellizcar pan y algo de vino, porque el agua también escaseó. Y cuando fueron a tomar el tren de regreso, vieron que sus asientos ya estaban ocupados por gente que no tenía boleto. De todas maneras, el temporal que se desató provocó una desbandada general y la gente se refugió donde pudo. Algunos sospecharon que detrás de todo estuvo la mano negra de los partidarios de Roca, que hicieron lo posible para que la fiesta saliese mal.
La leyenda
Los roquistas no se habrían contentado con eso. Fueron a buscar a una bruja, a la que apodaban “la Tolosana”, por vivir en Tolosa, y en una noche de San Juan, del 23 al 24 de junio realizó un extraño rito alrededor de la bóveda donde habían colocado la piedra fundamental. El objetivo era que Rocha no llegase a la primera magistratura. La mujer desplegó una serie de extraños ritos, giró en sentido contrario a las agujas del reloj, tomó vino y hasta orinó en el lugar.
Y desde ese momento, ningún gobernador llegó a presidente: fue Miguel Juárez Celman en lugar de Rocha; luego Guillermo Udaondo perdería contra Manuel Quintana; dos veces sería derrotado Bernardo de Irigoyen. A Marcelino Ugarte le fue peor, porque fue derrotado en tres oportunidades: contra Quintana, Sáenz Peña e Yrigoyen; José Crotto era el candidato cantado para 1922, pero su provincia fue intervenida; Manuel Fresco no pudo serlo en dos veces; Rodolfo Moreno estuvo por serlo pero el golpe del 4 de junio de 1943 echó por tierra sus sueños presidenciales; Juan Perón se ocupó de que Domingo Mercante no lo fuera; Oscar Alende, gobernador durante el gobierno de Frondizi no pudo ser presidente ni en 1963, en 1973 ni en 1983; Antonio Cafiero fue derrotado por Carlos Menem en internas; Eduardo Duhalde intentó en 1999 y en 2011 y Daniel Scioli fue derrotado en las elecciones generales del 2015.
Rocha había dado sobradas muestras de ejecutividad. En noviembre de 1882 había puesto la piedra fundamental y en abril de 1884 se trasladaron a la nueva ciudad de una legua cuadrada los poderes ejecutivo, legislativo y judicial.
Cuando dejó la gobernación, volvió a ocupar una banca de senador. Apoyó a quien fue su sucesor, Carlos D’Amico, quien asumió en mayo de 1884. Entre 1897 y 1905 fue el primer rector de la Universidad Nacional de La Plata.
Rocha falleció el 6 de septiembre de 1921 a los 83 años. Su casona de Lavalle 835, levantada en el solar donde habían vivido su abuela Victoria Olivera de Arana, fue declarada en 1961 monumento histórico nacional, calificación que fue derogada por el gobierno de Onganía en 1969. Sus herederos pudieron disponer de ella y la vendieron. La biblioteca y los papeles de Rocha fueron al Archivo General de la Nación, el resto desapareció en un remate y el palacio se demolió en 1973. Quedó la ciudad de La Plata como vivo testimonio de una época en la que había mucho por hacer en el país.
SEGUIR LEYENDO: