La vio sentada en el último asiento en el fondo de un colectivo camino a Taganga, una aldea del caribe colombiano. Notó que había un vacíos a su lado y se sentó. No perdió el tiempo y sacó charla. No viajaban solos, lo hacían en grupo. “Hice lo que mejor sé hacer, hablar….”, dice Brian Marinoni (34). “No fue amor a primera vista, pero algo de ella me llamó la atención”, admite hoy.
Ella es Sofía Primavera (33), hoy esposa de Brian, y juntos esperan su primera hija Rosa. Ambos son argentinos . Pero el destino los cruzó en el exterior, allá por 2012. Eran jóvenes y no tenían planes de enamorarse. Mucho menos de crear juntos una empresa desde cero y recorrer el mundo.
Ambos volaron de Buenos Aires a Colombia para disfrutar de unas largas vacaciones, el objetivo era pasar fin de año allá, cruzar del 2011 a 2012. Cada uno estaba con su grupo de amigos recorriendo el país, y recién coincidieron los últimos días, en esa excursión playera. Tiempo después supieron que habían compartido sala de preembarque y el mismo avión.
Después de esos días de sol, fiesta y playa volvieron a Buenos Aires, cada uno retomó su vida. Él por Coghlan, ella por San Isidro. No perdieron el contacto y mantuvieron el vínculo de amistad. “Hacíamos preboliches, juntadas... siempre en grupo”, cuenta Sofía. “Había cierta ‘onda’, la realidad es que siempre nos poníamos a un costado a hablar de todo, aunque nadie daba el primer paso”, agrega.
Si bien las redes sociales existían, no eran tan populares como hoy. Pero Brian solo se comunicaba con Sofía a través del e-mail. “Le contaba con quién salía, que planes tenía. Era una amistad. También coordinaba nuestras salidas”.
Hasta que los encuentros pasaron a ser más seguidos, más largos y a solas.
Brian se animó a más, y fue el que dió el puntapié inicial. La cita fue en abril de 2012, en la casa de los padres de Brian. “Aproveché que no estaban y la invité a cenar. Le preparé unos fideos a la Parissien, lástima que era vegetariana, así que comí solo”, recuerda sobre su idea fallida.
Más allá del tropezón, siguieron. Pronto vino el segundo paso: empezar a salir como pareja. A los pocos meses oficializaron el noviazgo. “Lo nuestro siempre fluye de manera natural, lo hablamos, y ponemos primero. Nada rebuscado, ni con vueltas, creo que fue la clave de todo”, coinciden ambos.
De mochileros y de la mano
Sofía estaba trabajando con su padre en su estudio de abogacía, Brian aun no encontraba su camino. “Estaba lleno de dudas, necesitaba salir a explorar”. Así que con apenas semanas de noviazgo se lanzaron a la aventura de recorrer Centroamérica.
Partieron a su primer destino, Playa del Carmen, en México. Llegaron en julio para trabajar en un hostel. “Nos fuimos a probar suerte, con una mano atrás, y otra adelante. Sin contactos, sin conocer a nadie….mientras estaba en la recepción del hostel, Sofi vendía lámparas”.
Cuando lograron juntar algo de dinero, pasaron por Honduras, Belice, Nicaragua y El Salvador. Esa experiencia lejos de casa, sin comodidades y descubriendo la vida misma, los fortaleció. “Fue osado, jamás habíamos convivido. Nos entendimos de memoria a pesar de atravesar situaciones desafiantes, como fue la internación de Brain por dengue. Ya no solo éramos novios, sino un equipo”, dice Sofia.
Eligieron una última parada muy significativa: el caribe colombiano, el lugar que los unió. “Nos reencontramos con en nuestro destino, y fue espectacular volver como pareja. Vivimos días intensos de pleno agradecimiento”.
Volver a Buenos Aires
De regreso a casa, allá por enero de 2013, cada volvió a la casa de sus padres. Ahora era tiempo de encarar el camino profesional. Juntos se anotaron para estudiar producción de seguros. “Pasamos a ser compañeros de facultad. Ella era mejor alumna que yo, claramente”.
Al año, obtuvieron el título, y trazaron el plan para emprender. No fue sencillo. Tuvieron que comenzar de cero. Y fundaron BMSP Seguros, siguiendo la siglas de ambos nombres, actividad que mantiene hasta hoy”.
La vida pasó, afianzaron el vínculo, se mudaron juntos, conocieron países exóticos del Sudeste Asiático y Europa del Este. Se acomodaron económicamente y quisieron ir por más.
Cerca del décimo aniversario de relación, decidieron casarse. Les dieron fecha para el civil el 4 de abril del 2020. “Queríamos gritarle al mundo nuestro amor. Preparamos nuestra boda como nos dio la gana. Muy poco tradicional. A ambos nos gustan Los Stones, el aire libre, y estar cerca del Río de la Plata”.
Pronto llegó la pandemia, y pusieron en pausa sus planes. Dos veces debieron reprogramar su gran día. “Fue un bajón total un golpe duro porque se derrumba la ilusión, pero la vida da revancha”, dice el novio.
Ocho meses más tarde, el 20 de febrero del 2021, se casaron en una ceremonia distendida, emocionante y frente a 100 personas, como ellos soñaban . “El sol ese día brillo distinto se fue escondiendo de manera única en el río. Y la noche, inigualable. La energía y la conexión fue única. Creo que fue mejor de lo esperado a pesar de las restricciones”.
El 29 de marzo de 2021, más sorpresas. “Tenía una atraso, ya habíamos dejado de cuidarnos desde antes del principio de año. Todas las mañanas suelo caminar por el río, y fue lo que hice con el test en mano porque no aguanté hasta la tarde cuando volvía Brian. Desde ahí le envié una foto contándole que seríamos padres”.
Ahora esperan una niña, que se llamará Rosa. Tiene fecha de nacimiento para el 25 de noviembre de 2021. Están ansiosos, expectantes y agradecidos. “Es una historia real, no de película”, explica Brian. “Solo puedo decir que juntos somos mejores, Sofía me potencia”, agrega. Ella lo interrumpe: “Y vos me enaltecés”.
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